Tras pasar unos segundos, sus pensamientos fueron interrumpidos por Masaru, quien se veía cansado y resignado.
“Mitsuru se escapó”
“Hmm… Bueno, es el que corre más rápido de nosotros así que es normal que no lo alcanzaras” comentó Daitaro al creer gracioso lo que decía el contrario.
“Y más cuando no quiere hacer algo” agregó Masaru al entonces suspirar. “¿Qué no es raro que sea el que corre más rápido cuando no sale mucho del apartamento?”
“Sí, un poco…, pero así pasa cuando uno es talentoso en algo”
“Pues qué desperdicio”
“En todo caso, no me molesta lavar los platos así que está bien si quieren escapar”
“¿Ah? Ira, no seas tan permisivo, ellos no hicieron nada así que tienen que lavar”
“Pero es verdad que no me molesta”
“Entiendo que lo haces por Daiki, pero, no porque seas su gemelo significa que está bien que lo dejes pasar”
“¿Hm?” Daitaro arqueó una ceja ante el comentario. “¿Qué tiene que ver que sea mi gemelo?... ¿Tú también crees que le tengo favoritismo?”
“Uh…” Masaru miró hacia otro lado. “Eso no es…” ante la mirada de incredulidad del pelirrojo, Masaru procedió a reírse. “¡Ira, no cambies el tema!”
“No lo hago, es sólo que dijiste eso cuando no tiene nada que ver… Claro que quiero mucho a Daiki, pero no tiene nada que ver con el que no me moleste lavar los platos de ellos”
“Seguro…”
Daitaro suspiró sin entender la insistencia de sus hermanos menores. Se cruzó de brazos y miró al pelinegro en busca de una respuesta.
“Me da risa cuando molestan a Daiki con eso, pero, como no siento que sea un secreto el amor que les tengo… No veo la necesidad de que me hagan esos comentarios a no ser que me estén reprochando algo. ¿Hice algo malo?” preguntó Daitaro al ladear la cabeza muy confundido.
“Sí… Ciertamente eres muy cursi, todos lo sabemos”
“¿Entonces?” Daitaro pasó de verse confundido a dedicarle una sonrisa un tanto burlona. “¿Acaso estás celoso de Daiki?”
“Celoso…” murmuró Masaru al considerar esto. “No realmente, pero no entiendo porqué eres tan sumiso muchas veces”
“¿Sumiso? Eh… Vaya, no creí que pensaras eso de mi”
“Así que sólo creí que era razonable que lo fueras porque eres su gemelo, pero como dices, no tiene nada que ver…, aunque no mentiré, sigo creyendo que lo haces porque eres su gemelo”
“Vaya lógica…, bueno, al menos agradezco que no sean celos” dijo Daitaro “Sabes lo mucho que te quiero”
“Sí, sí, ah… ¿Sabes lo raro que es que digas eso cuando Daiki es justamente opuesto a ti en ese sentido?”
“Hmm…” el pelirrojo se quedó pensando por un momento antes de llegar a una conclusión. “Ahora entiendo”
“¿Qué cosa?”
“Quieres que Daiki te diga lo mismo”
“¿Qué?...” Masaru se quedó en silencio antes de echarse a reír fuertemente. “¿Bromeas? ¡Si Daiki se expresara igual que tú, creería que lo secuestraron los aliens y nos dieron a alguien más!”
“¿Hm? ¿Tan raro sería escucharlo?... No es como que no lo haya dicho antes…, ¿verdad?”
“Es tu filtro de gemelo. Sabes cómo interpretar a Daiki con más exactitud que nosotros, no somos iguales”
“Haha, Masaru…, descuida, ya verás que Daiki en algún momento lo dirá” ante el comentario, Masaru lo pensó por un momento antes de negar fuertemente con la cabeza.
“¡No! …Creo que me darían escalofríos si pasara…”
“Vaya, seguro que si Daiki te escucha se ofendería muchísimo” dijo Daitaro. “¿Entonces te da escalofríos escucharme?”
