Dae-Hyun observó en silencio a un Young Soo durmiendo apaciblemente con la cabeza sobre su brazo. Se veía tan hermoso, tan tranquilo. Hacía ya tiempo que no lo veía de ese modo, en paz, porque hasta los sueños del menor eran invadidos por pesadillas constantes.
Acarició cuidadosamente los cabellos negros sin quitarle los ojos de encima, no se perdería por nada del mundo esa hermosa vista. Desesperadamente quiso que el tiempo se parara y se mantuvieran así para siempre. Sonrió ante el pequeño gruñido que soltó el menor entre sueños. Su conejito era tan bello.
La noche anterior había visto al Young Soo real. El chico que parecía brillante y encantador, en realidad estaba totalmente roto, no solo físicamente, si no emocionalmente también, y por un instante, pudo sentir como cada pieza rota caía en sus manos, en aquel abrazo que le proporcionó. Tan hermoso y frágil como la porcelana.
Dae-Hyun rozó su pulgar en la blanca piel del menor, prometiéndose a si mismo que no volvería a dejar que algo como lo que le aconteció se repitiera, le cortaría el jodido brazo al viejo desgraciado, fuera el padre de Young Soo o no, si volvía a levantarle la mano.
Young Soo se sentía tan cómodo y tranquilo como hacía mucho no lo hacía, suspiró ante la sensación de calidez que se apoderó de el al sentir sus cabellos siendo acariciados. Quería seguir así, durmiendo entre esos largos y cómodos brazos, pero a medida que iba despertando, los malos pensamientos y recuerdos se apoderaban de el, haciendo que largue un molesto suspiro.
Tan patético, tan débil, las sensaciones que siempre lo perseguían ... que vergüenza y que bajo había caído la noche anterior, no solo se había roto en los brazos de aquel hombre con cabellos grises, sino que lloró como un niño y le obligó a consolarlo. Él también es un hombre, el debería ser fuerte por sí solo. Se odiaba a sí mismo por sentir con tanta fuerza la necesidad de que Dae-Hyun le sostuviera firmemente entre sus brazos. Se detuvo en ese instante.
Recordó los labios del mayor acariciando su piel y la sensación que éstos le generaban en todo su cuerpo y alma, le había besado, todo su ser había sido sostenido por aquellos labios. Frunció el ceño ante la molestia de sentirse un total perdedor.
Dae-Hyun le vio quejarse entre sueños nuevamente, así que pensó que tal vez el menor estaba teniendo otra vez una pesadilla, por lo que decidió despertarlo, cosa que no quería hacer por nada en el mundo.
Acercó su rostro al menor y le susurró en el oído sin dejar de acariciarle el cabello.
— Hey, Young Sookie... — pero el menor no respondió y frunció el ceño de nuevo — despierta, ya es de mañana, ve a desayunar — continuó con su gruesa y amorosa voz.
El menor abrió pesadamente los ojos, acostumbrando la vista a la luz que alumbraba la habitación desde la ventana y divisó el brazo largo, con las venas marcadas, que salía de debajo de su cuello. Se giró en su costado, viendo a un sensual Dae-Hyun muy cerca de su rostro abrazándolo por la espalda.
— Hyung... — pronunció mirando al contrario. Sus ojos recorrieron el lugar, intentando ubicar dónde se encontraba, ya que estaba algo dormido y se sintió realmente afligido al notar que era su habitación. Otro día en esa maldita jaula a la que le llamaban mansión.
Dae-Hyun notó la expresión en el rostro del menor, era consciente que las cosas no cambiarían solo por que se hubiera desahogado, y sintió su corazón doler cuando Young Soo volvió a su posición anterior, sin intenciones de siquiera querer despertar. Mordió su labio inferior mientras le miraba pensativo.
— Vamos, debes levantarte— Repitió, pero el menor lo ignoraba.
Tomó la mano derecha de Young Soo y comenzó a dejar pequeños besos en las marcas que se encontraban en sus dedos.
Young Soo se sobresalto ante la acción repentina del mayor y volteó a verle un tanto asustado.
