Por otro lado, Daiki y Mitsuru se encontraban en la cocina frente al fregadero. El rubio se veía derrotado.
“No puedo creer que Masaru tuviera razón en que sólo era cuestión de tiempo…”
“¿Dijo eso?”
“Daitaro me lo dijo cuando vine a pedirle ayuda…” Mitsuru respondió con tristeza exagerada. “De haber sabido no habría corrido en primer lugar…”
“¿Preferías haber lavado los platos entonces?...”
“¡No! ¡Pero igual estamos aquí! ¡Sólo desperdiciamos tiempo de vida al correr así! De haber sabido… de haber sabido, yo…” el rubio escondió su rostro con un brazo y rogó clemencia al cielo por los minutos perdidos de su existencia.
“Pero qué dramático eres… Es verdad que fue en vano correr al parque en ese sentido, pero, al menos ayudamos a alguien”
“¿A ti desde cuándo te importa eso…? Primero Masaru se duerme viendo el canal de cocina y ahora tú hablas sobre sentir satisfacción por ayudar al prójimo. ¿Qué sigue? ¿Diré que jugar es perdida de tiempo y no terminaré mi juego? ¿Daitaro sacará la máxima puntuación en un videojuego?”
“Jugar es perdida de tiempo. No que sea malo, pero sigue siendo perdida de tiempo. Y lo de Daitaro no es raro, es el mejor de nosotros jugando el de carreras. Ni siquiera tú has podido ganarle”
“Shh, aunque sea perdida de tiempo, sigue siendo recreativo” respondió Mitsuru al sacarle la lengua. “Y sí, supongo que ya ha logrado eso…, aunque no cuenta, se pone muy competitivo y hace de todo para ganar”
“Es un juego de carreras, Mitsuru, es normal hacer lo que sea para ganar”
“¡Pero no es normal la forma en que coloca trampas o tira caparazones con tanta precisión!”
“De nuevo estás siendo mal perdedor…, si tanto te molesta entonces aprende a jugar mejor”
“¡No me molesta! Pero cuando se deshace de la competencia lo disfruta demasiado, como un asesino a sangre fría. Es molesto que se deshagan de uno y además lo disfruten tanto, hasta parece que ganar no es lo que le gusta…, pienso que aunque no gane, si logró deshacerse de la mayoría es suficiente victoria para él”
“...De acuerdo, basta, sé que estás procrastinado para no lavar, pero eso que dices es ridículo”
“¿Qué cosa es ridícula? ¡Es cierto que lo disfruta demasiado!”
“Mitsuru, todos en ese juego disfrutan deshacerse de los demás, hasta tú te has burlado de nosotros cuando morimos”
“...Sí, supongo tienes razón” ante la contestación, Daiki sostuvo su frente pidiendo paciencia. “Pero sigo creyendo que lo disfruta, incluso se le sale esta sonrisa maquiavélica…”
“Ya mejor cállate y ponte a lavar los platos”
“Okay, okay…, entonces…” el rubió miró el cúmulo de platos con fastidio, ya entonces miró a Daiki con supuesta inocencia. “¿Y si me enseñas cómo se hace? Seguro que mi hermano mayor sabe cómo lavar los platos mejor que yo”
“¿De verdad eres tan idiota que ni siquiera sabes lavar los platos?” el pelirrojo tomó un plato y luego abrió la llave. “No tiene ciencia, sólo tienes que pasar los platos por el agua y ya”
“Cierto…, entonces hagamos eso y acabemos con esto de una vez” Mitsuru suspiró con resignación. Dicho esto, Daiki se puso a enjuagar los platos para entonces pasarselos a Mitsuru para que los secara.
Pasado un rato, los niños finalmente terminaron y se dirigieron a donde estaba su hermano durmiendo. Daitaro se veía intrigado. ¿Realmente habían lavado los platos?
“¡Ya terminamos!” exclamaron los dos en unísono. Ante el grito, Masaru se despertó de golpe y observó a sus hermanos luciendo momentáneamente en pánico.
“Ah… Son ustedes” contestó el pelinegro en cuanto se calmó. “Decidí que no cocinaría nada hasta que lavaran los platos, así que…”
“Ya lavamos” respondió Mitsuru. Masaru arqueó una ceja. ¿Pero qué clase de mentira obvia era esa?
