“Vaya… Espero que no sea una señal de mala suerte” comentó Daitaro. Daiki le dio un codazo al escucharlo.
“¡No lo es! Masaru sólo tuvo un tonto sueño sin sentido”
“¿De nuevo te da miedo que mencione la ‘mala suerte’...?”
“No es así, pero no es necesario creer que fuera porque algo malo vaya a ocurrir”
“Nadie dijo nada sobre que algo malo ocurriría” comentó Daitaro al ver a su gemelo con curiosidad. Daiki frunció el ceño ante eso.
“¡¿Pues qué más sería si hablas de mala suerte?!” exclamó Daiki. Mitsuru tan sólo veía el intercambio con interés.
Masaru observó y escucho el intercambio por unos segundos antes de decidir ir a la cocina a buscar algo de comer. Debía haber otra cosa en alguna parte, ¿no?
Después de buscar por unos minutos, Masaru se dio cuenta de que efectivamente no había nada que no fuera lo mencionado por Mitsuru.
“Vaya… De verdad no hay nada más que esto y unas botellas de agua”
“Sí, son las cosas que compró nuestro tío para que comiéramos este mes, ¿recuerdas?” sugirió Daitaro, quien había entrado a la cocina junto con los otros dos.
“Aunque también nos dejó dinero…, ¿qué tal si vamos a comer algo con eso?” comentó Mitsuru con una gran sonrisa.
“Hmm, no lo creo” dijo Daitaro. Ante la expresión de decepción de su hermano, no pudo evitar sonreírle con amabilidad. “Es sólo que siempre quieres comer afuera… Si hacemos eso el dinero se acabará pronto y tenemos que procurar que dure todo el mes”
“Quizá, aunque… Daitaro, no creo que tenga nada de malo salir a comer esta vez” dijo Daiki. Mitsuru asintió fuertemente.
“La semana pasada salimos a comer… A mi también me gusta salir, pero, no podemos sólo seguir saliendo sin pensar en el dinero… ¿Qué vamos a comer si seguimos así?”
“Pues la comida sin chiste que hay supongo” respondió Mitsuru mientras se encogía de hombros.
“Eh… Se supone que queremos evitar seguir comiendo lo mismo…” Daitaro no sabía qué tenía esa solución de diferente, ya que, hacer eso sólo postergaría el problema actual.
“¡Lo tengo!” Masaru exclamó luego de ocurrírsele una idea. Los otros tres lo miraron con curiosidad. El pelinegro sonrió con mucha confianza ante su idea. “¿Qué tal si cocinamos algo?”
Ante la sugerencia, Daiki y Mitsuru intercambiaron miradas por un instante mientras que Daitaro se veía interesado por la propuesta.
“¿De nuevo con eso? Masaru, nadie aquí sabe cocinar” dijo Mitsuru.
“Además de que ese señor nos prohibió hacerlo” dijo Daiki “Si se entera podría corrernos…”
“¿Señor? Daiki, es nuestro tío… Hablas como si fuera un desconocido” comentó Daitaro. Daiki asintió sin creer que lo que había dicho antes estuviera mal.
“Decirle tío suena a que es familia, no considero que lo sea. Es verdad que tenemos comida y techo gracias a él, pero… No se siente cercano” Daiki declaró al cruzarse de brazos. “Así que le diré como se me antoje”
“Daiki…” Daitaro se veía un poco consternado, pero, no podía culparlo por eso… No cuando tenía razón y quizá el extraño era él por estarlo llamando tío; sin embargo… ¿Cómo no hacerlo? Era el único pariente que podía ‘cuidarlos’ de alguna manera.
Notando a su hermano decaído, Daiki frunció ligeramente el ceño.
“Lo siento, Daitaro, pero no quiero llamarlo así. Si tú quieres hacerlo no te diré nada”
“Bueno… Eso no es lo importante aquí, estábamos hablando sobre cocinar, ¿recuerdan?” dijo Masaru al no querer involucrarse en lo mencionado. Más que nada porque opinar era ponerse de un lado o de otro, y aunque no le importaba hacer enojar a Daiki como tal, no tenía ganas de hablar al respecto en este preciso momento.
“Masaru, ya has propuesto la idea en otras ocasiones y la respuesta sigue siendo la misma” dijo Daiki.
“Pero… No creo que esté bien que sólo vivamos a base de lo que nos compra…” comentó Masaru. “Además de que si no hacemos eso entonces salimos a comer, ¿qué tiene de malo que cocinemos?”
“Lo que sucede es que no tiene nada de malo, pero si ese hombre llega cuando estemos haciendo eso…” comentó Daiki antes de ser interrumpido por Mitsuru.
“Masaru, ¿acaso no es obvio que a Daiki le da miedo?” preguntó Mitsuru al arquear una ceja expresando incredulidad. “No te va a responder algo diferente”
“¡¿Qué?! No es miedo, no es que tenga miedo… Es sólo que si ese hombre sabe podría corrernos de aquí…”
“Creo que ese hombre sólo cree que los niños son tontos y si intentamos cocinar terminaremos destruyendo el departamento de una forma u otra” sugirió Mitsuru.
