Después de pasar un camino de nardos, margaritas africanas y cempasúchil. Llegaron a un lago el cual se encontraba rodeado de rosas y crisantemos. Pero las protagonistas de aquel lugar eran los lirios de agua, los cuales se alzaban en medio del lago. Flores de color rosa, amarillo, naranja y durazno adornaban casi por completo el agua. Sin mencionar que su aroma impregnaba todo el lugar.
—Es hermoso —decía Maika sin despegar la vista del paisaje.
—Simplemente perfecto —añadía el alfa con sus ojos puestos en aquella figura pálida.
—Nunca había estado en un sitio como este —declaró el omega, mientras tomaban asiento en una banca al lado del lago.
—Mi madre acostumbrada traerme, este era uno de sus lugares favoritos.
—Puedo entender la razón, ¿así que a tu madre le gusta venir a este lugar?
—Le gustaba —respondió, emulando una sonrisa que dejaba ver cierto aire de tristeza en ella.
—Lo siento, yo no debí preguntar eso. Perdón no fue mi intención.
—Descuida, me alegra saber que hubieras disfrutado este lugar si ella te hubiese invitado.
Aunque las palabras del alfa pretendían hacer sentir mejor a Maika, este no podía evitar percibir como su corazón parecía estar siendo apretado, al ver el rostro de Damián tras hablar de su madre.
—Perdón —decía en voz baja, el alfa podía notar como el omega aún se sentía mal, a pesar de que él le había pedido que no lo hiciera.
—He dicho que no te preocupes —exclamó, acercándole de tal manera que la cabeza de Maika ahora se encontraba recargada en su hombro — ¿Podrías dejar de preocuparte? Por favor, no me gusta verte así —añadió para después liberar un poco de sus feromonas, lo suficiente para que el omega se sintiera más tranquilo.
—Bien —decía apretando su mano a la del alfa, pues estas seguían unidas.
—Amo el olor de este lugar...lirios de agua. Nunca imaginé que este aroma que me acompañó prácticamente toda mi niñez, también estaría destinado a acompañarme el resto de mi vida —al oír eso, Maika levantó la cabeza y dirigió su mirada hacia Damián —Aunque debo decir que, tus feromonas huelen una infinidad de veces más deliciosas que todo este lugar —aseguraba poniendo su palma libre sobre la mejilla y acariciando con sus dedos la oreja del omega.
—No sé por qué dices este tipo de cosas todo el tiempo.
—Porque es verdad, podrías estar en un cuarto lleno de flores y lograría encontrarte aun con los ojos cerrados ¿quieres saber por qué?
—¿Por qué?
—Porque eres mi persona destinada... Mi omega, cada célula de mi cuerpo, me atraería hacia ti. Tu aroma es el más exquisito que he encontrado en mi vida. Cada respiración tuya me da vida, la cual te pertenece —Maika sentía como si su pecho fuera estallar con cada palabra que Damián pronunciaba. El toque de aquellas manos mandaba electricidad a su cuerpo —Sé que tú también lo sientes, pero entiendo que tienes miedo de aceptarlo. Y está bien pues ya te lo había dicho... no pretendo ir a ningún lado, así que no me hagas esperar demasiado ¿está bien? —Maika asintió levemente.
Ambos se quedaron en silencio admirando aquel paisaje, sin soltarse de las manos.
—Mi flor favorita es la gardenia —dijo el omega, el alfa le vio al escuchar estas palabras —Las feromonas de mi madre tenían ese olor.
—Acompáñame —exclamó poniéndose de pie.
Después de pasar por un túnel envuelto en glicinas llegaron a un jardín al fondo del recinto, en este se podía apreciar un campo cubierto de gardenias blancas. Maika cerro los ojos, parecía buscar algo en medio de aquel aroma, algo que había perdido tiempo atrás. Trato de frenar las lágrimas, pero le fue inútil, en medio de aquel lugar y añorando los recuerdos, sus mejillas ahora se encontraban cubiertas por caminos húmedos hechos por sus lágrimas. Damián podía sentir aun sin estar vinculados, la melancolía que inundaba al omega. Así que le haló hacia él y le abrazó.
—Gracias —murmuró Maika, sin despegarse del pecho del alfa.
—Descuida —respondió, apretando un poco más fuerte aquel delgado cuerpo hacia él, a la par que ponía su mejilla sobre la cabellera caramelo.
Maika se dispuso a revisar su teléfono, sin darse cuenta arribaron a una pequeña tienda, esta se dedicaba a vender joyas hechas de diferentes cuarzos, algunas de ellas tenían incrustaciones de piedras preciosas.
—¿Sucede algo?
—Ezra, no ha contestado.
—¿No piensas que quizás esté ocupado?
—Eso creía ayer, pero han pasado bastantes horas y —la voz del omega demostraba preocupación —si trató de llamarle, va directo a buzón.
—Tranquilo, ¿te sentirías mejor si Luka trata de localizarlo? Por lo que tengo entendido, estudiarían juntos ¿no es así? —el omega asintió —De acuerdo saldré un momento —dijo dirigiéndose hacia la puerta de aquella tienda.
