Al pasar unos segundos, Daiki caminó hacia el sofá de la sala y se tiró sin mucha delicadeza. Suspiró nuevamente.
“Estás suspirando demasiado”
“Qué observador” dijo Daiki mientras miraba al techo. Mitsuru se sentó a un lado de Daiki y siguió su mirada hacia el techo.
“Me sorprendió mucho que al final lavaras los platos, no creí que lo harías, y menos luego de que te esforzaste en huir junto conmigo” comentó Mitsuru luciendo incrédulo sólo por recordar, pues sí que habían hecho el ridículo para no ganar nada a cambio. Daiki guardó silencio por unos segundos mientras recordaba a su otro hermano molestándolo.
“Ni yo”
“¿Entonces por qué lo hiciste?”
“No lo sé”
“¿Entonces lo hiciste sólo porque querías?”
“No. No quería hacerlo”
“Pero lo hiciste, Daiki”
“Mitsuru, deja de molestar de una vez” dijo Daiki al fruncir el ceño. Mitsuru lo miró con curiosidad, ¿Qué es lo que le molestaba tanto? El rubio cruzó su mirada con la suya.
“Daiki… ¿Es que acaso sólo quisiste darle gusto?” preguntó Mitsuru.
“¿Ah?”
“Me pareció que sólo querías verlo feliz” explicó Mitsuru con simpleza. Daiki se quedó sin palabras ante lo dicho por Mitsuru, esto, hasta que lo pateó sin moverse mucho de donde estaba.
“No sé de qué hablas” El pelirrojo frunció el ceño y miró hacia otro lado.
“¿No? A ver… Estabas empeñado en escaparte de lavar platos pero de repente cambiaste de opinión…” Mitsuru reflexionó sobre esto. “¿Es porque te conmovió saber que estaba buscando recetas para nosotros?
“¡No es verdad! ¡No fue por eso!”
“¿Entonces por qué? Al menos quiero saber lo que motivó tu cambio de parecer… De esa forma no me sentiría tan mal por saber que perdí mi tiempo”
“No hay razón, sólo cambié de opinión. Estábamos siendo muy infantiles”
“...Oh, ¿en serio?” Mitsuru preguntó sin mucho interés. No le creía en lo más mínimo.
“Sí, no tengo razón para mentir”
“Hmm…” Mitsuru murmuró al entonces esbozar una pequeña sonrisa y ver hacia otro lado. “Creo que este es un raro momento donde puedo ver un lado diferente al que muestras siempre”
Sin respuesta alguna, Daiki tan sólo le lanzó uno de los cojines lo más fuerte que pudo. ¿Es que acaso ese día se trataba de sus hermanos burlándose de él?
“¡Deja de molestar! ¡No estoy actuando de forma extraña!”
“Daiki, es chistoso que seas el extremo opuesto de Daitaro en cuanto a expresar tu afecto, pero, ¿no crees que estás exagerando? Te preocupas y te enojas con facilidad ya sea por Daitaro o por nosotros, es obvio que nos quieres… ¿Tanto te cuesta admitir que decidiste lavar para ver a Masaru feliz?”
“...”
“Aunque te enfurruñes y te quedes en silencio no haces más que darme la razón” Mitsuru miró con cansancio a su hermano, quien en efecto había subido sus piernas y se había volteado ligeramente.
“No molestes”
“¿Qué? ¿Acaso puedes decir que estoy equivocado?”
“No sé qué quieres que te responda”
“Eh…” Mitsuru murmuró sin poder entender. “Si fueras más honesto, las personas te molestarían menos”
“...”
“Vamos, sólo admitelo, di que nos quieres y ya con eso dejo de molestarte” dijo Mitsuru “Sirve tengo razones para justificar la perdida de tiempo de hace rato”
“¿Si estás tan seguro por qué quieres que diga eso? No le veo el sentido a decir algo así”
“Tienes razón en que si lo dices mucho puede perder el sentido, más si no lo respaldas con acciones…, pero como tú nunca lo has dicho, creo que valdría la pena escucharte decirlo”
“No sabía que fueras de los que disfrutan que les digan eso”
“No, ni que fuera Masaru” contestó Mitsuru. Daiki arqueó una ceja ante el comentario. “¿Qué? ¿Acaso no lo has notado? Se avergüenza muy fácil cuando le dicen eso y se esfuerza en actuar como si le disgustara o le diera igual, pero a él le hace feliz que le digan eso”
“No mientas…, ¿por qué habría eso de…?”
“Pues no es como que el que te lo digan sea algo malo, aunque Daitaro lo dice tanto que sólo da pena ajena a estas alturas” dijo Mitsuru al ahora sonreír divertido. “Pero de ti sería novedad que lo dijeras”
“No voy a decir eso sólo porque me lo pidas”
“De acuerdo…, como sea, no es como que necesites decirlo supongo” Mitsuru suspiró. Daiki frunció el ceño, esta vez expresando sospecha.
“¿Qué te pasa?”