“Un poco…, pero sólo porque cuando te veo, es como si viera a Daiki y pues…”
Daitaro se cruzó de brazos. No se veía muy feliz.
“Oh…”
“Espera, no quise decir eso… No es como que no sepa la diferencia entre que tú lo digas a que si Daiki lo dice…” Masaru se sonrojó mientras trataba de explicarse, claro que, entre más hablaba más creía empeorarlo.
“Entonces te avergüenza que te diga que te quiero…”
“...” Masaru miró hacia otro lado “Sólo un poco, es sólo que es extraño…, pero tampoco es que lo odie ni nada”
“...Te quiero”
“¿Eh?” Masaru miró confundido a su hermano. Daitaro lo miraba sin mucha expresión.
“Te quiero, te quiero, te quiero…”
Daitaro caminaba sin prestarle atención a que su hermano estuviera caminando hacia atrás, esto, hasta que el pelinegro chocó contra el lado de un sofá. Al parecer habían caminado hasta la sala durante este intercambio.
“¡Y cada día te quiero más!” Daitaro exclamó con energía mientras el otro terminaba sentado sobre el reposabrazos del sofá.
“...”
Al ver la expresión perdida del de ojos verdes, Daitaro no pudo evitar reír muy divertido.
“Haha, entiendo que te avergüence pero supongo que es mi deber hacerlo” dijo Daitaro “Si Daiki no puede, yo te lo diré todas las veces que pueda”
“...¿y era necesario hacerme caminar hasta acá?”
“Sólo porque tu reacción fue muy graciosa, no pude evitarlo, lo siento” Daitaro se rascó por detrás de la cabeza.
“Es sólo que me tomaste desprevenido…, pero sí, Daitaro, puedes ser muy rarito”
“Quizá. Hm… Aunque, oye, tienes suerte de que me dijiste todo eso a mí y no a Daiki. No me lo tomo personal, pero…, como hablamos hace rato, Daiki no se tomaría bien nada de lo que dijiste”
“Sí…, lo sé”
Ambos guardaron silencio. Masaru contempló la cálida sonrisa de su hermano por un momento.
“¿En verdad no te molestó lo que dije, Ira?...”
“¿Hm? No. Sé que tienes razón en que es raro que me exprese así, aunque no entiendo por qué les da pena…, pero trato de entenderlo, hehe”
“Supongo que necesitas experimentarlo para entenderlo…, como dices ‘te quiero’ una y otra vez, supongo que es normal que a estas alturas ya no te de pena”
“¿Acaso insinúas que no digo eso de corazón?” Daitaro arqueó una ceja con duda. “Quizá puede parecer que no, pero yo en verdad…”
“¡Sí, sí! Ya lo sé, no tienes que repetirlo, ya lo dijiste como 50 veces hace nada” Masaru suspiró. “En fin, lograste desviar el tema, pero, de una u otra forma lavaran los platos”
“...Vaya, sí que estás muy decidido en hacer que laven los platos, eh”
“Sólo es lo justo. No me molesta cocinar, pero las cosas como son. Seguro vendrán cuando les de hambre”
“Haha, es como si ya les hubieras cocinado un montón de veces” Daitaro retrocedió para entonces girarse y caminar de regreso a la cocina.
“¿A dónde vas?”
“No voy a lavar, no te preocupes. Sólo guardaré la harina de hotcakes y alguna otra cosa que vea” comentó el pelirrojo sin mirar atrás. Masaru vio a su hermano con curiosidad, esto, antes de sentarse bien en el sofá y mirar al techo con algo de cansancio.
“Hice enojar a Ira…, ¿no es así?... Daiki no puede decir abiertamente lo que Ira puede e Ira no admite cuando algo le molesta ¿o será que ni siquiera sabe que eso le molestó?... ¿Por qué tienen que ser tan raros?”
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Daiki salió rápido del apartamento y se dirigió al parque, donde había encontrado a Mitsuru corriendo con todas sus fuerzas como si creyera que lo estaban persiguiendo, claro, no se había dado cuenta de que Masaru se había rendido y se había regresado, por lo que seguía en pánico intentando huir.
