Azucena: Ya terminamos las clases, en la entrada me acerco con algo de pena a Felipe, el chico que me gusta, rubio con el cabello lacio a la cintura con las puntas negras, ojos vino tinto, y tez morena, mide 1: 60 centímetros; de contextura delgada y tonificado, quien trata de disimular su incomodidad hacia mi; a su lado derecho esta una de mis compañeras de salón, de las que se sientan al frente, de cabello casi a los hombros morado con una línea negra; ojos dorados; tez malaya, de 1: 50 centímetros; lleva varias carpetas en las manos, tiene una mirada seria que apenas logró ignorar. No soporto ni verla.
–Hola, Felipe, este yo, quería darte esto… –le doy la carta intentando no tartamudear.
–Gracias, eres muy amable, Azucena –Felipe amablemente la toma. Ella lo está mirando fijamente.
–Bueno, espero que te guste y… –yo trato de despedirme, pero…
–Tengo que irme ya, espero que te vaya bien. Adiós a todos. Dolores te llamare para que me expliques la clase de la que hablamos –Felipe algo incomodo apenas puede hablar.
–Si, claro, adiós –calmada digo, solo quiero ser amable.
–Desde luego. No olvides revisar tu correo, te mande ya los diseños preliminares de los trajes –Dolores con su voz adormilada le habla, ignorándome.
–¿No es algo pronto para eso? –le pregunto confusa, el carnaval es en un mes.
Sus amigos que parecen ponerse entre él y yo, lo cual me incomoda, en especial por Dolores quien me mira con recelo. Felipe se sube al auto café claro desde el cual lo llamaba Madeleine, una mujer de cabello corto rojo y flecos morados; ojos verdes y tez malaya, gruesa y voluptuosa al punto de que los botones de su camisa amarrilla parecen a punto de despegarse, aunque su chaqueta roja ajustada parecen mantener todo en su sitio, lo acompaña con un pantalón algo holgado negro y tacones amarrillos de 6 centímetros, mide 1: 80 centímetros. Ella lo recibe sonriendo mientras se van tras cerrar la puerta del vehículo.
Ella y su padre lo vigilan como si tuviera aún 7 años, simplemente lo llevan y lo traen a dónde sea, además controlan otras cosas de su vida para las cuales tiene edad para manejar solo.
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Felipe: No sé por qué insisto en leer sus cartas, me incomoda, como me preocupa y la rompo, apenas llamando la atención de mamá. Es ahora una situación compleja la que tengo con Azucena.
–No entiendo lo que intenta decirme. ¿Qué pasa, Mamá? –confundido y algo abatido hablo.
–Es la edad, todos están entre los 13 y los 14 es una etapa complicada –mamá tranquila me dice.
–Mamá, ella está muy rara. Y parece que ya olvidó lo que me pasa –abatido le comentó, Azucena es o era una gran amiga y su conducta está cambiada.
–Tu padre tiene acosadoras peores –mamá a modo de broma me dice. Pero no es lo mismo.
–Lo sé. Igual no la hace más agradable. Solía ser más simpática –incómodo le menciono.
–Recuerda que eres famoso, esto es parte de la fama. Y no conseguirás una orden de alejamiento por lo que has dicho –mamá insiste en bromear con eso.
–Madeleine –frustrado es todo lo que puedo decir. Si, la acabo de llamar por su nombre, hago lo mismo con papá cuando me irritan.
Esas palabras me decepcionan o molestan no sé. Pasado un rato llegamos a casa; una bella propiedad, una mansión de 2 niveles de diseño colonial casi en medio de la ciudad. Al entrar yo voy a mi habitación, y mamá sube a la oficina donde debe estar papá.
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Madeleine: Al entrar a la oficina donde trabajamos encuentro de pie, al padre de Felipe, un hombre de cabello largo a media espalda rubio con las puntas verdes; ojos verdes, de mirada casi seductora, y tez morena, no es ni muy robusto ni muy delgado, de 1: 90 centímetros. Su camisa blanca esta desabotonada arriba dejando ver debajo una camisilla negra, denota un cuerpo bien tonificado, usa un pantalón ceñido, y zapatos negros formales. Si no me cuido acabaré contra la pared. Me recibe con calma sonriendo suavemente, ya me estaba esperando, sé que luzco preocupada lo que lo intriga apenas lo nota, me quedó de pie junto al escritorio.
