— Joven Jeong —
Young Soo detuvo el movimiento de su mano en medio del proceso de dibujo ante el llamado.
— ¿Por qué estás en mi habitación?— Cuestionó el menor un tanto molesto mirando al hombre en la puerta de su habitación.
— El señor Jeong lo llama. Le sugiero, que no le haga esperar— Informó el guarda espaldas.
El peli negro suspiró pesadamente. Odiaba tener que ver a aquel sujeto a la cara, pero sabía que no tenía opción, debía hacerlo aunque no le gustara.
Dejó su lápiz y cuaderno cuidadosamente sobre su cama y se levantó de la misma, para acompañar al guarda espaldas.
Al caminar por el pasillo en el que se encontraba la oficina personal de su padre, se sorprendió al ver a su querido primo en el mismo, yendo en dirección contraria a la de el. Cruzaron miradas y algo le molestó en el estómago al notar el semblante de Jin bastante intranquilo y con un rostro estreñido. Algo no estaba bien, eso le preocupó.
Al llegar a la puerta tocó para anunciarse y la abrió.
— ¿Qué sucede?— preguntó el menor al ingresar.
— Me enteré de que saliste a la calle — Respondio Jeong.
Aquellas palabras hicieron que Young Soo se pusiera completamente pálido y las manos le empezaron a temblar levemente. Ahora entendía por que su primo estaba de tal forma en aquel pasillo. ¿Cómo se había enterado? No importaba mucho, pero algo era seguro, el miedo se apoderó de cada poro de su cuerpo y lo primero que le cruzo por la mente, fue Dae-Hyun o lo que podría hacerle su padre por ello.
— ¡Dae-Hyun no tuvo la culpa, él!...— inmediatamente le defendió sin siquiera pensarlo.
— Lo sé, ya hablé de eso con tu primo— interrumpió a su hijo.
— .... — sintió un poco de alivio, dejando descansar su cabeza, mirando hacia abajo, Dae no estaba en apuros.
— Esto pasó por tu culpa — Dijo el hombre abriendo el cajón de la mesada.
El rostro de Young Soo se tensó por completo al ver aquella varilla de metal, que su padre había dejado sobre el escritorio.
— Padre — intentó persuadirle, ya que el miedo de lo que estaba por ocurrirle le inundaba. No sería la primera vez que pasara, sabía muy bien lo que estaba por venir. Esa maldita varilla — E-Estaba enfermo — retrocedió en sus pasos con temor.
— Eso no hubiera pasado... — tomó la varilla y comenzó a jugar con la punta entre sus dedos — Si no fueras tan descuidado— le miró extendiendo la punta retráctil de la misma— Tu incompetencia y poco cuidado te llevaron a enfermarte, es tu culpa y debes aprender a ser más cuidadoso— Le regañó.
— Fue un accidente — se hizo más hacia atrás, a cada paso que su padre avanzaba él retrocedía, hasta chocar con la pared, quedando de espaldas a la misma.— L-Lo siento — levantó su brazo a la altura de su rostro con la mano entre cerrada intentando cubrirse.
— Los accidentes no existen — levantó la varilla en sus manos tomando vigor.
<¡SWICH!>
La piel de su brazo le ardió como si le hubiesen quemado con fuego.
— ¡Nn- gha! — se quejó ante el dolor de aquel latigazo, provocando que los ojos se le pusieran cristalinos.
— ¿¡Ves a lo que te lleva — Tres latigazos mas volaron con violencia hacia el menor— Tú estúpida— y otros tres mas, haciendo un horrible ruido desesperante— Ineptitud!?—
— ¡ AAAH!— el jodido dolor era insoportable, cada latigazo era una tortura, dolía, ardía, quemaba como el mismo infierno. Las lágrimas se desbordaban con cada una cada vez mas. Algunos golpes sólo le dejaban marcas, mientras que otros le cortaban directamente la piel. — ¡Aaa-aaa-Aahh!— gritaba entre sollozos. Sus brazos, su torso, su espalda, incluso su rostro, estaban siendo lastimados con rasgaduras calientes ante la irritación del violento metal.
— ¡Esto es tu maldita culpa! — Sentencio el hombre volviendo a golpearlo.
Los azotes se intensificaban cada vez más, al punto en el que Young Soo cayó al piso por la falta de fuerzas y con la poca que le quedaba aún intentaba cubrirse con los brazos, pero los golpes no cesaron. Con cada salada lágrima que caía por su rostro, las heridas ardían el doble.
Cuando el horror terminó , el sonido de la puerta abriéndose se hizo presente.
Seung Jin que aún se mantenia parado en el pasillo hacia el final de las escaleras, se agacho y limpio rápidamente su rostro para no mostrarse afectado. Al sentir que unas pisadas se acercaban en su dirección se tensó, pero aun así levanto la vista, mientras el moreno a su lado mantuvo una pos. Ese maldito hombre se paró justo a su lado sin siquiera mirarle.
