Dos días pasaron. Young Soo miraba a través de la ventana como era costumbre, con su cuaderno en mano observaba el auto estacionado frente a las rejas y le dibujaba atentamente, ¿Alguna vez podría conducir un auto?, ¿Salir a pasear?, ¿Qué hay de una carrera?, pensamientos infantiles pero desesperantes de libertad cruzaron por su mente.
Su cuaderno era dibujado una y otra vez por varias horas ya. A las hojas llenas de odio y sentimientos depresivos las arranco, dejando notar las partes rasgadas en los bordes de la unión, no quería verlas otra vez.
Dae-Hyun subió tranquilamente por la escalera con dos enormes vasos de batido y dos deliciosos tostados en una bandeja de cama. Al llegar al final de la escalera, observó cuidadosamente al menor sentado en la gran ventana dibujando y dando suspiros, uno tras otro. Una pequeña sonrisa escapó de sus labios y se acercó cuidadosamente, sentándose frente al menor.
Young Soo vió la bandeja asentándose frente a el, sus ojos se iluminaron al ver los deliciosos Batidos de banana y levantó la vista totalmente antojado.
— ¡Woh!, ¡Hyung! — comentó mirándolo y tomando rápidamente uno de los vasos — ¿Eres una especie de telequinético de estómagos? — bromeó — Realmente tenía hambre — le dio un gran sorbo a la bebida.
Dae-Hyun le miró beber placenteramente y sonrió, entonces tomó súbitamente el cuaderno de dibujo de las manos del menor observando su contenido.
— ¿Qué estás dibujando? — El peli gris observó hacia afuera por la ventana y logró divisar el auto idéntico al dibujo a medio hacer — ¿Es ese auto? — señaló el mismo. El menor asintió con la cabeza pues tenia la boca llena, dejando ver incluso más tierno de lo normal sus oscuros y redondos ojos, a lo que Dae sonrió de costado — ¿Te gustaría manejarlo? — Propuso.
Young Soo frunció el ceño confuso, el no podía salir, el mayor lo sabía muy bien y pensar en hacerlo siquiera significaba recibir castigos horribles de forma física, de la cuales no se había recuperado aún.
— ¿Acaso meterás el auto a la mansión? — Ironizó el menor.
— Puedo hacerlo si tu lo deseas — Dae-Hyun miró indiferente hacia el techo para luego mantener su cabeza en alto divisando de reojo al menor — ¿Quieres qué lo haga? —
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— Quiero — respondió desafiándole. Dae-Hyun siempre fue realmente extraño, no le sorprendería que en un segundo desapareciera el techo y una gran grúa dejara dentro aquel auto, que además era ajeno.
El mayor levantó la mano derecha y él le siguió atentamente con la mirada, el contrario metió su mano dentro de la chaqueta azul que llevaba puesta y sacó un pequeño aparato cuadrado.
— Tus deseos son ordenes — El peli gris le acercó el objeto.
Young Soo lo tomó confuso entre sus manos luego de dejar la bebida, y sus ojos se iluminaron al ver que en la pantalla del mismo, un auto del mismo color y marca giraba de forma animada, había leído de esto en los libros de tecnología.
— Un videojuego — El menor cometó asombrado con brillo en los ojos.— Joon Hyung me habló de esto, es un aparato inalámbrico, con batería en el que puedes jugar —
Dae-Hyun no pudo evitar reír ante la súper descripción científica que dió del aparato como si fuese la mismísima nota de instrucciones de uso.
— Es tuyo — despeinó los cabellos del menor.
— ¿Cómo...? — Preguntó incrédulo.
— Seung Jin Hyung estuvo de acuerdo — Explicó.
— ¡Gracias! — gritó y se abalanzó sobre el mayor dándole un gran abrazo.
— Ajajaja, me alegra que te guste, pero... — miró al menor a los ojos — Solo hay una forma de agradecerme — comentó, tomó los muslos del menor levantándolo y sentándolo sobre sus piernas quedando frente a frente.
Young Soo se sonrojó al instante al quedar sobre el mayor, comprendía muy bien cuál era el precio de aquello, sintiéndose tímido al pensar que no era un mal precio. Puso sus brazos alrededor del cuello del mayor y comentó por lo bajo casi en un susurro.
— Gracias, Hyung —
Dae-Hyun le abrazo por la cintura apretándolo a su cuerpo y se acercó a su rostro lentamente, para luego besar detenidamente sus labios. Tan dulces, rojos, tan hermosos, esos lindos labios eran su perdición. Un beso que se extendió por bastante tiempo, separándose en pequeños momentos en busca de aire para volver a continuar.
El incesante tono de llamada comenzó a resonar rítmicamente.
Dae-Hyun frunció el ceño al sentir su celular sonando, trató de ignorarlo, pero éste no dejaba de hacerlo. Contestó entonces de mala gana, ya que no quería parar.
— ¿Qué? — Casi gruñó.
— ¿¡''Que''!?¿Acaso quieres morir? — Min Yun respondió molesto.
— Ah, lo lamento, viejo gruñón — Le respondió el peli gris.
— ¿¡A quién le llamas viej...!? ¡Yah! ¡Cómo sea!. Necesitamos hablar, ven esta noche a casa — Dijo directo el peli menta terminando la llamada automáticamente después de ello.
Dae-Hyun miró su celular.
— ¡Tsk! Molesta en el peor momento y encima me corta — reprochó.
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