El incesante tono de llamada del celular timbró sin parar de forma molestamente ruidosa.
— Mmm... ¿Quién llama a esta hora?— Dae-Hyun murmuró adormilado moviendose con pesadez en la cama para tomar su teléfono que reposaba sobre la mesa de noche.— Son las 5 am— se quejó frunciendo el ceño sentándose en la cama. Miró con ojos entre cerrados la pantalla del aparato viendo que dictaba como llamada un numero desconocido
— ¿Sí?... — Preguntó con la voz ronca por el adormecimiento, con tenia los ojos cerrados.
— ¡Hola! ¡Pasaré por ti a las ocho! ¡No me hagas esperar!— Anuncio la voz demasiado energica para la hora que era. La llamada se cortó entonces, dejando a Dae completamente confuso.
— Esa voz..... Ese lunático realmente consiguió mi número— miró hacia la nada anonadado sintiendo un pequeño escalofrío— Wah, que miedo —Hace ademán de tiritar, cruzando sus brazos en equis y tomando sus hombros; Para luego recostarse de nuevo.
—Aún puedo dormir dos horas más— se acurrucó en la cama.
Mas tarde, en el confort de la gran asfixiante mansión un celular resuena de la misma forma molesta y ostentosa. Young Soo abre pesadamente sus ojos mientras su celular suena.
Mira su cama, ya van cuatro días en los que duerme con su mascota. Por toda una semana luego de lo sucedido, solo podía conciliar el sueño si dormía acompañado. Pero el animal, solía irse de su lado a mitad de la noche, por lo que solo podía dormir unas horas.
— Otra vez se fue — tocó las sabanas, donde su perrito había dormido, sintiéndose nuevamente solitario suspirando.
Tomó su celular, percatándose de que eran las 7:30 am. — Si, ¿Seung Jin Huyng?— Contestó con voz apagada.
— Holaa, ¿Cómo durmió mi pequeño Young Sookie?—
— Te recuerdo que tengo veinte años— reprochó, por el típico trato infantil que su querido primo siempre le daba.
— Para mí siempre serás mi bebe— Se justificó el mayor al otro lado de la llamada.
—¿Me decías?— Le cortó cambiando de tema, pero con su singular y dulce voz nada parecía una ofensa.
— ¡Ah! Cierto. En media hora llegaré con el nuevo guarda espaldas así que alístate, deberás mostrarle la casa, adioos —colgó la llamada.— Aaah, Young Sookie es tan tierno— suspiró el castaño orgulloso— ¡Bien! Ahora te daré un par de indicaciones— se voltea.
Dae-Hyun, que va en el auto con Seung Jin, le mira un tanto inquieto por las actitudes que tiene éste.
— Hmm, de acuerdo— Dae-Hyun sonríe de forma divertida.
— Young Soo es un niño muy bueno, le gustan las algas secas, escuchar historias; no le gusta que lo despierten, y si lo haces te costará mucho, tiene el sueño pesado. Le gusta la tarta de frutillas, y jugar. Esas son un par de cosas, luego irás conociéndolo más por tu cuenta—
— Me dice todo esto... ¿Por qué?— Cuestiono el peli gris
— ¿Tienes la maleta que te hice preparar?—
— Sí—
— Bueno, Young Soo necesita vigilancia las veinticuatro horas, así que vivirás en la mansión. Tendrás los fines de semana para volver a tu casa— sonrió amble.
— ¿Quién cuidará de él los fines de semana?—
— Esos días regresa mi horripilante tío con sus horribles guardaespaldas, por lo que ellos están a cargo de vigilar la casa—
— Muy buena la información y todo, pero ¿Por qué tengo que venir yo también?— Pregunta Min Yun que se encuentra sentado del lado de la puerta derecha.
— Tu amigo me pidió que te diera trabajo a ti también— sonríe— Serás guardia de seguridad por la mañana hasta el medio día, y mi conductor de vez en cuando—
— De alguna forma me vi involucrado en esto también— dice el peli menta por lo bajo, poniendo un rostro de molestia y rasca su cabeza mientras mira por la ventana.
La camioneta estaciona frente a unas enormes rejas negras con decoraciones en ellas y una fabulosas enredaderas, permitiendo ver detrás un largo edificio, bastante hogareño y formal para lo que se hubiesen esperado.
— Típico de ricos— menospreció por lo bajo Yun al ver la mansión al tiempo que el auto ingresaba por el camino principal hasta la puerta, él es alguien que juzga muy fuertemente a la sociedad y sus caprichos de poder del fuerte sobre el débil.
