Los niños miraban con curiosidad la forma en que Daitaro y Masaru caminaban por los pasillos, se veían muy felices examinando el lugar en búsqueda de ingredientes.
Mitsuru miró con algo de gracia la forma en que Daiki acariciaba la cabeza de Hachi mientras hacía un puchero. El rubio le ofreció cargar al perrito, pero el pelirrojo silenciosamente se negó. Mitsuru soltó una breve risa.
“¿Qué te pasa? ¿De qué te ríes?”
“Me da risa que celes tanto a Daitaro, es gracioso ver lo mucho que te importa”
“¿Qué?... No es como que estuviera pensando en nada así”
“Seguro…” El rubio lo miró con incredulidad. Daiki se vio molesto por esto, sin embargo, exhaló con aparente tristeza.
“No miento, en realidad algo me molesta…, pero si vas a estar burlándote no creo que tenga sentido decirte”
“¿Tanto te importa que me burle? No creí que te afectara tanto lo que yo dijera”
“...” Daiki frunció el ceño. Tenía ganas de pegarle pero decidió no hacerlo. “Es sólo que se ve que realmente quería cocinar”
“Hm…”
“Y me enoja pensar que todo el tiempo quiso eso pero no me lo dijo”
“¿Qué no era obvio? No creo que tuviera que decirte”
“...Y saber eso hace que me enoje más conmigo mismo” contestó Daiki “No me gusta pensar en que lo estuve obligando a ponerse de mi lado, pero tampoco puedo ponerme del suyo. No cuando ese tipo podría echarnos del apartamento…”
“Sí que le temes a eso eh… Mira, no te preocupes, yo creo que es más trabajo echarnos a sólo ignorar que nos vio cocinando” dijo Mitsuru “Es poco probable que llegue de la nada, y suponiendo que lo haga, siempre podemos invitarlo a comer. Dudo que nos corra si no causamos ningún accidente”
“¿Por qué estás tan seguro?”
“Porque es más posible que olvide que nos estuvo amenazando con eso, sólo tienes que actuar más casual, si tiemblas y tartamudeas no harás más que volver las cosas difíciles”
“...” Daiki miró hacia otro lado, cerró los ojos por un momento antes de mirar al techo. “¿Crees que soy tonto por preocuparme así?”
“No lo sé, ¿te sientes tonto por preocuparte tanto?”
“...Tal vez”
“Vaya” Mitsuru se vio sorprendido por un momento. Daiki lo miró con hastío al darse cuenta de su expresión. “No creí que fueras a admitirlo”
“-...Cállate”
“Aunque sigo creyendo que es mala idea que cocinemos, a saber qué resultará… No quiero enfermarme del estómago” comentó Mitsuru expresando su temor a la comida potencialmente incomible.
“Supongo que mientras no quememos la cocina, lo que resulte es lo de menos”
“¿Entonces ya no piensas intervenir?”
“...” Daiki miró hacia los pasillos. Aunque no los viera, tenía la imagen mental de sus hermanos pasándola bien. “Trataré de no hacerlo”
“Imagino que no quieres interferir con la felicidad de tu gemelo entonces”
“...Masaru también parece estarse divirtiendo”
“Eh… ¿Entonces la forma de persuadirte de hacer cosas es simplemente llevarte la contraria?”
“¿Qué?”
“Porque ahora que te llevaron la contraria y los ves felices entonces reconsideras tu postura. Es curioso que aunque aparentemente sean diferentes en conducta, al final siguen pareciéndose incluso en eso”
“...” Daiki lo fulminó con la mirada. Mitsuru lo miró con incredulidad.
“Así que puedes asesinarme con la mirada todo lo que quieras, al final, eres igual de débil que Daitaro por nosotros, haha”
Sin poder contenerse, Daiki le soltó un golpe con mucha irritación. Se sentía avergonzado porque el otro dijera esto, pero… No podía negar que ver a sus hermanos pasarla bien lo llevaba a replantearse si lo que temía realmente ameritaba tanto.
Es sólo… No podía evitar sentir que había sido increíblemente egoísta; no obstante, aunque se estaba cuestionando muchas cosas, no entendía bien su propio sentir. Tan sólo sabía que estaba molesto, y esa molestia no parecía que fuera a irse pronto.
*“¡Woof! ¡Woof!” los ladridos repentinos de Hachi interrumpieron los pensamientos de Daiki. El pelirrojo miró al cachorrito inquieto entre sus brazos con curiosidad.
“¿Ah? ¿Qué sucede?”
“Pues… Por como se está moviendo, diría que ya está harto de que lo carguen” comentó el rubio al entonces sonreír con burla. “Pero bueno, con lo mucho que te gusta cargarlo al punto de quitarmelo en cuanto soltaste la mano de Daitaro, no me sorprende que no te dieras cuenta de eso”
“¿Y qué tiene que lo cargue? Será más apegado a Daitaro pero yo lo encontré así que es mío”
“¿Qué importa si tú lo encontraste? Daitaro es el que decidió hacerse más responsable e incluso tiene un collar parecido a los brazaletes de Daitaro, así que…”
“¡De todas formas yo lo encontré! …Y aunque tengas razón, ¿eso qué tiene que ver con habertelo quitado? ¿Tanto querías cargarlo?”