–Esa acosadora sigue insistiendo con el niño, Eduardo –le informo seriamente en el acto.
–Por lo visto hablar con sus padres y los profesores no fue suficiente –Eduardo serio me comenta.
–Bueno si alguien sabe de tercas ese eres tú –algo jocosa bromeó con el tema. No debería, pero no puedo evitarlo.
–Y no permitiré que Felipe pase por lo mismo, ¿Ahora dónde está? –Eduardo serio me habla. Para él no es tema de broma.
–Fue a su cuarto a reposarse. Aunque lo cierto es que cada vez la quiere más lejos –calmandome le respondo.
Comenzamos a revisar unos documentos sin dejar de pensar en esa situación. Le han pasado tantas cosas que no puede ignorar para nada este asunto.
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Rosa Negra: En su habitación descansando está el muchachito, de paredes de tonos metálicos, llenas de estantes con premios deportivos, fotos familiares y libros. Sin que este se dé cuenta como gato negro merodeo alrededor de él quien prende el televisor, creo que es el nombre de ese aparato, y pone las noticias, problemas entre poderosos hay bastantes casi se olvidan otros temas. Lo ocurrido con el grupo de personas se menciona, todos perdieron sus joyas dicen, obra de《Rosa Negra》agregan, según por haberlo despertado sin permiso de quienes tienen la autoridad para ello y que se lo tienen merecido. Cuanta razón.
–Todo esto no mejora nada. No entiendo ¿por qué arriesgarse a eso? Sobre todo con el temperamento que dicen que tiene. Además esta no es manera de resolver desacuerdos –Felipe intrigado y confuso cuestiona la situación y a esas personas.
Se cambia su uniforme colocándose una camisa blanca y un mocho negro, que denotan el buen estado físico del joven, quien se pone a hacer sus deberes, sonriente sigo aquí oculto. Confirmando lo que mi amor me ha contado.
Pasadas unas horas se ha dormido, su ropa de dormir es café claro, a su lado estoy sentado mirándolo con calma, busco algo en él con la mirada, el brillo de mis ojos dorados no pareciera molestar de ninguna manera a Felipe, su sueño es plácido y tranquilo. Se que esto es raro entre humanos, pero para nosotras las esencias es algo normal.
–Estamos de acuerdo en algunas cosas, lo que es magnífico. Eres un buen candidato, lo que es bueno ya que no parece que tenga tiempo para ponerme quisquilloso. No se ni por qué me sorprendo te recomendó mi amor –bastante satisfecho hablo aunque se que no me escucha.
Lo vigilaré toda la noche; el viento sopla con fuerza mientras la luna llena brilla con intensidad y belleza. Una hermosa vista.
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Azucena: En mi habitación pintada de amarrillo estoy deprimida, con una bata de dormir púrpura. En una de las paredes tengo pegadas a una cartulina un montón de fotos se Felipe, donde está participando en diversas competencias. Ahora estoy escribiendo en mi diario el cual es rojo.
–¿Qué tengo que hacer para tener su atención? Parece que no existo para él. No puedo creer que los demás ya no me hablen, son muy exagerados… mejor comienzo con los deberes o nunca dejaré de tener problemas –. Solo hablo para mi, intento pensar.
Hago mis deberes sin ganas, me distraigo muy seguido viéndolas fotos. Quisiera que no fuera así, pero no puedo evitarlo.
–¿Qué más puedo hacer? Ya las otras ni me quieren ayudar, y cuando lo hacen no es de la mejor manera. Solo necesito una oportunidad –. Solo pienso en él, es tan molesta mi situación.
Trato de mantener el buen ánimo en clases, pero ya en la noche quedo sin ganas de nada, es solo que no tengo claro que más hacer.
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