— Sabe, ¿Podía dármelo en el trabajo verdad?, No hacía falta... que viniera a mi casa... — Min Yun miró un tanto incomodo al castaño, siempre le sorprendía con alguna extraña acción, hasta llegó a pensar por un momento que Dae-Hyun tal vez era normal, pero eso era demasiado.
— Haha, lo siento, te incomode hehe pero quería estar seguro de que el papel llegara a salvo — Seung Jin sonrió amable.
— N-No. No me molestas.... — El peli menta miró de reojo al moreno, era demasiado extraño verlo fuera de la cocina. Sintiéndose un poco frustrado debido a que Joon no dejaba de toquetear todo lo que miraba y era tan torpe que había tirado accidentalmente un par de cosas ya. Tan diferente al de aquella cocina.
— Lo siento — dijo el moreno luego de tirar uno de los adornos que estaba sobre una repisa.
Yun solo se limitó a mirarle y volvió su atención al mayor.
— Supongo entonces, que es un papel importante — Agregó el peli menta.
— Lo es — El castaño sonrió dulcemente — Demasiado a decir verdad haha. Por favor, prométeme que lo tendrás a salvo mientras haces el trabajo — dijo un tanto nervioso y preocupado.
Min Yun le miró extrañado, la reacción del mayor y la de su mejor amigo era bastante peculiar, hasta el cocinero estaba en su casa. Estaba pasando algo grande y nadie le había dicho nada.
— Lo prometo. Ahora...— Concedió y tomó el papel para examinarlo — ¿Qué necesitas que haga?— su rostro estaba serio.
— Dae-Hyun dijo que puedes hacerlo, así que confiaré en él. Todo lo que puedas sacar del papel es útil, mientras mas mejor, busca direcciones, cuentas, legajos, lo que sea, cualquier información que encuentres, contactos, etcétera — Seung Jin Hizo ademán con sus manos.
— .... — Yun sonrió de lado — Te mostraré lo bueno que soy en mi trabajo — dijo y giró en su asiento para ver su computador, luego hizo ademán con su mano para que se retiraran.
— Esta- Esta bien. Llámame por cualquier cosa — concluyó el castaño para despedirse y retirarse del lugar.— Crees, ¿Crees que lo molesté?— preguntó luego de salir preocupado a su pareja.
— Tal vez tu comentario no fue el adecuado — Joon miró al mayor quien hizo un gesto de preocupación, entonces extendió su brazo, rodeándole por los hombros — Hey, tranquilo, creo que se dio cuenta que no fue tu intención, fue por que estabas preocupado — sonrió dulcemente a su amado, el cual solo le correspondió apoyando la cabeza en su hombro.
Dae-Hyun se giró en la cama somnoliento, intentando buscar la calidez del menor que tanto necesitaba, se había acostumbrado demasiado rápido a ella y le era necesaria desde que se había hundido en el silencio y el frío desde hacía ya cuatro días. Refregó su rostro en la almohada al girar, cuando su brazo se dirigió al lugar del muchacho, sintió la pesadez de su propio brazo y abrió lo ojos luego de tantear el lugar. No estaba.
Se sentó, buscando con la mirada en todas las direcciones de la obscura habitación, pero no lo encontró. Se levantó lentamente, un tanto preocupado por su conejito, en la situación en la que se encontraba, podría haberle pasado algo. Vio la luz del pasillo prendida que se colaba por el pequeño espacio de la puerta entre abierta. Estaba seguro de haberla cerrado al entrar.
Caminó por la mansión, buscando su silueta en cada habitación, pero no se hizo presente. Subió los escalones al último piso, ya que había buscado en todos lados.
La enorme biblioteca estaba alumbrada solo por una pequeña lámpara de mesa que se encontraba sobre un solitario escritorio, al cual se acercó cuando notó algo sobre el.
El cuaderno de Young Soo estaba abierto en el dibujo de aquel bello ángel que esa misma tarde había dibujado, sólo que esta vez estaba totalmente deformado y con marcas en todo el cuerpo, una imagen sin rostro, totalmente tachado, un fondo negro, con lágrimas como el petróleo , los dedos cercenados, y las alas rotas.
Tomó el cuaderno en sus manos, mirándolo perplejo. Su conejito, su pequeño conejito, estaba sufriendo, y no podía gritar, no podía llorar.
— Ahora se parece a mi — La voz del menor resonó en el lugar.
Dae-Hyun levantó la mirada. Bajo la tenue luz de la luna, entre las estanterías llenas de libros, Young Soo estaba sentado en el piso abrazando sus piernas, mirando el cielo que dejaba brillar aquel gran ventanal, en el que siempre amaba mirar hacia afuera.
