—He vuelto abuela, ¿dónde estás?
Lilian era una omega dominante, había cuidado de su nieto desde que perdió a sus padres. Aunque tenía alrededor de 60 años su físico estaba conservado. Una figura delgada, acompañada de ojos color rosa pálido y una larga cabellera dorada; lograban atraer la atención de más de un alfa.
—Perfecto, pasaré mañana a mostrarles el salón de eventos, estoy segura que será de su agrado. Es un placer hacer negocios con usted. Muchas gracias, hasta luego —decía Lilian al teléfono.
—¿Déjame adivinar... Alfas pretenciosos apartando un salón de eventos para su obra de caridad?
—Si y si ja ja ja... ¿Qué sucede?
—Nada.
—¿Crees que puedes engañarme?
—El torneo de otoño. Soy el mejor, pero eso no importa, sigo sin entender que tiene que ver si soy omega, beta o un maldito alfa.
—Lo sé, lo sé —dijo acariciando la mejilla de Maika —Y lo demostrarás. No hay quien pueda moverse de forma tan ágil y elegante mientras sostiene una espada. Así que no te preocupes.
—Los odio.
—¡Maika! Entiendo que no te agraden los alfas, pero recuerda que tu padre era uno.
—Papá era diferente... Él era diferente.
El día de las elecciones Maika sabía que debía estar concentrado, aun cuando estaba tratando de poner la mayor atención posible en clase, no era solo la idea del torneo lo que le distraía, sino la mirada de aquel alfa al otro lado del aula. Lograba ver de reojo como este le veía fijamente y no era la primera vez que lo hacía. Ya de por sí algo en aquel ser le resultaba extraño, el que se comportara de esa forma no ayudaba.
Salió lo más rápido que pudo del salón pues deseaba llegar antes que sus compañeros de esgrima. Quería disfrutar del silencio. Después de ponerse el uniforme se dispuso a buscar una liga para agarrar su cabello, aunque este no era largo, lo ataba en una media coleta; pues le resultaba molesto el tener mechones de cabello en la cara.
—Veo que no soy el único que quería un poco de paz antes de los encuentros —decía Luka.
—Hola.
—Bueno, parece que no duró mucho —dijo señalando a sus compañeros que comenzaban a llegar —Sé que no la necesitas, pero buena suerte.
—Lo mismo digo.
La selección consistía en sobrevivir varios encuentros hasta tener a tres finalistas, ellos serían quienes representarían a la universidad. Tanto Luka como Maika habían salido victoriosos en la primera y segunda ronda, sin problemas. El último encuentro de Luka no duro mucho, pues este había acertado cada uno de sus toques y evadido los de su contrincante. Eso lo convertía en el primer finalista.
El omega, se enfrentaría a Thomas. No era la primera vez que competía contra él y aunque Maika era bueno... Thomas también. El omega sacó un inhibidor, conocía muy bien a sus compañeros; sabía que con tal de tener la victoria eran capaz de usar feromonas. A mitad del encuentro pudo sentirlas, estas tenían un olor que no le resultaba agradable en comparación con aquellas con olor a mandarinas.
—Sabía qué harías eso —murmuró.
A Maika no solo lo movía las ganas de ganar, sino el deseo de ver la cara de aquel alfa humillado ante un omega. Evadió las estocadas, y de forma veloz acertó tres toques para de esta manera asegurar la victoria. Pudo ver como el semblante de sus compañeros cambió, el enojo era lo que ahora llenaba sus rostros.
—En verdad caíste muy bajo —reclamó Luka a Thomas —¿Feromonas? ¿Es en serio?
—Vamos chicos, tranquilícense.
—¿En verdad no le castigará? —preguntaba Luka a su entrenador.
—Joven Pávlov no sabemos si Thomas liberó sus feromonas inconscientemente —Thomas por su parte esbozaba una sonrisa burlona.
—No importa... de igual manera gané —Maika vio como la cara de Thomas se desfiguraba y este apretaba la mandíbula de tal manera, que parecía que quebraría su dentadura.
—Jóvenes, todos hicieron un gran trabajo, mañana se publicarán los resultados oficiales, pueden retirarse.
El resultado de aquellos encuentros era claro, Luka y Maika ocuparían los dos primeros puestos. Igual, debían esperar un día más para que fuese oficial.
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—Deberías tratar de comer algo.
—No tengo hambre.
—Bueno al menos toma algo... aún falta para que den los resultados.
—Bien —Maika le dirigió una mirada fulminante a Ezra, mientras ordenaba un té helado de frutillas y jamaica.
—Iremos a ver de nuevo cuando termines tu té, ¿de acuerdo? —el omega asintió.
Después de haberse tranquilizado, caminaron hacia el corredor lado norte con el fin de ver los resultados.