“Seguro…” murmuró el pelinegro sin creer ni una sola palabra.
“Entonces vengan a ver, si no nos creen al menos tendrán que creerlo si lo ven” dijo Daiki. Masaru y Daitaro se pararon con curiosidad. Caminaron a la cocina, donde efectivamente notaron que los trastes estaban limpios al igual que los platos.
“No puedo creer esto…” dijo Masaru mientras Daitaro y él examinaban los platos.
“No queríamos lavar, pero al final Daiki tuvo un cambio de corazón y…“
“No están limpios” dijo Masaru al interrumpir a Mitsuru. Mitsuru se quedó en silencio al escucharlo. ¿Qué quería decir con que no estaban limpios?
“¡¿Qué?! ¡¿Cómo que no lo están?!” exclamó Daiki a su hermano de ojos verdes.
“No es mentira, miren” dijo Masaru al enseñarles los platos con restos de comida, no muy visibles pero de todas formas estaban ahí. Daitaro tan sólo se quedó en silencio y observó la escena.
“¿Y? ¿Qué importa? El chorro de agua se llevó la mayoría, eso es cosa de nada” dijo Daiki.
“¡Sí! ¡Eso es cosa de nada!” repitió Mitsuru. Daiki miró a Mitsuru con desgane y tan sólo suspiro. Masaru los miró con asco. ¿Qué habían dicho?
“¿El chorro de agua…? Oigan, ¿acaso no usaron jabón?” preguntó Masaru. Los otros dos se quedaron en silencio. “Hay una esponja para lavar los platos con jabón… ¿No la usaron?”
“Ah… Eso explica por qué sentía que faltaba algo…” comentó Mitsuru. Masaru se quedó atónito por un momento antes de soltar una carcajada masiva que duró alrededor de un minuto.
“¡Deja de reírte, idiota!” exclamó Daiki sin entender la gracia. Masaru intentó tranquilizarse; no obstante, las risas seguían escapándose en su intento por explicar.
“Lo esperaba de Mitsuru, Daiki… pero tú…” comentó Masaru al tapar su rostro y seguir riéndose. “No creí que pudieras ser tan estúpido”
“¿Eh…?” murmuró Daiki al sentir su rostro calentarse de la vergüenza.
“¡Eso es…!” exclamó Daiki al no saber cómo defenderse. Masaru inspiró hondo en un intento por calmarse, esperó unos segundos, pero al momento de ver a Daiki; no pudo evitar reírse de nuevo con mucha más fuerza.
“No puedo… ah, basta… ah, ah… Mis costillas me duelen…” dijo Masaru al estar carcajeándose. Daiki frunció el ceño con irritación y finalmente lo golpeó con tal de que se callara.
“¡No es gracioso, ya cállate!”
“Lo siento, lo siento, no pude controlarme” dijo Masaru al acercarse a ellos nuevamente. “Los platos se lavan al tallarlos con la esponja y poniéndole jabón” explicó el pelinegro al demostrarles cómo ponía un poco de jabón líquido en un recipiente con agua y se disponía a lavar uno de los platos ‘limpios’ de los otros dos. “Ya después lo enjuagan y listo”
“Ah… Eso pasa por no poner atención” comentó Mitsuru. Masaru asintió.
“Así que lávenlos de nuevo y cocinaré algo para ustedes más tarde, estuve viendo muchas recetas en lo que no estuvieron” dijo Masaru. Daiki se seguía sintiendo avergonzado y molesto.
“No, lávalos tú, tú los ensuciaste de todas formas” Masaru notó el enojo del pelirrojo y trató de disculparse.
“Haha, lo siento por burlarme así, siendo sincero… tampoco sabía lo del jabón hasta un día que le ayudé a Daitaro a lavar” dijo Masaru “Pero se me hizo algo tan bobo que creí que tú sí sabrías”
“…” Daiki lo asesinó con la mirada. ¿Cómo se atrevía a burlarse de él de esa manera?
