El tiempo fue pasando y Fest se adaptó a su nueva condición de esclavo, gracias a que Yu siempre le ayudaba y lo aconsejaba. Viviendo allí pudo ver que los esclavos se solían ayudar entre ellos, pero también que habitaban muchos pensamientos opuestos: Había unos que protestaban y se lamentaban, otros que aceptaban su destino de esclavo tomándoselo con humor o indiferencia, otros simplemente esperaban la mejor oportunidad para escapar. En todo caso, nadie esperaría una oportunidad como la de ese día.
- ¡Tú! ¿Quién eres y como has llegado hasta aquí? - El noble señaló al encapuchado intruso que se encontraba enfrente suya a cierta distancia. – Responde, ¡AHORA! ¡Guardias! ¡Guardias! – Vociferó.
- Calla, bola de sebo. - Dijo el encapuchado. – He venido a hacerte pagar por tus acciones.
- ¡Qué dices! Yo soy en noble de estas tierras todo lo que hay es mío, no te debo nada. - Se levantó airado empujando a una de las sirvientas que estaba a su lado. - ¡Sabes con quien osas hablar! – Levantó su bastón, símbolo de su poder.
Un soldado se acercó por detrás, le arrebató la capucha e intentó empujarlo para ponerlo de rodillas, pero fue el propio soldado el que cayó de espaldas, haciendo ruido con su pesada armadura. En pocos segundos se recuperó y salió corriendo de aquella desconocida persona. El intruso tenía el pelo de un rojo fuego que parecía centellear, sus ojos color sangre y de su boca chispeaba algo de humo blanco.
- Soy Fogos, ¿crees ser rival para mí? – Señaló las antorchas, las cuales rápidamente empezaron a extender fuego por toda la sala.
- Mon…Monstruo… - Empezó a temblar y buscar una vía de huida.
- ¿A dónde crees que vas, seboso? - Se acercó a él y abriendo la boca liberó una bocanada de fuego que empezó a calcinarlo hasta los huesos. A su lado, ahogaban los gritos las muchachas. - Sino queréis acabar así, marcharos ya. - Les dijo mientras soltaba las cadenas que las ataban y, temblando, salieron corriendo por sus vidas. - Humanos, tan simples.
- No, otra vez, no… Tú, Fogos… - Apareció Fest temblando mientras veía aquella persona, de pie, entre el mar de llamas que era ya la sala. El chico estaba paralizado.
- Fest ¿dónde estás? Todos están escapando y los guardias también. Se ha escapado el Demiürg de la princesa y está atacando a todo lo que ve. - Llamaba Yu a Fest. Entonces le encontró en el pasillo frente a la sala del noble, mirando aquel ser de pelo rojo. - Así que ha sido él el causante del alboroto. Aún tendremos que agradecerle.
- Pero ¡qué dices! Es Fogos, uno de los reyes de los Demiürg, habría que matarlo. - Fest se agachó para agarrar una de las lanzas que un soldado dejó al huir.
- Muchachos deberíais iros ya. Esto se está caldeando. Es peligroso. - Dijo Fogos moviendo las llamas hacia Fest con clara intención de fallar.
El muchacho tuvo que retroceder por el calor de las flamas. Yu se acercó a Fest e hizo que tirara la lanza, le agarró del hombro y tiró de él.
- Fest nos vamos ya. - Insistió Yu haciendo reaccionar a Fest que asintió y caminó hacia la salida.
Yu echó un último vistazo a Fogos, y se puso en marcha justo cuando se derrumbaba parte de la estructura del techo. Fogos pudo ver que sus llamas tocaban a Yu pero no le hacían nada.
- Espera, ¿Quién eres? - Los detuvo creando una enorme cúpula de llamas.
- Eso no son maneras. - Ni se inmutó el muchacho al verse encerrado de esa forma. - Soy Yu.
- No, ese no es tu nombre real.
- Soy Kamui. Señor Serafín del fuego.
Fogos sonrió y les hizo un pasillo para que ambos chicos huyeran del incendio.
- Vaya, parece que hemos dado con algo interesante. - Dijo una voz escondida en la capa de Fogos.
- Así lo creo Fogo, no le podemos dejar ir, así como así. Creo que hemos encontrado al destino. - Fogos desapareció entre las llamas dejando que estas se esparcieran por todo el palacio reduciéndolo a cenizas.
Los chicos habían logrado huir del recinto del noble y desde una colina próxima miraban como el fuego se extendía. Fest se derrumbó ante una escena que aún recordaba del pasado, los gritos de Farya entre las llamas.
- Fest, espabila, hay que huir ahora que podemos. Todo es un caos, nadie nos perseguirá. - Dijo despeinándolo. – Por ahora, escondámonos en el bosque.
- Vale. Llámame ahora Vito, por favor. – Se levantó a duras peinas y siguió a Yu.
- Kamui. – Le sonrió mientras se dirigían al bosque.
Para llegar hasta allí tuvieron que cruzar las calles corriendo, entre las aglomeraciones del resto de personas que huían de forma caótica de las llamas que amenazaban con extenderse por el resto de las viviendas. A eso se le sumaba el enorme Demiürg que tenia la princesa de mascota y que podría aparecer en cualquier momento. Entre el caos que había, Kamui aprovechó para adquirir nuevas ropas y algunas provisiones.