“...No, pero veo que tú sí” concluyó Mitsuru al observar al cachorrito inquieto. “Entonces… ¿No deberías bajarlo para que camine?”
“¿Acaso eres tonto? Si hago eso podría irse corriendo y perderse”
“Pues sí, pero… De todas formas no creo que aguante mucho en tus brazos” Mitsuru veía al perrito tratando de zafarse de los brazos de Daiki. “Mejor bájalo o puede que te muerda por desesperación”
“Aunque lo haga, es un cachorrito, sus mordidas no duelen” declaró muy seguro de esto, no obstante, al sentir al cachorrito moverse de un lado a otro expresando su frustración, Daiki debió aceptar que necesitaba caminar.
“Hmm… No traemos correa, tienes razón, quizás no sea buena idea…” murmuró el rubio antes de ponerse a la altura de Hachi. “Oye, oye, podemos bajarte, pero, debes prometer que no te irás corriendo si hacemos eso”
“No seas idiota, no le puedes pedir que…”
“¡Woof!” Mitsuru tomó el ladrido efusivo como señal de aprobación y pronto le dio la señal a Daiki de que todo estaba bien. El pelirrojo evidentemente lo miró con incredulidad pero decidió bajarlo ya que Hachi realmente parecía necesitarlo.
Daiki lo dejó en el piso mientras consideraba que todo estaría bien mientras no le quitaran la vista de encima.
“¡Woof!” Hachi se veía muy satisfecho por poder estar en el piso y caminar. Los niños lo vieron con algo de culpa.
“Hachi, Daiki lamenta no haberte dado oportunidad de ser libre, no lo odies mucho” dijo Mitsuru con sus palmas juntas en señal de disculpa. Ambos niños observaban al cachorrito con atención para cuidar que no se fuera corriendo.
“¿Qué? ¡Pero si yo no fui quien lo cargó todo este tiempo! Apenas lo cargué ahorita”
“¿Y quién lo cargó el resto del tiempo?”
“Daitaro”
“Y Daitaro es tu gemelo”
“¿Y eso qué tiene que ver?”
“Como su gemelo es tu deber hacerte responsable por su error”
“¿Eh…? Eso no tiene sentido…”
“De acuerdo, entonces… Como tú lo encontraste, debiste haberle dicho a Daitaro que lo dejara caminar”
“Pude haberlo hecho pero sigue siendo error de Daitaro, no mío” declaró el de ojos rojos malhumorado.
“Entonces dile que se disculpe con Hachi cuando lo veas”
“Uh…” Daiki miró hacia otro lado. “¿Y yo por qué tengo qué…?”
“¡Oigan! Ya casi salimos pero… ¡¿Quieren algo?!” exclamó Masaru desde la caja registradora más cercana. Daiki volteó en su dirección, tratando de ignorar a la gente que los estaba viendo.
“¡Oh, oh! ¡Yo quiero helado, compra helado!” exclamó Mitsuru al mirar al pelinegro con ilusión. Era un tanto curioso cómo su energía podía cambiar de un momento a otro con tan sólo pensar en el delicioso postre helado que podría tener dentro de poco.
“¡¿Daiki, quieres algo?!”
El pelirrojo frunció el ceño al escuchar su nombre. ¿Tenía que llamarlo por su nombre? Ahora toda la maldita tienda sabía cómo se llamaba… ¿Y eso por qué importaba? No lo sabía, pero le avergonzaba de sobremanera saber que había sido expuesto de esa forma.
“¡Una bolsa de frituras, ahora deja de gritar!”
“¡De acuerdo, jefe!” exclamó Masaru al regresar corriendo entre los pasillos. Daiki tan sólo se quedó sonrojado por el intercambio que acababa de pasar. ¿Por qué tenía que ser tan gritón? No ayudaba que a su hermano no le importaba llamar la atención de esa manera.
“Haha, Masaru sí que sabe como avergonzarte sin siquiera intentarlo” comentó Mitsuru.
“Es demasiado ruidoso para mi gusto, y para colmo me volvió a llamar jefe”
“¿Acaso puedes culparlo? Te comportas como uno”
“¡No es cierto! …Uh…” El pelirrojo miró a Mitsuru con molestia antes de mirar hacia el espacio donde estaba Hachi anteriormente… Encontrando que ya no estaba.
“¿Qué?” Mitsuru siguió la mirada de Daiki y al darse cuenta de lo que sucedía, la calma se desmoronó de su rostro inmediatamente. “¿H-Hachi? ¿A dónde…? Oh no…” el rubió miró en pánico hacia los lados, trataba de guardar la calma pero le era imposible no ponerse nervioso, esto, más que nada por haber sido quien había propuesto la idea de bajarlo.
