Rosa Negra: En su cuarto sentado en su cama se encuentra Felipe muy pensativo y preocupado, aún tiene su bata de dormir, es muy temprano; lo miro intrigado, de pie a un lado de la cama.

–¿Vamos a seguir hasta que los vándalos decidan salir a atacar o negociar? –Felipe pensativo me pregunta. Dudo que sea ese el verdadero motivo de sus dudas.

–Hablaremos un poco más hoy, no es prudente atacar sin estar listos –serio le respondo, y no me refiero solo a el entrenamiento físico. –¿Por qué tu madre no cena con ustedes?... ¿Qué ocurre? –.Es algo que debo saber entre otras cosas.

–Madeleine es la novia de papá desde hace como 8 meses, pero si la quiero de toda la vida como mi madre. Es la única madre que he tenido –Felipe deprimiéndose me revela.

–Eso es aclarador –comprensivo le digo.

–Eso es bueno. Muy bueno; me alegra que sean novios, significa que en algún momento se van a casar y como ambos aún son muy jóvenes seguro tendré hermanos menores en un par de años –Felipe intentando alegrarse a si mismo me explica.

–Eso suena bien, sin embargo he notado que por momentos te quedas pensativo y pareces estar de luto –. Debo insistir, si algo le produce dolor y lo desconozco puede afectar nuestro enlace.

–Estoy de luto por mis abuelos, murieron en un incendio el año pasado; su casa se incendio. Aquellos por los que soy un Verdugo –Felipe deprimiéndose de nuevo me revela. Comprendo su pena, aunque me intriga que no los llame《abuelos maternos》.

–Aún te duele por lo que escucho –. intento ser compre sirvo al hablar, debo poder ser su confidente.

–Si entiendo por qué papá y mamá hace nada se hicieron novios es porque ellos me contaron algo de lo que les paso –Felipe serio me cuenta. Veo que tendré muchas revelaciones aquí.

–Las malas experiencias son difíciles de hablar, además seguro no quieren que piensen que algo es tu culpa –calmado y compresivo le explico.

–Sabes, mis abuelos me dejaron algo, pero aún no lo he abierto –Felipe dudoso me cuenta.

–¿Temes qué te cause dolor? –reflexivo le pregunto. Es algo bastante obvio, pero para alguien en su situación es necesario hacerle estas preguntas.

Él joven se levanta, busca entre su ropa hasta encontrar una caja azul de cartón, no muy grande como para guardar baratijas; la cual pone en la cama mostrándomela solo la mira.

–Se que hay, pero no sé qué hacer –Felipe compresiblemente confuso me comenta.

–Te aconsejare con lo que pueda –. Son las mejores palabras para este momento.

–Hay 4 diarios, 1 de mi abuela, otro de mi abuelo, y los otros 2 son de ella –Felipe conteniendo su dolor me revela.

–¿Ella? –con gran intriga pregunto. Para que se refiera así a su madre biológica debió pasar algo muy malo.

–No quiero mencionarla. No solo porque mis abuelos no querían que lo hiciera es que no es nadie para mi, pero fue alguien cruel para ellos. La exnovia de papá –Felipe fastidiado me explica.

–¿Sabes la razón por la qué te los dieron? –. Esto solo me produce dudas.

–Me dijeron que era para cuando tuviera preguntas y ya no estuvieran, pero no quiero saber nada de ella –Felipe incomodo me comenta. Rascándose la cabeza.

–En ese caso quédate con los de ellos 2, en algún momento queras saber que querían explicarte, o disculparse. Las otras pregúntale a tu padre si las quiere –. Es lo mejor que le puedo sugerir.

–¿Qué? No creo que quiera saber de ella por la forma en la que se que lo dejo –Felipe sorprendido me dice.

–No te lo dirá en la cara, pero es posible que tenga dudas sobre ella. Era su pareja debió amarla de alguna manera para que digas que fue cruel –. Quienes más te hacen daño son quienes más cerca tienes.

Él joven se me queda viendo pensativo unos momentos, tras cambiarse para la academia saca de la caja 2 de los diarios 1 rosa y otro azul con un corazón, los cuales pone a su lado mientras desayuna, cuando su padre llega no los nota hasta que terminan y Felipe se levanta sin tomarlos.

–Dejaste los cuadernos en la mesa – Eduardo muy tranquilo le avisa.

El joven no voltea a ver a su padre, lo que si hace es ponerse muy serio, Eduardo mira a su hijo con extrañes. No los culpo por ponerse así, es normal con los temas que se prefieren evitar.

–No son cuadernos, son unos diarios que mis abuelos me dieron, pero esos 2 no los quiero. Me dijeron que eran de ella y que al leerlos tuvieron que aceptar unas cosas sobre ella que les dolieron, pero no es nadie para mi. No sabia que hacer con ellos, Rosa Negra piensa que tal vez tú los quieras –Felipe casi impávido le habla.

–Entiendo –Eduardo incomodo apenas le responde.

Él joven se va mientras su padre no se inmuta, Trueno me hace señas para que me vaya y evite las preguntas. Luego le preguntare los detalles.

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Eduardo: Hasta que Felipe se ha ido de la casa no me muevo de la mesa; tomando los 2 diarios llevándolos conmigo a la oficina donde me quedo mirándolos intrigado y algo nervioso, sentado en mi escritorio. Miro el verde, lo abro y lo vuelve cerrar como si nada, pero me inquieto; tomo el rosa, lo abro, veo algo que me molesta y lo cierra rápido. En eso entra Madeleine quien me ve preocupada al notarme alterado, se me acerca, se queda de pie tras de mi, colocando sus manos sobre mis hombros.

–¿Qué ocurre Eduardo? –preocupada me pregunta.

–Felipe me dio esto, se lo dejaron sus abuelos –incomodo le digo.