— Tengo trabajo que hacer, no estaré por unos meses — Dijo Jeong.
Seung Jin sólo le miró en silencio, intentando ocultar lo mejor que podía, el odio que le tenía.
— Espero que no se repita. No quiero tener que disciplinar de nuevo a mi hijo. Es malo para mi reputación — Advirtió en conclusión, acomodándose la corbata, y continuó sus pasos siendo acompañado por sus dos matones que llevaba como guarda espaldas.
Cuando éste dejó la casa, Seung Jin corrió junto con Joon inmediatamente hacia la oficina.
— Dios mío, Young Soo — Pronuncio Jin sumamente impactado tapando con una mano su boca sin poder impedir que las lagrimas desbordaran.
El menor yacía tirado en el piso detrás de la puerta.
— Se desmayó — dijo el moreno luego de acercarse al menor y tocarlo muy cuidadosamente. El corazón se le partía y se le llenaba de impotencia al ver aquellas marcas y cortadas por todo su rostro y brazos.
— ¡Malnacido! ¡Desgraciado! — insultó el castaño a los gritos por el dolor y la impotencia que le causaba ver a su pequeño primo de aquella forma.
Joon levantó a Young Soo del frio suelo, lo llevó en sus brazos hasta su habitación, y lo recostó en la cama con mucho cuidado.
— Yo iré a comprar vendas y agua oxigenada para curarlo — dijo Seung Jin como pudo entre lágrimas y la voz quebrada mirando a su pequeño primo.
Joon sabía algo de medicina ya que, además de ser un hombre muy letrado, sacó un doctorado en la universidad y además contaba con un titulo en lenguas extranjeras. El se encargaría de ver si despertaba, además de curarlo.
— Por suerte no le lastimó el área de los puntos, ha sanado bastante bien, Dae-Hyun hizo un buen trabajo— comentó el moreno mientras sostenía la muñeca del menor.
— Entonces, iré por las cosas — Habló Seung Jin.
— Trae yodo también — Pidió Namjoon a su novio.
— Esta bien — Respondió el castaño, luego salió de la habitación secando su rostro con la manga de su camisa al tiempo que intentaba componerse, no podía comprar viéndose en ese estado.
De camino, recordó lo que su tío le había dicho, que se ausentaría por bastante tiempo y debía llamar al peli gris, para acordar los horarios. Tomó su celular y marcó el numero.
— Dae-Hyun — Habló al teléfono intentando mantener la compostura.
— ¿Sí? — Respondió el peli gris al otro lado de la linea.
— Mr.Jeong se ausentará más tiempo del debido, espero que no te moleste que modifique tus horarios un poco, esto incluye el sueldo también, claro — Informó.
— No, No hay problema....— Accedió, pero algo pareció inquietarle— Hyung —
— ¿Hm? —
— ¿Pasó algo? Tu voz, suena un poco extraña —
Seung Jin no sabia que hacer, un lado de el quería contarle, pero el otro no sabía si realmente tenía por qué hacerlo. Y aunque no sabía lo que podría pasar, lo hizo.
— Verás... — Comenzó luego de un largo suspiro.
—¿¡Qué!? — exclamó Dae-Hyun realmente indignado luego de escuchar todo lo sucedido — Ahora mismo iré para allá — Dijo con firmeza colgando de inmediato la llamada, sin dejar algún lugar a discusión.
— ¿Está todo bien? — preguntó Min Yun desde el sillón, al ver que su amigo buscaba su abrigo y otro par de cosas bastante alterado.
— El padre de Young Soo — Informó el peli gris, él y su amigo se contaban absolutamente todo, confiaban plenamente en el otro — ¡Ese mal nacido! Golpeó a Young Soo, hasta dejarlo inconsciente, por salir a comprar medicina — Respondió con molestia.
— ¿¡Qué!? Esos jodidos millonarios son unos malditos enfermos— dijo el peli menta realmente indignado — Si necesitas algo, solo llámame — Le dijo tirándole las llaves pertenecientes a Dae.
Dae-Hyun las agarró en el aire y salió lo más rápido que pudo a la estación de colectivos, corriendo como si no hubiera un mañana. No podía creerlo, sólo se había retirado un día y ya lo habían lastimado. Maldijo mil veces por dentro a aquel jodido viejo que se hacía llamar el "padre" de su pequeño y frágil conejito.
Seung Jin ingresó al cuarto del menor con los productos en la mano.
— Aún no despierta — Joon apretó los labios preocupado.
— Siempre se pasó demasiado, ese maldito — le acercó los productos al moreno sin dejar de mirar a Young Soo.
— ¿¡En dónde está!? — Dae-Hyun llegó corriendo, frenando de golpe frente a la puerta que se encontraba abierta. Divisó a Jin y Joon alrededor de la cama.
Se acercó a la misma despacio, agitado, esperando la escena que iba a encontrarse.
