Ambos comenzaron a caminar hacia el muelle, desde ese lugar se podía ver claramente la aglomerada orilla. El omega agradecía el consejo de Damián de llevar un abrigo, pues la brisa otoñal debido al mar era demasiada fría. Ese día el sol había dejado en su lugar una luna llena enorme, esta tenía un color naranja casi rojiza.
—Debo admitir, la vista nocturna en especial hoy es majestuosa.
—Y está a punto de mejorar —decía con una sonrisa el alfa, Maika no pudo evitar responderle —ojalá y el castigo no haya sido muy duro.
Si bien no eran los únicos en el muelle, este se encontraba casi completamente abandonado a comparación del escenario mostrado del otro lado. Al notar esto el corazón de Maika comenzó a acelerarse.
—No lo ha sido —respondió viéndole a los ojos.
—Me alegra escuchar eso —Damián pasó el cabello de Maika detrás de su oreja izquierda —Realmente no importa el lugar, eres tú. Eres tú quien ensambla perfectamente en cada uno de ellos.
Bajo la luz de la luna, la piel pálida y la belleza del omega le hacía parecer una aparición fantasmal.
—Basta.
—Gracias por existir Maika, soy la persona más feliz del mundo con el solo hecho de haberte conocido y saber que existes —cada palabra retumbaba en el interior del omega, y la parte de su piel que estaba en contacto con la del alfa parecía aumentar en temperatura —Vaya ya está comenzando, el festival de luces.
Al girar su vista hacia la costa. Vio cientos de lámparas de cantoya alzar vuelo entre aquella oscuridad, de cierta manera estas simulaban estrellas en ese oscuro cielo. Maika nunca había visto algo así, volteo su mirada hacia Damián con el fin de agradecerle y pudo ver como este le veía de forma tan vehementemente, como si dentro de aquel hermoso entorno lo más grato de admirar fuera él, al verlo de esa manera esto hizo que su interior retumbara aún más.
—Te odio ... Odio como me haces sentir con tal solo una mirada. Odio como mi cuerpo reacciona al más mínimo toque de tu tacto. Odio que sin importar que haga no puedo sacarte de mi mente —Maika sentía como su garganta parecía desgarrase con cada frase, pero no podía parar —odio que me haces desear estar a tu lado, te odio.
—Lo sé —se limitó a responder Damián.
—Diablos en verdad te odio —declaraba Maika, para después jalar del cuello del abrigo a Damián hacia él, su pecho parecía explotar.
El alfa tomó al omega por la cintura y lo acercó más a él. Aun cuando ambos iban vestidos, Damián sentía su cuerpo hervir, al percibir el cuerpo de Maika rozando el suyo. El omega podía notar como la otra mano del alfa, se encontraba sujetando su cabello como si temiera que este se separara, pero era Maika quien mantenía los brazos cruzados alrededor del cuello de Damián. Si bien los labios de ambos se hallaban fríos por el clima, rápidamente comenzaron a subir la temperatura al encontrarse saboreándose el uno al otro.
Aunque el paisaje que los rodeaba era espléndido, ambos estaban centrados en aquel momento que compartían. Podían sentir como el aire comenzaba a agotarse debido a la intensidad y necesidad que ambos parecían tener. Maika quien nunca había desarrollado interés por ningún alfa o beta, ahora se encontraba deseando que aquel momento no terminara. El sabor dulce de aquellos labios parecía estarle llevando a la locura, pues no deseaba dejar de besarle.
Aunque Damián tuvo interés en algunas personas, nunca fue tan intenso como con Maika. El sabor de la saliva del omega le era algo necesario, el sentir el aliento agitado del omega envuelto con el suyo le resultaba esencial. El alfa se separó un poco con el fin de tomar aire, pudo sentir como Maika le mordía el labio, era como si este estuviera tomando de rehén aquella boca para así asegurar el que esta volviera a él.
Damián le acercó más, aunque iban vestidos sus cuerpos tan agitados e hirviendo de deseos parecían fundirse cada vez más, esto había hecho que Maika soltara un gemido, y el alfa al escucharle, comenzó a sumergirse de nuevo en aquella suave boca.
Puff
El alfa sintió un impacto en el tobillo.
—Perdón, perdón señor —decía una voz delicada, a espaldas de él.
El omega había liberado sus brazos, al escuchar el golpe y se alejó de Damián rompiendo su agarre.
—Te dije que tuvieras cuidado, vez has molestado a esta pareja. Disculpe joven, le advertí a este niño que no lanzara la pelota fuerte.
—Deberías hacerle caso a tu madre —respondía el alfa, a la par que entregaba la pelota. Este había visto la expresión de la cara del omega y sabía que, aunque aquellas personas se alejaran de ahí, aunque se quedaran ellos dos solos con aquella hermosa vista de luces, no volverían a besarse.
—Gracias —añadió el pequeño tomando la pelota y alejándose de ahí con su madre.
Maika se encontraba mirando al suelo, aquellas manos que instantes atrás se aferraban a Damián ahora se hallaban sepultadas en las bolsas de aquel abrigo. Se sentía tan avergonzado y en medio de aquel sentimiento, su mano notó el estuche de gamuza que había guardado horas atrás. Al recordar aquel par de anillos, imágenes de Damián y él vistiéndolos llegaron a su mente y el rubor que su cara mostraba se hizo aún más evidente.
—Te encuentras bien? —el omega asintió —¿deseas que volvamos al hotel? —asintió de nuevo.
Comenzaron su camino de vuelta al hotel en silencio, el alfa sentía que el avance que había logrado, al crear pequeñas grietas en la pared que Maika había levantado a su alrededor, de alguna manera parecían cerrarse.
Damián sabía que, si él hubiera querido tomar a la fuerza a Maika no hubiese sido difícil. Bastaría con doblegarlo con sus feromonas, pero no quería eso en lo absoluto. Deseaba que la figura delicada al lado suyo aceptara que le deseaba de igual manera en la que él lo hacía, e instantes atrás había visto esto, aunque fue por unos momentos, lo había visto.
—Descansa, podemos regresar mañana después del desayuno a casa —el omega se detuvo al pie de la puerta de su cuarto al oír esas palabras.
—Bien —respondió, para después meterse a su habitación, y cerrar la puerta que comunicaba con el cuarto de Damián.
Removió el abrigo y los zapatos rápido, le costaba respirar, algo dentro parecía doler, apretó su suéter con fuerza, se alejó de la puerta, pero cada paso que daba lejos de ahí resultaba en una punzada dolorosa. Giró su vista hacia aquella estructura rectangular, respiró hondo y dejó que sus piernas tomaran el control. Se dirigió de vuelta y abrió la puerta sin dudarlo, este encontró a Damián con el brazo estirado a punto de tomar aquella perilla. Los ojos del alfa mostraban asombro, el cual se transformó en felicidad.
—¿Por qué diablos no la abriste? —replicó Maika.
—Solo me estaba tomando mi tiempo —respondió posando una mano en aquella mejilla ruborizada —Te prometo que no sucederá de nuevo —añadió para después depositar un beso en los labios de Maika los cuales comenzaron a devorarlo de igual manera.
Damián alzó a Maika, este enrolló sus piernas alrededor de la cintura del alfa, se despegó un poco mientras sostenía la cara del alfa con ambas manos. Le vio a los ojos con una mirada tan llena de ternura.
—En verdad te odio demasiado, que duele —decía el omega.
—Lo sé —respondió Damián, Maika al oír esto dejó salir lágrimas de alegría y comenzó a besarle de nuevo.
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