Tras correr y esconderse de algunos soldados que estaban recapturando a los esclavos, llegaron a la helicox que les permitiría salir del territorio y llegar al bosque, pero los interceptó Fogos. Kamui le indicó a Vito que se marchara y que se encontrarían en el bosque. El muchacho algo a regañadientes aceptó y se marchó, no sin antes lanzarle una última mirada a su enemigo.
- ¿En qué puedo ayudarte Fogos? - Se encaró Kamui sin miedo.
- Quiero ir con vosotros. – Se encogió de hombros.
- ¿Eh? - Aquello descolocó al chico. – Pero, tú… ¿Qué dices? No tienes cosas que hacer.
- Quiero acompañaros en el viaje. Y te lo creas o no, no tengo ahora mismo nada que hacer. – Sonrió.
- Sí, claro. Ya va a ser difícil para nosotros pasar desapercibidos, me dirás que haremos contigo con lo que destacas. - Señaló sus llamativos colores.
- ¡Oh! Pero eso es fácil de solucionar. – Sacudió un poco la cabeza y sus cabellos se volvieron de un color gris y sus ojos marrones. - ¿Algo más?
- No me lo puedo creer. - Se lamentó Kamui en ver que al final no valía la pena insistirle, a alguien como él, de que desistiera de acompañarlos. - Sabes, a mi compañero no le caes muy bien. Será un viaje muuuuy largo.
- Esos son los mejores viajes. – Y se puso en marcha.
Mientras atravesaban por la helicox, el chico aprovechó para interrogar a Fogos.
- ¿Entonces ese color llamativo es por tu forma de serafín original? ¿Has despertado del todo?
- Se podría decir que sí. Aunque no estoy seguro de cuanto hay que usar para estar al cien por cien de mis capacidades.
- Entonces, ¿Estás buscando a los demás serafines? – Siguió.
- ¿Eh? ¿Por qué tendría que hacerlo? Yo voy por libre. – Se encogía de hombros.
- Ya veo, así que tú eres de la clase que va por libre. - Suspiró. – Pensé que vuestra misión era juntaros, encontrar al Dios Arkai y librarnos de los Demiürg.
- Algo me dice que has conocido a otro serafín ¿Eh? - Le dio un ligero codazo. – Eso que dices suena a lo que te leerías, la realidad no es tan directa y clara. Tengo la sensación de que hay algo que debo hacer, pero sin saber hacia qué o hacia dónde.
- Entiendo. De niño conocí un serafín más responsable y sereno. Ni punto en comparación contigo. - Miró al cielo. - De eso hace ya años.
- ¡Bah! Suena a que es un sosaina, así que me alegro de no buscarlos, vaya aburridos.
- O, tal vez, te ha evitado o no te ha querido encontrar… Porque te haces de notar y no precisamente en el buen sentido. - Susurró.
Al salir de la planta, avanzaron entre los árboles y encontraron a Vito sentado con la capa puesta y algunas frutas recolectadas. Se levantó con cara alegre.
- Kamui… ¿Quién es ese? - señaló al encapuchado que iba su lado.
- Soy Fogos. - Dijo quitándose la capucha y enseñando su cabello gris.
- Dice que quiere venir con nosotros. Creo que será difícil deshacernos de él. – Se sentó
- ¿Ha dicho Fogos? Pero si no se le parece al temible Demiürg que vimos.
- Por el amor de… - Suspiró Kamui frotándose la frente. – Estoy rodeado de idiotas.
- Te voy a enseñar a Fogo. - Dijo el hombre buscando algo a su espalda.
Entonces, con sus manos juntas, les enseño a los muchachos una especie de lagarto rojo con alas. Abrió la boca exhalando una pequeña llama y mostrando sus dientes con una amplia sonrisa. Con un movimiento rápido sobre las manos de Fogos dijo:
- ¡Qué miráis! ¡No soy un mono de feria! - Habló la lagartija alada. - Tened miedo del poderoso y grandioso Fogo, Rey de los Demiürg, el Gran Dragón del infierno. – Bufó y puso postura orgullosa pero no era más grande que la mano de Fogos, así que ambos muchachos intercambiaron miradas conteniendo un poco la risa.
- Pues que decir señor “gran dragón”. Me esperaba algo más ¿grande? - se posición a su altura Kamui. - Me pareces más una lagartija de fuego que un poderoso dragón.
- Como te atreves miserable humano. - saltaba agitando sus alas. - ¡Temedme!
- Mi antepasado mató al dragón y me dejó a mí, su reencarnación. Se despertó al mismo tiempo que yo así que esperad y veréis que será un poderosos Demiürg si lo alimentamos.
- Os parecéis. Tenéis como un aire. - Comentó Vito mientras dirigía una mirada desde Fogo hasta Fogos. - Y tú eres Fogo y tú, Fogos. Pues ya podrías haberos puesto un nombre más, no sé, original.
- Pues no quiero escuchar eso viniendo de un humano tan ignorante de la realidad. - Bufó el dragón. – Y la culpa es de Fogos, tenía que darme un nombre al nacer y me puso el suyo… - Se cruzó de patas.
- Bueno, lo que sea. Ahora conviene movernos y alejarnos del lugar cuanto antes. - Propuso Kamui. – O nos atacarán los verdaderos Demiürg.
- Entonces, ¿podemos ir también?
Kamui y Vito dialogaron un momento y en vista de que no habría manera de echarle por las buenas, aceptaron. El pequeño Fogo se volvió a esconder y Fogos se colocó la capucha. Los tres emprendieron camino por el bosque para alcanzar el siguiente pueblo flotante.
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