“Nada, sólo que ahora no siento que lavar los platos haya válido la pena”
“¿Ah? Pero si le dijiste a Daitaro que no tenía razón de lavar los platos”
“¿Hm? Y no mentí cuando dije eso, pero eso no significa que yo quiera lavar” explicó “Pero oye, eso no tiene nada que ver con el que sintiera que no valió la pena lavar los platos”
“Nada te habría hecho creer que eso valía la pena”
“Si hubieras admitido que nos quieres entonces habría válido la pena”
“¿Qué?...” Daiki no creía entender por qué eso compensaría lavar los platos. “¿Por qué te importa tanto?...”
“No es que me importe realmente, pero es que eres tan tonto que ni siquiera sabes si nos quieres cuando es obvio que sí” dijo Mitsuru al verlo con lastima. “Que pudieras reconocer tu propio sentir hubiera hecho que valiera la pena”
“...” Daiki suspiró. Quería pegarle pero ni siquiera entendía su razonamiento. “Mitsuru, ¿cómo voy a ser tan tonto como para no saber qué siento?”
“No supiste siquiera reconocer que Masaru estaba preocupado cuando se despertó, ¿por qué habría de asumir que sabes lo que sientes? Contigo todo es ‘me enoja esto’, ‘me molesta aquello’, nunca te escucho expresarte diferente”
“...¿Y acaso eso de verdad hubiera compensado lavar los platos?” Daiki preguntó con resignación. Su hermano sólo decía estupideces.
“...Bueno, tienes razón. No, no lo haría. Sólo estaba buscando cómo justificar tu traición pero es verdad que fue imperdonable” Mitsuru sonrió con ‘amabilidad’, aunque en verdad estaba acuchillandolo mentalmente.
“...Eres insufrible”
“Y pensar que eres incapaz de poder decir algo tan sencillo” dijo Mitsuru. Daiki lo miró con enojo.
“¿Fácil?... A ver, si es tan fácil entonces dilo tú”
“¿Ah? Seguro, no creo que sea difícil”
“Pues dilo”
“...Yo…”
“¿Ajá…?”
“Te…Q-Q…”
Daiki lo miró con burla. Su hermano sí que sólo quedaba como estúpido por hablar demás.
“Deberías ser más consciente de lo que dices, no ladres si no piensas…”
“Te quiero, Daiki” dijo Mitsuru. Daiki entrecerró los ojos al escucharlo y pronto sintió un escalofrío.
“Ugh…” El pelirrojo se quedó paralizado; sin embargo, pronto notó a Mitsuru temblando de igual forma.
“Ahhhh, cielos, eso se sintió super raro” dijo Mitsuru “Mis respetos a Daitaro por poder decir algo tan vergonzoso como si nada…, Ah… ¿No hay forma de regresar en el tiempo y hacer como que no lo dije?”
“Lo siento, creo que me dejaste sordo luego de tu oración cursi”
“Eh…, bueno, al menos lo pude decir…” Mitsuru desvió la mirada antes de hacerse bolita y verse consternado. “Subestime lo extraño y anormal que es decir eso en voz alta” agregó al sentir como si hormigas caminaran sobre él.
“Idiota”
“Bueno, al menos sé que no puedes imaginarte separado de nosotros”
“Sé que te mueres porque te dé la razón, pero no lo haré, no me importa si un día simplemente me despierto y ya no están” dijo Daiki con una breve risa. “Creo incluso que eso me daría algo de paz”
“Dice el que no quería cocinar porque nuestro tío podía enojarse y llevarnos a un orfanato…, tienes miedo de que nos separen”
“¿Dijiste algo?”
“¿Qué? ¿Ahora te haces el sordo?... En verdad, no tienes que aparentar que estarías bien, sabemos que no. Al menos admite eso”
“Vaya…, como que creo escuchar una mosca, pero…”
Mitsuru se vio incrédulo por un momento antes de reír brevemente.
“Al menos puedo decir sin pena que en el caso de que nos separaran, no sabría qué sería de mi”
“Mentiroso, si tienes una consola a la mano seguro que no te importa si no nos ves en meses” contestó Daiki burlonamente. “Quizá si te quedas sin juegos te importe donde estamos, pero si no es así entonces no sería el caso”
“Eh…, bueno, supongo que a ti no te extrañaría”
“¿Ah, sí? Pues yo no extrañaría cada estupidez que sale de tu boca”
“Aunque tal vez extrañaría que Masaru me haga de comer, sé que apenas nos hizo de desayunar hoy… pero me gusta no tener que hacerlo yo” explicó Mitsuru.
“Cierto… no extrañaría tener que lavar los platos” dijo Daiki. Mitsuru se quedó pensando en esto.
“Pero aunque no estuviéramos… significaría que tienes que lavarlos de todos modos, ¿no? Y hacerte de comer ya que ni Masaru ni Daitaro estarían” dijo Mitsuru.
“Hm, es verdad…”
“¿Ni siquiera te importaría que Daitaro desaparezca?” preguntó Mitsuru. Daiki reaccionó a esto inmediatamente.