–¿Y cual es el problema? –preocupada y confundida me pregunta.

–Este es el problema –incomodo le digo y tomo aire.

Abro el diario rosa, lo que me molesto fue una foto donde estoy de 17 años, me veo serio, pero tranquilo. Cargo en los brazos a una jovencita de cabello azul y puntas rojas, ojos vino tinto, tez blanca, delgada, bajita no parece mayor que yo. En esa foto llevo el uniforme de la academia de ese entonces, parecido al de mi hijo, y ella solo en la parte superior, en la parte inferior tiene puesto un mocho de mezclilla corto, y unas sandalias negras. Estabamos en un evento y…

Miro la foto incomodo y molesto, Madeleine luce frustrada y seria, en ese momento masajea mis hombros lo cual me relaja levemente.

–Es molesto como todo esto aún nos afecta a los 2 –incomoda comenta.

–Como no lo haría cuando paso de la noche a la mañana, al menos yo no vi señal alguna de que se iría de pronto dejándonos a Felipe y a mi, de esa manera –entristecido le vuelvo a comentar, ya no se cuantas veces lo he hecho.

–Yo tampoco vi ninguna señal. Supongo que estamos ciegos –con dolor en su voz lo comenta, mientras me entierra las uñas en los hombros. Mejor que el masaje.

–Ambos se veían tan confiables –. Nuestros ex no son para recordar.

La foto esta unida a la hoja solo por un clip que quito, dándole la vuelta y leyendo lo que esta escrito, dejándome desconcertado, a Madeleine confundida y a nuestras esencias mirándose él uno a la otra.

Trueno quien luce como un mago vestido de morado, con gorro y unas telas sobre la cara a quien solo se le distinguen unos labios gruesos, pues todo lo demás es cubierto por su ropa. Carmesí quien luce como un hada de 30 centímetros, con un vestido rojo con violeta acorde a su apariencia fantástica, cuyo rostro es una mascara bellamente decorada con ojos dorados. Tampoco parecen saber que decir.

–Eso es extraño. ¿No tenían 17? –incomoda, y quizá algo perturbada me habla.

–Esa era mi edad, pero ella tenia 19 –sorprendido de mala manera le aclaro.

–Eso no hace que esas palabras sean normales –igual que antes señala.

–Me lo dices a mi. Jamás la escuche decir una sola grosería, de modo que este lenguaje, entre lujuriosos y lascivo se me es extraterrestre. Como lo veo, la conocí menos de lo que me imaginaba –igual le respondo. Esto casi es vulgar, y hablo con la verdad al decir que siempre hablo con propiedad.

–Al igual yo con mi exmarido –incomoda y fastidiada dice.

Guardo la foto en el diario y pongo ambos en una gaveta. Los 2 nos vamos del lugar al patio a buscar aire fresco. Ella fue mi novia y una amiga para Madeleine. Se que detallar un encuentro sexual no tiene nada de raro, yo lo hice con ella y también he colocado algunas descripciones en mi diario de mis encuentros con Madeleine, el problema, la sorpresa y extrañes es el lenguaje que uso al escribir esas palabras.

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Trueno: Carmesí y yo los vemos desde una ventana, como siempre parecemos flotar rodeados de unas tenues neblinas de colores que son solo energía que no detallamos en forma humana. Ahora necesitan estar solos, y por suerte podemos darles espacio. Lo que se podría llamar nuestro cordón umbilical es largo.

–No entiendo. Quizá lo escribió después que paso los 20 –Carmesí buscando lógica comenta.

–Tenia el año en que paso, además lo escribió en presente. Quizá a eso se referían los abuelos de Felipe con que tuvieron que aceptar unas verdades. No era como se mostraba –con voz molesta le hablo.

–Que horror. He tenido humanos que disfrutan de describir sus encuentros sexuales, pero ese lenguaje es muy fuerte para alguien de esa edad –Carmesí confusa habla, aunque para un humano puede sonar adormilada.

–Esto es demasiado incomprensible –. Es todo lo que puedo opinar. Vi a esa mujer por años como amiga y luego como amante de Eduardo y jamás la vi como alguien tan atrevida.

–Que cosa tan irónica, todos nos creímos su actuación, pero su talento fuera de nosotros no le ha dado para sobresalir en ese gremio –. Si ese tono apenas más despierto que el anterior es su voz irónica.

Ambos lucimos muy serios y desconcertados, pero no más que nuestros humanos, los mismos casi ni pueden componerse para poder hacer su trabajo.

Al rato vamos al cuarto de guerra, ya con sus trajes puestos; sentados en sus lugares, aún estamos solos, mirándonos incomodos e intrigados.

–Ella fue parte de mi paisaje, fue una amiga por muchos años, y es posible que si mi padre no hubiera muerto… yo no habría tenido nada con ella. El asunto es que tuve algo con ella y duele pensar que no la conocí para nada –. Apenas puede hablar.

–Calma, no había como saber que podía hacer esto. Siempre se mostro alegre, paciente y comprensiva. Ahora olvídala, el Hada Carmesí es quien esta a tu lado y a quien debes amar –. Es lo mejor que puedo decirle.

–No es fácil hablar de esas cosas, no fueron buenas al final –Hada Carmesí, Madeleine habla.

–Todos pasamos por malos momentos de una forma ú otra –Carmesí trata de aliviarla.

–Un día teníamos todo lo que queríamos en la vida para ese momento y al siguiente día literal todo eso se derrumbo –incomoda y resentida lo dice. No puedo culparla.

Los demás llegan y toman sus lugares, notando pronto la falta de atención de sus colegas, lo cual les preocupa, pero nadie pregunta nada que no sea del trabajo. Durante el descanso no dudo que los amigos les hagan preguntas.