— Oh, dios, Young Soo — la expresión de dolor por observarlo de aquella forma se hizo presente.
El corazón se le partió al verlo recostado con las mejillas húmedas entre lágrimas rosadas, las marcas debido al contacto con las cortaduras se encontraban en su rostro, sus brazos, incluso en la sección del cuello, su pequeño conejito estaba inconsciente.
Notó que tenía la comisura del labio cortado, lo que le causó una mezcla de pena y ternura, recordó que cuando le vio por primera vez también tenía una herida en la misma zona.
Se arrodilló al lado de la cama, a la altura de la cabeza de Young Soo y acercó su brazo muy cuidadosamente para no tocar las heridas. Dudó por un segundo si hacerlo o no, pero no pudo evitarlo y acarició cuidadosamente con sus manos los cabellos negros, iniciando con la frente, sin dejar de mirarlo ni por un segundo.
— Young Soo — repitió Dae-Hyun por lo bajo, tomando la mano del menor, como si fuera una preciada pieza de cristal, al tiempo que observaba las marcas de la misma. Se le humedecieron los ojos y ni por un segundo dejó de acariciarle con ternura los negros cabellos.
Joon y Seung Jin se miraron ante tal acción, el peli gris dejó más que claro que su preocupación por el chico, iba más allá que la de un guarda espaldas hacia su cliente.
Lo que le causo ternura y orgullo a Jin. Sintió que no sólo hizo bien en comentarle sobre la actual situación al guapo muchacho, sino que también hizo la mejor elección en su vida al haber contratado al mismo aquel día lluvioso.
— Por suerte no lastimó el área de los puntos — dijo Dae mirando la muñeca del menor.
Joon sonrió de lado ante aquel comentario.
— Limpiaré sus heridas. Con suerte mañana estarán cicatrizándose, aunque algunas son un poco profundas— comentó el moreno abriendo el paquete con gazas.
— Dame unas cuantas gazas y le curaré de éste lado— El peli gris extendió la mano hacia el mayor, el cual le dio agradecidamente los productos.
— Jin, ve a preparar algo de comida para cuando despierte. Gracias, por comprar los productos— dijo Joon a su amado dulcemente, a lo cual el mayor asintió y se retiró de la habitación.
El moreno se quedó observando por un momento cómo Dae-Hyun limpiaba cuidadosamente el rostro del menor y se le escapó una pequeña sonrisa.
Pasó casi una hora y Young Soo aún no despertaba, Joon fué a acompañar en la cocina a Seung Jin para ver cómo se encontraba. Mientras que Dae-Hyun no se apartaba del menor.
Joon abrazó por la espalda a su pareja al ingresar al lugar.
Jin sonrió, su pesar se calmó un poco al sentir los grandes brazos del moreno a su alrededor.
— ¿Estás bien? — preguntó con la voz ronca, que tanto amaba el castaño.
— Ahora que estoy en tus brazos sí — pronunció Seung Jin con una voz dulce un tanto triste. — ¿Notaste eso? — dijo haciendo referencia al comportamiento de Dae-Huyn para con su pequeño primo.
— Quién no lo notaría —sonrió el moreno — Sabes, una de las cosas que me enamoraron de tí, fue tu gran capacidad para hacer las elecciones correctas — besó la mejilla del mayor.
<< Duele >> pensó Young Soo, y comenzó a sentir que la piel le ardía, incluso para hacer alguna mueca. Se sentía fatal.
Abrió los ojos pesadamente, y contempló sin moverse a su alrededor. Movió sus manos, las cuales levantó hacia su rostro al sentir que dolían. Al ver las marcas en las mismas recordó la paliza que había recibido de parte de aquel maldito viejo. Otra vez había sido tratado cómo si fuese un animal inservible, golpeado, insultado, débil.
Cada fibra de su ser dolía, física y emocionalmente. Aquella varilla de metal le recordaba con cada impacto, cuál era la realidad, estaba en lo profundo del hoyo, ahogándose y sin importar quién esté, Dae-Hyun, Seung Jin o Joon, nada cambiaba lo real. Estaba apresado, en esa maldita jaula a la que llamaban "casa" y sin importar lo que hiciera, no podría salir, jamás, esa era su realidad.
Young Soo, ahogándose en su propia miseria, hizo lo mejor que sabía hacer, apagar e ignorar sus emociones, de esta forma podía seguir su decepcionante y desesperante destino.
— Estás despierto — pronunció Dae-Hyun al ingresar a la habitación con un vaso de agua y ver que el muchacho tenía los ojos abiertos y su cabeza estaba recostada de lado.
Se acercó de inmediato, arrodillándose a su lado y le acarició el cabello — ¿Estás bien?, ¿Necesitas algo?. Me alegra que despertaras, estaba realmente preocupado — Continuó acariciándolo.
Pero Young Soo ni siquiera le dirigió la mirada.
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