“Mitsuru, cálmate” dijo Daiki de una forma tranquila pero firme. “No pudo haber ido muy lejos, observa tus alrededores con calma y mira si ves algo extraño. Tú revisa ese lado, yo voy por acá. Grita si lo encuentras”
Mitsuru sintió como su hermano sujetaba su hombro por un momento antes de soltarlo y caminar hacia el lado que había dicho seguiría. El rubio observó cómo Daiki miraba por debajo de los cajeros en busca del cachorrito.
Inspiró hondo en un intento de recobrar la compostura y en seguida siguió la instrucción dada por su hermano. Sabía que Daiki estaba muy preocupado, pero respetaba mucho que él pudiera guardar el control y dar indicaciones de forma atinada.
“¡Ahhhhh, qué lindo!” ante el grito de varias chicas, los niños voltearon a verlas y en seguida corrieron en su dirección.
Tanto Daiki como Mitsuru se agacharon frente a la caja registradora donde estaban las chicas, encontrando a Hachi sentado. Había volteado a verlos casi enseguida.
“¡Woof!” al verlo ladrando felizmente, los niños se vieron más tranquilos pero todavía debían atraparlo para estar completamente en paz.
“¡Hachi, ven aquí!” exclamó Daiki al intentar que el cachorrito se acercara por su cuenta a sus manos. Hachi observó la mano del pelirrojo por unos segundos antes de girarse y correr hacia dentro de la tienda.
“¡Hachi! ¡No, regresa!” Mitsuru exclamó al ver al perrito irse a toda velocidad dentro de la tienda.
Daiki se puso de pie rápidamente y siguió a Hachi dentro de la tienda seguido de Mitsuru. Lamentablemente era un lugar relativamente grande así que Hachi podría esconderse donde fuera.
Al perderlo de vista, Daiki dejó de correr para entonces sacar su celular.
“¿Piensas hablarle a Daitaro?”
“Sabes que no suele contestar su celular” dijo el pelirrojo en lo que marcaba. Segundos después, escuchó la voz de su hermano.
[¿Daiki? ¿Qué pasa? ¿Se aburrieron y entraron de ilegales a la tienda?]
“Hachi entró corriendo a la tienda, lo perdimos de vista. ¿Está Dai-”
[¡No entres en pánico! ¡Verás cómo encontramos a Hachi dentro de nada!]
“¡No estoy alterado ni nada así!”
[¡No te preocupes, lo atraparemos!]
Daiki soltó un suspiro al ver que su hermano lo estaba ignorando.
“¿Está Daitaro contigo? Le marcaría pero seguro tiene su celular en vibración como siempre”
[No, él se fue a otro pasillo, puedo buscarlo y avisarle si quieres]
“Sólo dile si te lo topas mientras buscas a Hachi, de lo contrario no te molestes”
“Espero que nadie se robe a Hachi…” murmuró Mitsuru sonando nervioso de nuevo.
“¡No hagas comentarios desagradables!” exclamó Daiki a Mitsuru. Le perturbaba siquiera considerar la idea por lo que era casi imposible no reaccionar mal.
“...” Mitsuru tan sólo miró hacia otro lado sintiendo incomodidad ante la idea.
[¡Buscaré desde un punto alto a ver si puedo encontrarlo más rápido!]
“¿Qué? Ah…, bien, aunque te diga que no vas a hacer lo que quieras… ¡Hazlo pero asegúrate de que no te vean!”
[¡A la orden, jefe!]
“¡No me llames…!” sin poder terminar la oración, Daiki escuchó el tono anunciando que Masaru había colgado. “Uh…”
“¿Estaba Daitaro con él?”
“No. Dijo que se fue a otro pasillo, pero no podemos perder el tiempo buscándolo así que será mejor que nos apresuremos a encontrar a Hachi nosotros”
“Pero son gemelos… ¿Acaso no puedes adivinar dónde está?”
“¡Eso no importa! ¡Sólo ponte a buscar a Hachi de una vez! Ve y búscalo dónde está la ropa por si se escondió allá”
“Ehh…, ¿qué quieres decir con eso de que no sabes dónde puede estar? …Apestas como gemelo sabes”
“¡Sólo ve de una vez!”
“Sí, sí… jefe” dijo Mitsuru al irse viéndose fastidiado. Daiki suspiró justo después de escucharlo. Debía admitir que al principio no le había molestado que le dijeran ‘jefe’, pero…, entre más lo decían más se hacía evidente que lo decían para sugerir algo desagradable. Bueno, no sabía si Masaru lo decía por lo mismo pero al menos sabía que Mitsuru le estaba llamando ‘gruñón, autoritario, mandón’ y derivados.
“¡Hachi! ¡¿Dónde estás?! ¡¡¡Hachi!!!”
El pelirrojo se vio entre confundido y alarmado por los gritos repentinos, pero bien, era sólo su hermano pelinegro que había pasado corriendo frente a él, gritando sin preocupación alguna. Cubrió su rostro con una mano queriendo encontrar paciencia.
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