Dae-Hyun por su parte, miraba todo con los ojos bien abiertos, como un niño en una dulcería. Todo era tan elegante, tan grande, parecía que luego de cruzar la entrada todo sería diversión.
Se acercaron hasta la puerta principal, que se encontraba en una corta entrada de ladrillos rojizos a su alrededor, una puerta demasiado común, para todo lo extravagante que había visto.
— Bien, sean bienvenidos— comenta el apuesto castaño mientras abre la puerta delante de ellos.
Al ingresar la enorme sala color beige con grandes ventanales y cortinas blancas, las que dejaban ingresar la luz del sol, alumbrando la sala y dando un deje de calidez, luciéndose en todo su esplendor. La vista y el ambiente que desprendían los pocos muebles, el perchero de madera junto a la puerta, los blancos mosaicos del piso y una escalera encurvada con un posa manos negro, le daban a Dae-Hyun la sensación de haber ingresado a una película, haciendo que tal fantasía le dejase escapar una pequeña sonrisa.
— Yaaishh, justo a tiempo— sonrió Seung Jin divertido.
La voz de Jin hizo que Dae se desconcentrara de su fantasía y mirara en dirección de donde se dirigían las palabras.
Por las escaleras, un alto joven de cabello negro y tez sumamente blanca, que vestía un entero de jeans azul y un buzo blanco a rayas negras, cuyo rostro era redondeado, pero delgado. En su mejilla derecha podía divisarse una curita color piel y un pequeño moretón en la nariz, se notaba también, que en la comisura de su labio una herida estaba curando, pero lo que más atrapó la atención de Dae-Huyn, que estaba como embobado viendo bajar a aquel muchacho que lucía sumamente lindo y tierno, fue la forma redonda de sus ojos, y el color castaño oscuro de los mismos que parecían petróleo por la distancia. La imagen le recordó vívidamente a un Conejo.
— El es mi pequeño primo, Young Soo — dijo el castaño mientras extendía delante de él su mano.
Su persona se paralizó entera, no podía creer a lo que acababa de oír, Young Soo, el ser que le atrapó por completo al aparecer, ¿Es realmente el muchacho que había salvado hacía unas semanas atrás?. Estaba tan golpeado que no podía reconocerle ni un rasgo ¿realmente, esa sangre y heridas, escondían este rostro tan bello frente a el, que no puede dejar de mirar?. Instintivamente, observó la mano del muchacho, el largo y forma de los dedos, de la palma, eran las mismas de aquella vez, pero, algo llamó su atención, la venda que sobresalía un poco del buzo en su muñeca, eso... No estaba ahí aquella vez, su muñeca estaba sana. Tuvo curiosidad por cómo había conseguido tal herida.
Que gracioso e irónico, hace unos días había dicho que no era su problema, y ahora mismo estaba completamente preocupado por él.
Recibir a los guarda espaldas, mostrarles la casa, convivir con ellos, era algo rutinario en la vida del peli negro, y las elecciones de su primo siempre eran las mas extravagantes: empleados de la CIA, los guarda espaldas anteriores del Presidente, los más conocidos de la Elite. Lo mejor para cuidar a su primo, y Seung Jin con su encantador elevado amor propio, no ocultaba el orgullo de sí mismo.
Young Soo bajó las escaleras cabizbajo, sin prestar atención, ya que era una rutina más. Al llegar al final de las escaleras solo vio los pies de su primo, y los dos pares a su lado.
Elevó la cabeza, para saludar de forma apropiada a los recién llegados.
— Mucho gusto, soy Young Soo — comenzó viendo al sujeto a su derecha y como era de costumbre, un completo desconocido, le pareció un poco bajo para ser un guarda espaldas y nunca había visto uno con el cabello color mentolado, por un segundo pensó que era genial— Estoy a su cuida... —se detuvo involuntariamente, al ver los ojos azules y el cabello grisáceo, camisa blanca, pantalones de vestir negros, y elegantes zapatos. La vestimenta era otra, pero no había dudas, parado firme y completamente elegante, se encontraba aquel hombre que le salvó la vida aquella noche en ese asqueroso callejón. No podía creerlo, su primo se había salido otra vez con la suya, y sabía muy bien que no importaba lo que dijera o hiciera, jamás cedería en cambiar su elección, lo único que podía hacer era ceder, aceptarlo y amoldarse a la situación.— E-Estoy a su cuidado— concluyó, haciendo una reverencia formal a lo cual los dos sujetos le correspondieron de la misma forma.