—¡Hijo de puta! —gritaba Maika arrancando la lista del tablero.
Se dispuso a ir a ver al entrenador, Maika no era una persona que perdiera fácilmente los estribos, más bien era del tipo que demostraba con hechos la diferencia de nivel que había entre él y sus compañeros. Pero, aunque fuera notoria la diferencia, aún había ámbitos donde los alfas despreciaban más a los omegas. El principal era en el ámbito laboral, seguido de los deportes. La puerta de la oficina del entrenador se encontraba abierta.
—¿Me podría explicar esto? —decía aventando la hoja al escritorio.
—Así que viste a los finalistas.
—Soy mejor que Thomas y lo sabe —el omega tenía las manos empuñadas, se podía ver como la vena saltaba en el dorso de estas.
—Quisiera que no tomaras de manera personal los resultados, es solo lo mejor para el equipo.
—¿Lo mejor para el equipo? Debe de estar bromeando, lo mejor para el equipo es que su mejor contendiente esté entre los seleccionados. Sabe que puedo vencer a Thomas aun con los ojos vendados.
—Es mejor que los participantes sean alfas así no se verán afectados fácilmente por feromonas del equipo contrario.
—¿Le molesta que los participantes utilicen feromonas?, no parecía ser así cuando Thomas lo hizo... no son más que estupideces.
—Joven Bennet, le aconsejo que mida sus palabras y baje el tono de su voz.
—Supongo que debería asumir mi papel y ser sumiso como un buen omega... ¡al carajo gané mi lugar y lo sabe!... No me importa ir a hablar con el decano y decirle como el entrenador discrimina a su mejor jugador, solo por ser un omega —Maika se detuvo justo antes de salir —Entrenador le recomiendo que vuelva a imprimir la lista, pero esta vez asegúrese de que mi nombre esté en ella.
El omega podía jurar que oyó el crujir de los dientes del entrenador. Sentía como su sangre hervía del enojo. Ezra podía ver como el rostro de Maika que generalmente era inexpresivo se veía furioso.
—Deberíamos ir a comer, vamos yo invito.
El omega aceptó a regañadientes no veía como la comida podría mejorar su ánimo... Quizás la comida no ayudaría, pero el alcohol si, pensó para sí mismo.
—Un tarro de cerveza para mí —decía Maika.
—Claro enseguida.
—¿Sucede algo? —preguntó.
—Es la primera vez que te veo pedir alcohol.
—Dicen que para todo hay una primera vez y hoy parece ser el día perfecto.
Ezra había convencido a Maika de comer, pues este parecía estar más interesado en terminarse aquel tarro. La reunión se había extendido más de lo pensado.
—Rayos debo ir al trabajo.
—¿Puedo ir también?
—¡¿Qué?!
—¡¡Basta, no me veas como si lo que estuviera preguntando fuera algo inaudito!! —exclamó el omega alzando la voz mientras que fruncía el ceño.
—Perdóname, no quise hacerte sentir mal... Claro que puedes venir.
—¿Podría quedarme en tu casa?... No quiero que mi abuela me vea así... preguntará la razón y no quiero hablar de ello, no hoy.
—Por supuesto.
Después de mandarle un mensaje a su abuela ambos emprendieron su camino hacia el Bar Enigma. Este era un punto de reunión neutro. Muchas personas lo utilizaban para amoríos de una noche, y había quienes asistían regularmente para pasar un rato con sus amigos.
—¿Seguro que mi bolso cabe en tu casillero?
—Ja ja ja si estoy seguro. Iré a ponerme el uniforme, puedes esperarme aquí o ir a la barra. Solo di que vas de mi parte —Maika sintió que era suficiente de esperar.
—Iré a la barra.
Los bartenders y los meseros de ese bar eran betas, de esa manera no se verían afectados por las feromonas. Al llegar a la barra pudo ver a un chico demasiado alto y musculoso como para encajar en la descripción de un beta.
—Bienvenido, ¿puedo ofrecerte algo?
—Hola, vengo de parte de Ezra.
—Muy bien, hoy Ezra no estará en la barra, pero pide lo que quieras, va por la casa.
El bar comenzó a llenarse rápidamente, y aunque había bastante gente a su alrededor y la música sonaba de fondo, Maika... se sentía bien. Nunca le habían agradado los bares, reuniones o lugares en los que hubiera mucho ruido, pero en ese preciso momento él se sentía bien. Bueno el hecho de que su cuerpo hubiera ingerido alcohol por primera vez seguro era lo que marcaba la diferencia.
—Vamos, será divertido.
—Luka, ¿En serio me secuestraste para traerme aquí?... ¿Enigma? ¿En serio?
—Dale una oportunidad quizás te sorprenda, además este fue el lugar que eligieron. Deberíamos entrar deben de estar esperando.
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