“Al menos me alegra que hayan intentado lavar los platos” dijo Masaru al compartir una sonrisa un poco burlona con Daitaro “Pero bueno, si no crees ser capaz de lavarlos como se debe entonces yo lo hago”
“Ugh…” Daiki había escuchado eso como un insulto, le estaba básicamente llamando inútil. “Está bien, lavaré los platos otra vez… No tendrás nada de qué quejarte”
“Sólo los enjuagaron, esta vez sí los van a lavar” comentó Masaru “Me quedaré aquí para asegurarme de que así sea”
Mitsuru y Daiki miraron a Masaru en un silencio compartido por los cuatro, esto hasta que Masaru les sonrió de oreja a oreja, expresión la cual observó Daiki sin saber qué decir; ya entonces suspiró.
“Está bien… lo que sea” dijo Daiki al voltearse decidido a ponerse a lavar los platos como se debía.
Masaru los observó mientras lavaban los platos, estaba feliz de que le hubieran hecho caso. Mitsuru aprovechó que Daiki lavaba los platos para entonces dirigirse a Daitaro.
“¿Por qué tan callado? Ni siquiera te echaste a reír como Masaru”
“Bueno…, es que entiendo que no supieran, ya que yo había estado lavando lo que usaban hasta ahora” dijo Daitaro. Los otros tres lo miraron confundidos.
“¿Qué? ¿Por qué no nos habías dicho nada?” preguntó Daiki. Daitaro se encogió de hombros.
“Sólo eran pocos cubiertos, vasos o platos de cereal, no es como que nuestro tío nos compre más cosas aparte de alimentos no perecederos. Hm, sí, ahora que lo pienso, la leche sólo nos la compraba de repente y estuvimos saliendo a comer así que no había mucho que lavar”
“Pero…” Daiki murmuró al sentirse de nuevo en conflicto por lo dicho.
“Si no lo hacía yo entonces se juntaban los trastes sucios” explicó Daitaro “Pero como dije, no era mucho así que no le daba importancia”
“...Daitaro, a veces te pasas de amable” respondió Mitsuru “Te agradezco por haber hecho eso, pero no es como que sea tu obligación limpiar”
“Vaya, diría algo pero como tampoco llevo mucho de estar ayudando, no creo que tenga derecho” dijo Masaru.
“¿Eh? ¿Qué?” El de cabello largo se dio cuenta del humor extraño que se había formado, por lo que intento hacer algo al respecto. “Oigan…, no exageren, sólo he lavado los platos, no es como que me haya puesto a limpiar el apartamento o a lavar la ropa”
“Menos mal que ese tipo se encarga de llamar a alguien para eso, pero… De todas formas, lo siento” dijo Daiki.
“¿Cómo saber que nunca hemos lavado los platos sin decir que nunca los hemos lavado? Pero bueno, mejor tarde que nunca” comentó Mitsuru.
“Oigan… No lo dije para que se sintieran mal, de hecho no planeaba decir nada” comentó Daitaro al buscar la ayuda de Masaru con la mirada.
“Bueno…, no puedo hacer nada por lo que ya no lavé…, pero sí puedo prometer cocinarles algo rico” dijo Masaru con mucha seguridad. “Cocinaré algo que a Daitaro le guste para agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotros hasta ahora”
“¿Eh…? Masaru, eso no es necesario…”
“¡Sí lo es!” dijo Masaru al ahora sujetar su muñeca y voltear a ver a los otros dos. “Iré a comprar más cosas para hacer algo rico de comer, así que acaben de lavar”
“¿Qué…? ¿Y por qué no van mientras lavábamos los platos?” preguntó Mitsuru.
“No puedo irme, tengo que asegurarme de que los lavaran como se debe, después de todo… no sabían que se usaba jabón para eso” comentó Masaru burlonamente, aunque, al escuchar un leve gruñido de Daiki, decidió no seguir.
Una vez que terminaron de lavar los platos y que recibieron la aprobación de tanto Masaru como Daitaro, estos decidieron irse.
“No nos tardamos”
Mitsuru y Daiki observaron a los dos caminar hacia la entrada para entonces salir. El rubio miró a su hermano analizando su reacción.
Daiki frunció el ceño al sentir la mirada del de ojos azules. Cerró los ojos y suspiró. Antes de que Mitsuru pudiera decir algo, el de ojos rojos lo interrumpió.
“Ni se te ocurra decir algo”
Comments (1)
See all