La luz que se colaba por la ventana lograba posarse sobre la piel desnuda de Maika. Damián movía delicadamente el cabello de la cara del omega y viéndole ahí, confirmó lo que ya sabía, ese omega era su persona destinada. Estaba seguro, de que Maika igual podía sentir esa inevitable atracción que había entre los dos. Deseaba que este también lo aceptara para así tener su consentimiento y poder marcarle. Luego de besarle la frente, se dirigió a tomar una ducha.
Después de un momento Maika comenzó a despertarse, abrió los ojos súbitamente. Vio que se encontraba en un lugar desconocido y estaba totalmente desnudo.
—Maldita sea —decía, mientras apretaba su cabeza en busca de respuestas.
Recordaba que dos alfas trataron de sobrepasarse con él, y como una llama había invadido su cuerpo. Se envolvió en una sábana, pero al intentar ponerse de pie, sintió que sus piernas cedieron. Aun cuando sus extremidades temblaban y la cadera le dolía, se dirigió a un enorme espejo que se encontraba en la esquina de aquel cuarto. Su piel mostraba bastantes marcas, sintió un ligero ardor en los pezones, al descubrirlos vio que estos estaban inflamados y parecían haber recibido múltiples mordidas.
—¿Qué rayos?
Escuchó una puerta abrirse y lo que sus ojos veían le resultaba imposible. Damián venía saliendo del baño, tenía enredada una toalla en la parte baja y todo su cuerpo aún estaba mojado. Con otra toalla un poco más pequeña secaba su cabello. Por unos segundos Maika se quedó estupefacto viendo aquel cuerpo; le había visto antes con el uniforme de arquería, pero verlo ahí semidesnudo y aun empapado era un nuevo manjar para los ojos. El omega sintió como sus mejillas comenzaban a sonrojarse y desvió la mirada.
—Veo que despertaste ¿te fue difícil ponerte de pie? —Maika frunció el ceño.
—¿Qué diablos hago aquí?
—Te salvé de dos alfas.
—¿Salvarme? No me hagas reír, solo querías un omega más para tu colección —Damián caminó de prisa hacia Maika, y se detuvo muy cerca de él.
—Pude haberte dejado ahí —decía mientras se acercaba más —Pero solo pensar en ello... me hace hervir la sangre.
Damián se encontraba tan cerca, que Maika podía sentir su aliento sobre la piel. El alfa rozó con sus dedos la mejilla del omega y este respondía a su tacto.
—¡No me toques! —espetó* mientras alejaba la mano del alfa de un manotazo, pues no quería que su pecho comenzara a hervir de nuevo.
—De acuerdo.
Maika se alejó de Damián, y fue a tomar su ropa, que se encontraba doblada en una silla. Sintió que algo tibio comenzó a escurrir de su parte trasera y bajaba por su pierna; esto hizo que se congelara.
—Deberías tomar una ducha... no te preocupes, no pretendo tocarte.
La idea de pasar más tiempo en aquel lugar no le agradaba en lo absoluto. Sabía que debía hacerlo, si no quería manchar su ropa de semen. Trató de repasar lo ocurrido aquella noche. Volvía a recordar a sus agresores, y justo antes de que su pecho ardiera en llamas pudo ver unos ojos violeta. No tenía duda, aunque no quería aceptarlo Damián tenía razón le había salvado. Era consciente de que no había manera de que este hubiera detenido su celo a tiempo, al menos no con inhibidores.
—¡Diablos, diablos! —Entendía que lo que ocurrió aquella noche no era culpa de Damián, por el contrario, este le ayudó; aun si no fue de la manera en que él hubiera querido. Después de batallar un poco, logró sacar el semen de su interior y terminó de bañarse. Al salir vio que Damián ahora llevaba puestos unos jeans y parecía estar buscando una camisa.
—¿Te encuentras mejor?
—¿Se supone que esté bien con todas estas marcas sobre mi cuerpo? —decía mirándole desafiante.
—No eres el único —al darle la espalda para sacar la camisa, Maika vio marcas de mordidas en los hombros y cerca del cuello, junto con arañazos en toda la espalda. El omega se sonrojó —Creo que necesitarás esto —declaró, estirando su mano para brindarle a Maika una píldora para prevenir embarazos.
—Gracias, ahora debo irme —dijo arrebatándole de la mano la pastilla, sabía que dicha píldora no haría ninguna diferencia, los médicos habían determinado que aun cuando copulara con un beta o un alfa no sería posible para él tener hijos.
—¿Siquiera sabes en donde te encuentras? —preguntó en tono sarcástico.
—No es necesario, tomaré un taxi —buscó en sus bolsillos, y recordó que sus pertenencias se habían quedado en el casillero de Ezra —Demonios.
—Vamos, te llevo.
—No... está bien, solo dime hacia donde se encuentra la séptima avenida.
—Ja ja ja perdón, está a unos 20 minutos en dirección al este.
—Bastante cerca, será mejor que emprenda
—En carro.