— ¿Qué haces? — le cuestionó, e intentó apartarle el rostro con su otra mano pero Dae-Hyun la sujetó primero, sosteniéndola al lado de su cabeza, impidiendo que pudiera moverla.
— Penicilina — Respondió , sin dejar de besarle.
— ¿Qué clase de mierda estás diciendo otra vez? — reprochó.
— Albert Einstein dijo una vez, que los besos son la mejor... — Continuó
—He estudiado sobre el, y jamás dijo eso en ningún momento — le interrumpió el menor sin dejarle continuar, pensando que de esa forma el mayor le soltaría.
— Tal vez no lo dijo, pero eso no significa que no sea cierto — contestó Dae-Hyun con certeza.
El menor no dijo nada. Lamentablemente, aunque no quisiera admitirlo era cierto, aquellos labios habían logrado que el dolor fuera menos en el lugar que tocaban.
EL peli gris notó que el contrario dejó de forcejear, rindiéndose ante aquello y colocó su mano derecha sobre la barbilla de Young Soo, tocando la herida de la misma.
— ¿Duele? — Preguntó entonces.
El menor no podía creerlo, pensar que algo tan tonto como eso pudiera ser verdad, pero por alguna razón que no entendía, no lograba negarse y sólo pudo dejar a flote su timidez cuando el mayor le sujetó y preguntó aquello, puesto que a pesar de todo aún tenía orgullo. Asintió con la cabeza, mirándolo tímidamente.
Dae-Hyun dejó un pequeño beso en la herida y prosiguió con las demás marcas, delicada y cuidadosamente al igual que lo había hecho anteriormente.
Young Soo sentía como cada zona que era besada quemaba, pero de una forma que no dolía, sino que le hacía perder la razón. Su rostro se sonrojó al sentir su corazón acelerarse y los cálidos labios húmedos recorrer desde su barbilla, hasta sus manos y frente. ¿Estaba mal qué disfrutara demasiado de esto?.
El mayor se detuvo y miró detenidamente la comisura rota del labio. Young Soo sintió su alma salir de su cuerpo cuando Dae-Hyun besó dulcemente la zona, pero no lo dejó ahí, movió su rostro diminutamente, para capturar por completo sus labios.
Maldición, se sentía tan estúpido, mareado, quería resistirse, pero el cosquilleo en su estómago, la electricidad que sentía recorrer su cuerpo y el calor que inundaban sus labios siendo tratados tan delicadamente, hicieron que no pudiera negarse. Olvidando cualquier tipo de orgullo o resistencia, correspondió aquel beso lento y dulce de forma torpe ante su inexperiencia, moviendo su mandíbula y labios al compás del contrario.
Dae-Hyun se sentía tan desesperado. La necesidad de tomar en sus brazos a Young Soo era demasiado, le resultaba tan tierno y a la vez tan placentero la torpeza en la que su conejito le correspondía vergonzosamente el beso, no podía mentirse a sí mismo, una excusa para un beso era poco, quería más, necesitaba más, no puede evitar imaginarse tomando por completo al menor debajo de él y hacerle el amor, haciéndole olvidar todos los problemas. Pero no puede, en tan sólo medio año le había tomado tanto cariño, que jamás le haría nada que lo lastimara, aunque tuviera que contener su deseo de amarlo por la eternidad.
El peli gris detuvo el beso y se apartó lentamente, observando fijamente el hermoso rostro del pelinegro, no pudo evitar sonreír cuando los hermosos y redondos ojos de su pequeño le miraron fijo, y su corazón palpito con fuerza.
Young Soo no podía apartar la mirada de él, los ojos celestes, los mechones caídos sobre los ojos y esa hermosa sonrisa movieron su corazón como loco. Maldición, no estaba bien que quisiera repetir aquel beso.
— Vamos, levántate, ¿No tienes curiosidad por las delicias que preparará Joon Hyung?— Dae-Hyun sonrió.
Young Soo frunció el ceño y le evito la mirada, no le dejaría saber al mayor cuánto deseaba probar las deliciosas tartas que suponía su amigo le prepararía.
— Sólo levántate de encima — Le dijo el peli negro inquieto.