“Pero no significa que deba ser así…” Masaru respondió afligido. “¿Cuánto tiempo llevamos de esta forma? Pudimos haber cocinado algo todas esas veces que no lo hicimos por creer que vendría”
“Cierto, aunque… ¿Qué no es mejor sólo salir a comer? Podríamos hacer una excepción hoy… Seguramente podemos vivir a base de sopas instantáneas mañana” dijo Mitsuru. Masaru lo miró con irritación, mientras que Daitaro le dedicaba una expresión de completa incredulidad.
“A ti realmente te da igual si cocinamos o no, verdad…” dijo Daitaro. Era muy de Mitsuru no darle importancia más que a lo que realmente le interesaba y no parecía querer siquiera disimular.
“¿Qué? ¡Claro que me importa! No por la razón tonta de Daiki, pero nadie aquí sabe cocinar, no tengo ganas de comerme algo que salió mal para entonces estar atrapado en el baño por días” explicó Mitsuru.
“¡Exacto! Es verdad que no sabemos cocinar, podemos terminar explotando algo” comentó Daiki.
“Pero aunque no sepamos, creo que es una buena propuesta, ya que si nunca lo intentamos no aprenderemos” dijo Daitaro al mirar al perrito entre sus brazos, quien había soltado un breve ladrido como si apoyara las palabras de su dueño. “Hay muchos sartenes y utensilios de cocina sin usar, no vendría mal usarlos”
“No, Daitaro, sabes que se va a enojar si quemamos la cocina” dijo Daiki.
“Hmm… Es verdad lo que dice Daiki. Seguramente nos sacaría del departamento si algo termina explotando. Sigue sin importarme pero sólo digo que eso es verdad” añadió Mitsuru. Masaru los escuchó por un momento. Estaba cansado de que esto siempre surgiera cuando debatían la idea.
“Miren… Me veo tentado a volver a decir que dejemos el tema otra vez por lo molesto que es hablar sobre esto, pero… De verdad quiero intentar cocinar algo y que sigan trayendo eso de excusa para no hacerlo cada vez ya fastidia” dijo Masaru al entonces ver a Daiki con mucha frustración. “Sé que da miedo pensar que podría echarnos de aquí por causarle molestias, sé que si destruyeramos el departamento probablemente quedaríamos en la calle, pero… ¡Tenemos más de 10 años! ¡Ya estamos lo suficientemente grandes como para seguir teniendo miedo de eso!”
“...” Los tres se quedaron callados, esto, hasta que Daitaro habló.
“Sí, en eso tienes razón…, aunque…” Daitaro miró a Daiki sin saber qué decir. Apoyaba completamente a Masaru, pero no quería hacer sentir mal a su gemelo. Daitaro quería apoyar la idea todas las veces que Masaru la proponía, pero… ¿Cómo podría hacerle eso a Daiki?
“¡Ir-Daitaro! ¡Sé que quieres apoyar mi idea! ¡Lo dijiste hace nada, si no decidimos cocinar, nos terminaremos el dinero o seguiremos comiendo lo mismo!”
Notando finalmente el desliz de Masaru, Daiki frunció el ceño en respuesta; no obstante, ya que estaban hablando sobre otra cosa en ese momento, se vio obligado a dejarlo pasar.
“Pues no es como que te importara estar comiendo de las barras energéticas antes…” comentó Mitsuru.
“Podría seguir comiendo lo mismo, sí, pero no me gusta que me digan que no puedo hacer algo y menos asumir que voy a terminar explotando la cocina” dijo Masaru “Claro que nadie quiere terminar haciendo un desastre, pero por eso sólo debemos tener cuidado”
“Pero-”
“¡Suficiente, ya me harté!” exclamó Masaru al entonces caminar hacia la entrada y jalar a Daitaro consigo, quien se vio confundido pero igualmente se dejó llevar lejos de la cocina.
“¿Eh? ¿Qué?...” murmuró Daiki al verse incapaz de decir mucho mientras su gemelo era alejado de un momento a otro.
“¡Iré con Daitaro a comprar cosas para cocinar! ¡Quédense en el departamento si quieren!” exclamó Masaru desde su habitación, pues se había ido a cambiar para salir a la calle.
“...”
“Vaya, así que esta vez optó por simplemente irse… Hm, sí, creo que yo habría hecho lo mismo” Mitsuru asintió de acuerdo con las acciones de su hermano pelinegro.
Ante el silencio prolongado del pelirrojo, Mitsuru no pudo evitar molestarlo.
“Se acaban de llevar a tu gemelo, ¿acaso te vas a quedar de brazos cruzados?” sugirió Mitsuru. Daiki lo miró con leve molestia. “¿Qué? Siempre están juntos, se me haría extraño que no te importe que Masaru se lo lleve”
“Eso no es lo que me molesta en este momento…”
“Daiki, tienes 12 años, ¿No crees que es lamentable que tu hermano de 11 tenga más carácter que tú?”
“Dice el que tiene 10…”
“Y a pesar de ser el más chico soy menos infantil que tú, heh” Mitsuru esbozó una sonrisa burlona. Sin decir nada, Daiki le dio un zape en la cabeza expresando su irritación.
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