—Jovencito —proclamaba una voz temblorosa y suave detrás de Maika —¿Le interesaría ver alguna joya? —al girar el omega pudo ver a una anciana beta detrás de un mostrador al fondo de la tienda.
—Podría mostrarme ese estuche —decía señalando un par de anillos, los cuales tenían un reflejo aperlado con un subtono azulado.
—La piedra de luna, ligada al amor en pareja, la fertilidad y reconciliación. ¿Deseas esperar a tu novio para verificar que sea de su medida?
- ¿No...novio? No es lo que cree.
—Quizás estos ojos cansados se han equivocado —expresó con una sonrisa incrédula.
—¿Podría cobrarlos? —pidió sin verle a los ojos, pues sabía que el rubor en su rostro afirmaría lo que esa persona estaba sospechando. Maika vio fijamente aquel pequeño estuche de gamuza color vino, para después meterlo dentro del abrigo.
—Luka, confirmó que Ezra acaba de irse en la mañana, se verían más tarde para estudiar, pero dijo que irá a buscarlo inmediatamente, me avisará en cuanto logre localizarlo.
Aunque seguía preocupado por el beta, a Maika le tranquilizo oír que este se encontraba con Luka ayer y el saber que el alfa lo buscaría apaciguo aún más sus nervios.
—Muchas gracias.
—No tienes que agradecer, Luka es quien le buscará. Creo que quizás quieras agradecerle a él. ¿has terminado de ver la tienda?
—¡Sí! —exclamó rápidamente.
—Veo que has recuperado tus ánimos —decía Damián, sin sospechar que la razón de tras de esa reacción era el pensar, en la posibilidad de que aquella anciana, le comentara que era lo que el omega había comprado.
Transcurrieron unas cuantas horas desde su llegada, parecía ser que el paisaje de ensueño no los hacía consientes del tiempo.
—¿Vamos de regreso al hotel?
—No, pero cerca de ahí hay un restaurante el cual quiero que veas.
Después de hacer un recorrido de una hora, llegaron a su destino el restaurante Sunflower, justo en la entrada de nuevo los esperaban.
—Joven Walker, adelante le llevaremos a la mesa reservada.
La luz adentro del lugar era más tenue, al principio el omega creyó que era solo para crear un ambiente más íntimo, pero al llegar a la sala reservada lo entendió. Esta simulaba una pintura de Vincent Vang Gogh, podía ver claramente las siluetas de los árboles mezclados con el china blue del cielo.
—Starry night —decía Maika tomando asiento.
—No estaba seguro sobre cuál sería tu pintura favorita, pero no pude evitar pensar en tus ojos al recordar las estrellas de esta obra.
El azul de la sala, mezclado con la luz tenue hacían que los ojos de maika resaltaran aún entre las estrellas de aquella habitación.
—Es difícil de creer que haya gente la cual no le guste esta pintura, elegiste bien —declaraba con una sonrisa.
—Es bueno saber que esta obra es de tu agrado.
Bzzz bzzz
—Lo encontré.
El mensaje de Luka no decía nada más.
—Al parecer Luka ha localizado a Ezra —el omega sintió alivio al oír esas palabras —Me alegra ver que ya te sientes mejor —exclamó al ver la cara de Maika.
—¿Cómo lo haces? ¿Cómo es que pareces ver a través de mí? Odio eso de ti.
—Lo sé —aun cuando la palabra odio salía de la boca del omega, la expresión que este tenía en su rostro mostraba lo contrario. Damián entendía que Maika se negaba a aceptar sus sentimientos, por ello disfrazaba lo que realmente sentía hacia él, con la palabra odio.
Quizás era el ambiente creado en esa habitación, pero viendo al alfa directamente a los ojos en ese momento, fue que anheló el sentir sus manos entrelazadas con las de Damián.
—Ensalada silvestre acompañada de frutos rojos y aderezo balsámico —decía a mientras colocaba el plato a los comensales la camarera, interrumpiendo el pensamiento del omega.
El plato fuerte fue traído al poco tiempo de que ambos terminaron de comer en silencio la entrada. Este era Filet Minog, sazonado con finas hierbas, acompañado de espárragos, hongos salteados y rodajas de naranjas caramelizadas.
—Me tomé la libertad de elegir el menú esta noche, espero y lo estés disfrutando.
—Sabe muy bien, veo que no has ordenado vino hoy.
—Ja ja, es que no puedo permitir que el alcohol anule algún sentido, pues aún falta algo —decía con una sonrisa, a la par que tomaba un bocado.
—¿Algo? ¿A qué te refieres?
—¿Recuerdas lo que te había dicho?
—Es un secreto —respondía de mala gana.
Aun cuando la cena prácticamente era en silencio, de alguna manera Maika se sentía expuesto. Era como si cada mirada del alfa pudiera revelar, lo que estaba sintiendo en esos momentos. Estaba casi seguro de que este era capaz de escuchar el palpitar de su corazón.
Maika se disponía a abrir la puerta del automóvil no luego de salir del restaurante, pero la mano de Damián le detuvo de inmediato y procedió a abrirle la puerta. Podía sentir, como el alfa se había acercado demasiado.
—¿Estas listo para el plato principal?—preguntó, rozando sutilmente la oreja del omega con sus labios.
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