Ambos se levantaron, el menor se alistó y se dirigieron a la cocina por un buen y tradicionalmente delicioso desayuno.
Joon y Seung Jin se encontraban en la cocina desde temprano como es costumbre. El castaño pasó a saludar a su pareja y por supuesto, a ver cómo seguía la situación con su pequeño primo.
— ¿Puedes detenerte un momento? Si sigues caminando en círculos de esa forma harás un agujero en el piso — intentó calmar el moreno a su amado con un tono de voz grueso y dulce, mientras picaba las manzanas para preparar su típica tarta.
— Lo siento, es sólo.... Es solo que ya pasaron cinco días — Comenta Seung Jin de forma alterada gesticulando con las manos al lado de su novio, descansando su cintura en la baranda de la cocina — Y no puedo evitar recordar los gritos de Sookie. Y verle en esta situación.... No se qué hacer, no se, no se cómo solucionarlo yo... — no pudo continuar ante lo que veían sus ojos. No podía creerlo, Young Soo ingresó a la cocina cabizbajo al lado de Dae-Huyn. Tímidamente el menor levantó la mirada y Seung Jin tiró disimulada pero desesperadamente del delantal del moreno para que este se girara.
Joon al notar el repentino silencio de su amado y el extraño tironeo de su delantal, se dio la vuelta confundido y quedo tan perplejo como su pareja al ver ingresar al peli negro.
— Buenos días, Hyungs — Saludó Young Soo de forma incomoda, ya que era consiente de la preocupación que les había hecho pasar a sus mayores.
Seung Jin no dudó ni un segundo e inmediatamente se acercó al pelinegro abrazándole fuertemente, como intentado demostrarle todo el amor que había guardado esos cinco días. Young Soo le correspondió el abrazo y ocultó el rostro en el hombro de su primo.
— Lo siento — Susurró el menor, ante la culpa de haberles hecho pasar un mal momento, por que siempre fue así, sin importar cuánto le doliera, cuánto estuviera lastimado, odiaba ser una molestia y siempre pensaba primero en los demás.
— No. Soy yo quién debe disculparse, pero hablaremos de eso después — Respondió Seung Jin mirándole al rostro. Entonces se separó guiándolo a la mesa — Ahora ven a desayunar, Joonie esta haciendo su deliciosa tarta de manzana — dijo sonriendo tiernamente.
El menor disfrutó del desayuno de forma desesperada. Debido a su tristeza, su estómago había estado completamente cerrado por días, además de que prácticamente solo dormía.
— No puedo creerlo — comentó el castaño a Dae-Hyun de brazos cruzados mirando a su pequeño primo desde el marco de la puerta — No solo lograste que se levantara, lograste que comiera y que hablara — comentaba realmente conmovido. Tal vez no era mucho, su pequeño aún seguía en esa maldita jaula sobre elaborada, pero verle salir adelante de a poco luego de lo que pasó, era algo que le llenaba el corazón de felicidad.
— Realmente, no se que clase de magia usaste, pero te agradezco mi hermano — Joon puso una mano en el hombro del peligris — Estoy realmente feliz de que Jinie te trajera a la mansión — comentó orgulloso.
Dae-Hyun suspiró al ver la figura del menor disfrutando de los alimentos, le resultaba tan tierno. Recordó repentinamente aquella vez que le comentó sobre cómo siempre solía mirar por la ventana hacia afuera. Ha de ser un sentimiento muy triste y solitario.
—Seung Jin Hyung.... — El peli gris se giró a verle, a lo que el mayor hizo lo mismo — Sé que no podemos sacar a Young Soo de aquí aún... —
— ¿A dónde intentas llegar? — Preguntó el castaño curioso.
— ¿Qué tal si...Le enseño de otra forma el mundo exterior? — Dae-Hyun tenía una idea, no era mucho, pero sin importar lo poco que tuviera, haría lo que estuviera en sus manos para aliviar el sufrimiento del menor y hacerlo sonreír.
Seung Jin entendió sus intenciones, y aunque no sabía con certeza cómo lo lograría, estaba seguro que Dae-Hyun tenía las mejores intenciones.
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