Sabía que 20 minutos en carro, equivalían el doble caminando. Y en el estado en el que se encontraba, era imposible, debía aceptar que Damián lo llevara a casa. El recorrido fue en silencio. Podía ver como el alfa le veía de reojo, aunque él tuviera su mirada puesta en el paisaje.
—Puedes bajarme en esa esquina... muchas gracias —Damián tomó su mano.
—Maika, quiero que sepas que no.
—¡Lo sé!... Lo sé, así que olvídalo. Hagamos como que esto nunca pasó —declaró, mientras se soltaba del agarre de Damián y bajaba del automóvil.
—¿Qué lo olvide?... lo siento, no creo poder hacer eso —decía, al ver como aquel omega se alejaba de ahí.
El fin de semana le dio a Maika un poco de tiempo, para tratar de dejar lo que había ocurrido en el pasado. Ese lunes tenía algo aún más importante que hacer, que el estar arrepentido.
—Es una estupidez que no estés en la lista de finalistas, ¿no lo crees? —proclamó Luka, quien se encontraba afuera de la oficina del decano —Pienso que te vendría bien un testigo ¿qué dices? —Maika solo asintió.
Tal como lo habían previsto, el testimonio de Luka sirvió para que la palabra del omega fuera tomada en cuenta.
—Gracias.
—Bennet, será mejor que no me dejes en vergüenza —decía Luka.
—Preocúpate por tus encuentros —respondió, mientras se alejaba de ahí para ir a clase con una sonrisa en sus labios.
—Jóvenes, en los siguientes dos meses deberán completar un proyecto el cual equivaldrá al 40 % de su calificación, pero no se preocupen. Con el fin de aliviar un poco su carga, este será en parejas. Ahora les diré el nombre de los equipos.
Maika miró como sus compañeros eran asignados, y la posibilidad de estar en el mismo equipo que Damián aumentaba. Al parecer el alfa también había notado esto, pues le estaba viendo con una ligera curvatura en sus labios dejando ver una sonrisa algo burlona.
—Y por último tenemos.
—Diablos —murmuró Maika.
—Al joven Walker y al joven Bennet. Les sugeriría comenzar cuando antes con esta asignación jóvenes, aunque dos meses parece mucho tiempo no lo es, nos vemos luego.
—Creo que debería agradecerle al profesor Ávila —Maika le vio fríamente.
—¿Podríamos concentrarnos solo en el proyecto?, si pretendes que seamos amigos quiero dejarte en claro que no pasará.
—Perfecto, pues pretendo ser más que un amigo —susurró rozando la oreja del omega. Esas palabras habían tomado por sorpresa a Maika, quien se quedó inmóvil para después alejarse.
—Vamos a la biblioteca —al llegar vieron como esta estaba totalmente llena —Rayos.
—Y ¿cuál es el plan? ... Podemos ir a mi casa, está un poco lejos, pero es cómoda... aunque, eso ya lo sabes ¿no es así? —murmuró al oído de Maika
Quien no pudo evitar sonrojarse, no solo sus mejillas mostraban un tono rosado, este también se hacía presente en sus orejas y aun cuando su cabello las cubría Maika podía sentir el ligero calor en ellas.
—Sígueme —dijo dando media vuelta. Había una sala de conferencia la cual los alumnos tenían permitido usar, pues solo se utilizaba para junta de los docentes una vez al mes —A excepción de la semana del torneo de otoño, nos podremos reunir aquí los días que tengamos club, en caso de ir atrasados también podemos reunirnos los viernes. Aunque espero no sea necesario.
—Por mi parte es perfecto, puedo adaptarme a tu ritmo —Damián lanzó una mirada osada haciendo que Maika desviara la vista.
—De acuerdo entonces hasta mañana —se alejó rápidamente de ahí, y se dispuso a sacar un supresor de su bolso —Maldición debo comprar más —dijo tomando la última píldora de aquel frasco.
Maika no había podido pegar un ojo la noche anterior, pues su mente revivía una y otra vez aquella noche con Damián. El insomnio se veía reflejado en su rostro e incluso en su modo de vestir, usualmente poseía una apariencia impecable. Ese día llevaba una camisa negra de cuello de tortuga, pues algunas de las marcas aún eran un poco visibles. En la parte inferior, portaba un pantalón de mezclilla, sus zapatos llevaban las agujetas desatadas y su cabello estaba alborotado.
—¿Te encuentras bien?
—Sí... sigamos con el proyecto.
—Será mejor que vaya por algo de tomar, tú descansa un momento.
Maika estaba cansado, podía sentir como sus ojos pesaban demasiado para mantenerlos abiertos. No sabía que tanto tiempo había pasado, comenzó a sentir aquel olor a mandarinas cada vez más fuerte.
—Sí que tenías sueño —decía Damián acariciando suavemente aquella melena color caramelo. Notó como aquel omega que instantes atrás dormía plácidamente, comenzaba a gemir, al mismo tiempo que percibía cada vez más fuerte el aroma a lirios —¡Maika despierta! ¿Dónde están tus supresores?
*Espetar: Decir a alguien una cosa que causa sorpresa o fastidio, en especial si se dice con brusquedad.
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