El pelirrojo se veía incrédulo ante la ridícula escena de su hermano corriendo por su vida, por lo que no dudó en sacar su celular y grabar unos segundos de lo que quizá podía usar para negociar con él en un futuro. ¿Acaso era extorsión? Quizá. Pero no lo usaría a menos que valiera la pena.
“Oye, tonto” Daiki se acercó finalmente a su hermano, quien finalmente se había detenido para esconderse detrás de un árbol.
Mitsuru se quedó en silencio al ver que alguien se asomaba de un momento a otro. Se había quedado congelado mientras analizaba a la persona frente a él, en cuanto pudo procesar de quién se trataba, finalmente se relajó.
“¿Daiki? ¿Qué haces aquí?”
“Para ser un experto en juegos de supervivencia, me parece que habrías muerto patéticamente justo ahora”
“¡¿Qué?! ¡No es así!” exclamó el rubio antes de poner sus manos a sus costados y fruncir el ceño con evidente molestia. “Es sólo que Masaru venía detrás de mí, ¡no lo compares con un monstruo hambriento!”
“Si te portaste así con Masaru persiguiéndote, dudo mucho que salgas vivo si un monstruo hambriento fuera lo que te persiguiera… De hecho, agradece que no fue un monstruo hambriento”
“Si se tratara de un monstruo hambriento sé que podría guardar la calma y tomarmelo con más seriedad. ¡No subestimes mis habilidades!”
“...” Daiki no podía más que llamarlo ‘idiota’ en su mente; sin embargo, decidió ahorrarse el comentario de momento. “...¿Te das cuenta que estás tratando a Masaru como algo más peligroso que un monstruo hambriento?”
“...¿tú punto?” Mitsuru entornó los ojos. Daiki le regresó la expresión antes de cubrir su frente con hastío.
“A veces no sé si eres listo, imbécil o si sólo aparentas ser una de las dos cosas”
“Sé que no lo entiendes, pero es diferente a que si alguien te está persiguiendo. Me pone de nervios que me persigan”
“...Seguro”
“¡No necesito tu aprobación! Sé que si fuera algo de vida o muerte entonces podría demostrar bien de lo que soy capaz”
“Mitsuru, ya no le arregles, suenas menos creíble entre más insistes”
“Me callaré, no porque me lo digas, pero porque no tiene caso razonar con alguien que no ve más allá” Mitsuru miró hacia otro lado con indignación. Entendía que pudiera ser tonto el haber corrido así, pero… ¡Realmente no quería lavar los platos!
“En todo caso, la vida real no es lo mismo que un juego. No porque sepas qué hacer en un juego significa que sabrías qué hacer si pasara lo mismo en la realidad. Si huiste así porque tu hermano te persiguió, no creo que dures ni tres segundos vivo en cuanto vieras a un monstruo”
“Pues para tu información, me conozco y sé de lo que soy capaz. Sé que pondría más atención si mi vida y la de ustedes corriera peligro, no soy tan tonto como parezco”
“...” Daiki inevitablemente le dio un zape ante el comentario.
“¡Oye!”
“En fin, olvidemos eso, ¿qué hacemos?”
“¿Ah? …No me digas, ¿tú también corriste porque no querías lavar los platos?”
“Pues…”
“Oh…” Mitsuru murmuró antes de soltar una risa luego de pensar en esto.
“¿Ah? ¿De qué te ríes?”
“Seguro te viste más ridículo que yo al huir de Daitaro. ¿No te da pena haberle cargado la responsabilidad a tu gemelo?”
“...” Daiki se sonrojó fuertemente ante el comentario. “¡Tú también te escapaste así que no salgas con eso!”
“Quizá, pero sigue siendo más gracioso que supuestamente te sientas mal por haber sido egoísta y que igual hubieras decidido correr”
El pelirrojo ignoró el comentario para darse cuenta de que Mitsuru traía en brazos a Hachi. El perrito se veía despeinado, pero no parecía haberle importado el trato poco considerado del rubio.
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