Su corazón se rompió al entender aquellas palabras. Su pequeño conejito, aquel chico tan hermoso, cálido, brillante, el que hacía su corazón saltar y su mente deambular sólo en preocuparse por el, la pieza mas hermosa que habían podido alcanzar sus manos, estaba roto, incluso antes de que el llegara, hecho pedazos, cada parte, cada pequeña parte. Sus ojos se humedecieron, haciendo que brillaran por la tenue luz y no aguanto mas.
Young Soo sólo miraba por la ventana, buscando un poco de paz, queriendo con toda su alma ser una pequeña estrella lejos de este basto mundo, brillando en el cielo. Se giró en silencio, al ver que el mayor se había arrodillado frente a el y sólo le miró inexpresivo, aquellos brillosos ojos.
— Duele — dijo Dae-Hyun tomando la mano derecha del menor, el cual solo le miró — ¿Duele verdad?, cada parte, cada corte — el menor le miró con el seño fruncido, no quería escucharle e intento zafarse, pero Tae fue más rápido y entrelazo sus dedos — Desde los pies, hasta los brazos, el rostro, los labios, cada parte de tu cuerpo —
Los ojos de Young Soo se humedecieron al tiempo que un gran nudo se formó en su garganta, ya no quería escuchar, no de la boca de Dae, no de ese hombre que causaba tanto en el, así que intentó forcejear, pero eso fue peor. El mayor lo tomó de los lados, sentándolo sobre él, en el piso, con la espalda apoyada en uno de los estantes.
— Duele demasiado, pero, ¿Duele incluso más por dentro, verdad? — Continuo el peli gris. El rostro del menor estaba en pánico, y como si no quisiera admitir su verdad, que estaba destruido, que había tocado fondo, las lágrimas comenzaron a brotar, cayendo por su rostro. Negaba frenéticamente con la cabeza, sin mirarlo — Y está bien, Young Soo, duele, hasta el punto de asfixiar —
— Basta — pronunció el menor en un sollozo.
— Y estoy aquí, para protegerte, para ayudarte — Habló Dae-Hyun. El menor seguió negando con la cabeza — Y quitaré con lo que pueda ese dolor. Solo déjame, por favor, déjame ayudarte — intentó mirar el rostro del menor que le evitaba.
Young Soo no quería, no quería sentirse más débil e indefenso de lo que ya se sentía, no quería sentirse una víctima. Sus goteantes ojos buscaron de inmediato al mayor, al sentir una sensación repentina en sus nudillos.
Dae-Hyun besó la blanquecina mano que sostenía con entre la suya, depositó uno, luego otro, dejando al menor completamente confundido.
— Sabes — Dijo el peli gris dejando otro beso — Un importante científico — besó nuevamente — Dijo que — y dejo otro mas — Los besos, son la mejor penicilina —miró al menor, que estaba en un completo caos mental — Y con esta penicilina, yo te ayudaré a aliviar el dolor. Sólo dime en dónde duele — pronunció, besando nuevamente la palma del menor.
¿Qué mierdas disparatadas estaba diciendo éste tipo de la nada? Penicilina y una mierda. Pero cada zona que tocaban los labios del peli gris, quemaba de forma impensable, parecía grabarse en sus huesos y aunque sabía que no era posible, por alguna razón su corazón ya no se sentía tan vacío y el dolor no se sentía tanto. Como un niño tonto, aceptó aquella mentira como su salvación y levantó lentamente su mano, señalando la pequeña cortada que tenía en su mandíbula.
El mayor besó delicada y cuidadosamente la zona, provocando que su pulso y respiración se agitaran.
Las mejillas, la mandíbula, los pómulos, el cuello, los hombros, cada zona señalada. Dae-Hyun las besó tan dulcemente, tan protectoramente, hasta se tomó el tiempo de arremangar el buso con el que Young Soo intentaba ocultar las marcas.
— ¿Dónde más? — Preguntó el peli gris con aquella voz gruesa.
Y la mano del menor, se movió tímidamente a la comisura rota de su labio.
Dae-Hyun le sujetó delicadamente de la nuca, enredando sus dedos en los negros cabellos, acercándose poco a poco, y besó en los labios al menor lentamente. Cada movimiento, cada pequeña presión, fusionándolos, en un amoroso beso.
Las lagrimas brotaron descontroladas de sus ojos, al sentir los gruesos labios del mayor apoderarse de su boca y, torpemente le correspondió. Cerro los ojos, sintiendo aquella profunda e inundable sensación, aquel calor, que llenaba cada rincón de aquel vacío que tenía en su corazón. Los sollozos se escapaban entre medio de aquel beso y cuando se sintió llegar a su límite, rodeo con sus brazos el cuello del peli gris, como un niño desesperado y sollozó, como nunca había llorado en su vida. Dae-Hyun lo abrazó y mientras lloraba en su hombro lo sostuvo en sus brazos, sin soltarlo en ningún momento.
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