Nunca había sido de muchas palabras, pero no pudo evitar fruncir el ceño, esta vez sintió que los caprichos de su primo habían ido demasiado lejos. Había traído a su salvador, pero ésta persona no sólo lo rescató, sino que lo vio en su absoluta debilidad, en la pérdida de su orgullo, la falta de su amor propio, lo bajo e inútil que era ,sin mencionar el callejón, su deformado rostro por los golpes y la asquerosa agua podrida en la que estaba bañado. Aunque, lo que más odió de aquella vez, fue ser rescatado, si el moría esa noche, podrían haber culpado a su padre. Seung Jin hubiera llorado, pero hubiera centrado sus esperanzas en dejar todo su odio sobre aquel desagradable sujeto y luego lo superaría, seguiría adelante y el simplemente estaría descansando en paz... Pero sobrevivió, y cualquier intento de morir o dejarse matar, ahora estaban en sus manos y ésta vez sería todo su culpa.
—Bien, Dae-Hyun se encargará de ti de ahora en adelante así que mientras tú le muestras la casa, yo guiaré a Yun respecto a su trabajo— Seung Jin sonrió dulcemente, y dirigió a Mi Yun hacia el lado de la cocina, para alejarse paso a paso de su primo y el peli gris.
Ambos quedaron solos en la sala, Dae estaba bastante inquieto por dentro, ya que no podía evitar admirar la belleza y calidez de aquel muchacho sin saber qué decir o hacer al estar en un lugar desconocido.
Young Soo por su parte, estaba un poco incómodo, por la mezcla de emociones entre la vergüenza, de que aquel hombre vio por completo su debilidad y la molestia por las manías de su primo a las que no podía reprochar.
— Bien, este como verá, es el comedor principal —El menor
sonrió amable, haciendo que el corazón del peli gris se agite, <
— Sí — respondió el mayor. Sin embargo logró captar momentáneamente la atención de Young Soo, pues respondió con el rostro totalmente inexpresivo, pero pudo notar que sus mejillas estaban levemente ruborizadas.
— Creo... que sería mejor mostrarte tu cuarto primero, así dejas tus cosas, y ves el resto tranquilo— comentó con voz dulce seguida de una sonrisa.
— Sí— Respondió Dae nuevamente. No podía evitar maravillarse, pues además de la belleza que ya presenciaba la voz del mismo le seguía en conjunto, invadiéndolo con una frescura y calidez absoluta. No podía creerlo, no podía creer que tuvo tal cosa preciosa en sus brazos, y mucho menos que alguien haya querido hacerle daño. Era como tener la pieza más refinada, costosa y bella de porcelana frente a sus ojos, haciendo que sintiera el deber de cuidarla.
Pasaron por el largo pasillo que comunica casi todas las salas de abajo y la escalera que guiaba al siguiente piso. La decoración de la casa era bastante extraña, pues algunas partes y habitaciones parecían salidas de un cuento, mientras que otras eran sumamente modernas. Pero todo tenía elegancia.
— Si te da curiosidad la extraña decoración de la casa... —sonrió Young Soo mirando de lado al peligris. Dae-Hyun se sintió avergonzado por haber sido muy obvio— Es por las preferencias anticuadas de mi padre, y las hurtadillas a la fuerza de Seung Jin Hyung para ''darme un ambiente moderno'', según él— Explicó
Dae sonrió, por lo infantil que sonaba, entrar a hurtadillas sólo lo hacía un niño y, al mismo tiempo pensó que debía ser genial ser un mocoso mimado que le dan todo en esta enorme y reconfortante mansión.
Recorrieron cada rincón, cocina, cuarto de limpieza, baños, la habitación de Young Soo, el vivero. Se encontraban en la biblioteca, la sala final, ubicada en el último piso en donde Sookie amaba sentarse a leer y atisbar el exterior por la ventana.
Habían pasado horas dando vueltas por el lugar, viendo habitación por habitación. El sol se estaba por ocultar, alumbrando con un tono naranja la enorme biblioteca, pintando las blancas cortinas y acariciando con su cálida luz el rostro del joven, que miraba pensativo hacia afuera por la ventana.
Dae se encontraba a unos Diez pasos de él parado, con las manos en los bolsillos del elegante pantalón negro, sin quitar los ojos de la hermosa vista que le proporcionaba aquella tenue luz resaltando el hermoso rostro y profunda mirada de aquel hermoso chico, que no decía palabra alguna, sólo miraba por la ventana, generando un ambiente mágico, que llenaba el corazón.
— ...Me hubieras dejado morir...— DIjo el menor de repente.
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