“¡No digas estupideces!” exclamó Daiki muy alterado. “¿Por qué no estaría? Eso no va a pasar”
“Eh…,de acuerdo, de acuerdo, fue tonto incluir a Daitaro…, es obvio que te referías a que no te importaría si Masaru o yo ya no estamos. Tu gemelo es otro tema aparte”
“Exacto” respondió el pelirrojo al cruzarse de brazos. Mitsuru lo miró como si tuviera algo asqueroso embarrado.
“Dice el que cambió de opinión sólo porque Masaru estaba buscando recetas…, es más, seguramente se te pasó el enojo luego de verlo feliz porque lavamos los platos. Simplón”
“¡No es verdad! Tal vez no pueda negar que me importaría si Daitaro desaparece…, pero ustedes…”
“Anda, dilo, dilo si es verdad” el rubio sonrió con malicia. El de ojos rojos tan sólo lo azotó con un cojín.
“¿Acaso disfrutas de hacerte daño?... Asco”
“Daiki… ¿De verdad piensas que estarías bien sin nosotros?”
“Sí. Un par de pesos menos no viene mal” dijo Daiki “Estaría feliz sin ustedes, no tendría que enojarme por tonterías todo el tiempo”
“¿Entonces te enojas por tonterías?”
“…Sí, ustedes son esas tonterías”
El tiempo pasaba sin que se dieran cuenta, las preguntas que se hacían les tomaba un minuto responder, lo que para ellos era una conversación fluida… era definitivamente una más lenta y con aire más contemplativo.
“Oh. Y dime… ¿Qué sería lo primero que harías si ya no estuviéramos?” preguntó Mitsuru al mirar a Daiki con curiosidad. Se había cansado de intentar que su hermano dijera lo contrario. No importaba lo que Daiki dijera, sabía que todo lo que decía era como hablar al revés y con eso bastaba.
“Te estás tomando esto muy en serio, ¿por qué preguntas tanto?” preguntó Daiki.
“Creí que ibas en serio, ¿acaso me equivoqué? Sólo me dio curiosidad lo que harías si pasara”
“No… no te equivocaste, hablo en serio. Pues… honestamente no lo sé, tiene que pasar para que lo sepa, sé que sabría qué hacer si eso ocurriera” explicó Daiki.
“Haha, si eso pasara seguro que Daiki se volvería loco” contestó Masaru de repente. Daiki y Mitsuru voltearon a verlo con pereza, ¿Ya habían vuelto?
“¿Loco? ¿Por qué habría de volverme loco sin ustedes?” preguntó el pelirrojo
“Sencillo, no tendrías a quien mangonear. Tampoco es que me queje de eso, haha” respondió el pelinegro.
Daitaro tan sólo rió brevemente al escuchar a su hermano responder aquello.
“Masaru,haz algo útil y ponte a cocinar de una vez” contestó Daiki. El de ojos verdes rio en respuesta.
“¿Ves? Seguro que te aburrirías si no tuvieras a quien dar órdenes” respondió Masaru. “Cocinaré, pero no ahora porque no tiene mucho de que comimos”
“Bueno, supongo que tienes un buen punto. No es divertido hablar solo”
“¿Entonces te gusta hablar con nosotros?” preguntó Mitsuru. Daiki tan sólo lo golpeó levemente con uno de los cojines que tenía a su alcance, ya entonces miró a Masaru.
“Que por cierto, Masaru, me dijeron que te gusta escuchar a otros decir que te quieren, heh”
Masaru se quedó en silencio por un momento al observar la expresión burlona de su hermano. Cerró los ojos y sonrió con confianza.
“¿Pero qué tonterías dice, jefe? Sólo al tonto de Mitsuru le gusta que le digan eso” respondió el de ojos verdes mientras se encogía de hombros. El rubio respondió con indignación.
“¡No es cierto! ¡Tú eres a quien le gusta que le digan eso!”
“Nah-uh, eso es sólo para gente tonta y cursi” dijo el pelinegro con seguridad. Daiki sonrió al encontrar la gracia, mientras que Daitaro, quien estaba a su lado, miró a Masaru con ligero descontento.
“Uh, no es…” Masaru miró la expresión de Daitaro, la cual lo motivó a querer corregir sus palabras; no obstante, Daiki interrumpió.
“¡Bien! Sabía que no podía ser así, por un momento no supe qué pensar sobre ti” comentó Daiki. Masaru se sorprendió por un instante al escuchar al pelirrojo, quien de momento sonreía satisfecho.
“¡Aha-ha-ha! Sí jefe, no crea cualquier cosa que escucha” respondió Masaru mientras reía.
Daitaro y Mitsuru miraron a Masaru por un momento sintiendo algo de lástima. El pelirrojo volteó a ver a su gemelo, quien seguía sonriendo complacido, por lo que se acercó a él y le dio un capirotazo en la frente.
“¡Oye! ¡¿Qué te pasa?!”
“Cuidado con lo que dices, Daiki”
“¿Qué? ¿Qué dije?” preguntó mientras sujetaba su frente. Daiki observó a Daitaro llevarse a Masaru hacia la cocina, mientras que Mitsuru tan sólo se encogió de hombros.
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