El menor cae fuertemente en el interior, golpeándose un poco con las partes metálicas de los asientos traseros. Intenta enderezarse, entonces el sujeto se sienta de forma brusca a su lado, saca una navaja de algún bolsillo, y la coloca sobre su mejilla amenazantemente.
—Si no te quedas quieto, te arrancaré la piel de la cara— Advierte furioso.
Young Soo siente el pánico recorriéndole todo el cuerpo. Una bolsa arribó de la nada cubriendo su cabeza, y pudo sentir como sus manos estaban siendo amarradas. ‘’¿Voy a morir’’ pensó. Su respiración se agito, sus ojos se humedecieron, está más que claro que está siendo secuestrado. Pero no va a llorar, porque no quedará como un bebe llorón frente a las personas que le quitarán la vida.
Luego de aceptar que éste será su final, se entrega por completo a su destino. Y solo se deja llevar, sin hacer ruido, reproche o resistencia alguna.
Pasado un rato de que el auto comenzará a marchar, el vehiculo se detiene.
Young Soo no sabe dónde pueden estar, puesto que ha tenido el rostro cubierto durante todo el viaje, además de que las vueltas y curvas en el trayecto harían a cualquiera desorientarse.
—Son 30.000 wong — Dijo la muchacha de la tienda extendiendo un par de bolsas plásticas hacia el apuesto chico frente a ella.
El chico paga los aperitivos a la atractiva cajera, la cual le sonríe un tanto tímida.
— Di-disculpe, ¿Puedo saber su nombre?— pregunta coqueta antes de que el contrario saliera de la tienda.
Él sonríe de lado.
—Kim Dae-Huyn — responde amable, girándose en dirección a la salida.
Al salir algo capta su atención. Una camioneta negra polarizada ha frenado de golpe, intenta calmarse un poco, ya que es normal en esa zona que se junten algunos matones a venderse entre sí pero no suelen causar problemas, por lo que sigue su camino con la misma tranquilidad con la que había llegado.
Se detiene en seco cuando ve que bajan del vehículo a alguien con la cabeza cubierta, y puede distinguir muy bien mientras los tipos se metían a un contiguo callejón, que las manos amarradas eran de alguien joven. En su trabajo ha aprendido a diferenciar de inmediato toda clase de detalles. Un temblor recorrió su cuerpo ante aquella atrocidad, el descontento y la ira se hicieron presentes en él.
Young Soo hizo una mueca de desagrado, el olor a basura y humedad inundaban con disgusto su nariz.
La cobertura que le impedía la vista fue retirada, dejando divisar así un oscuro y desagradable callejón. Que lugar más repugnante, mediocre y humillante sería en donde acabaría su vida. ‘’No tengo porqué sentirme mal. Ni nada que tema abandonar. Aunque lo he tenido todo, al mismo tiempo no he tenido nada’’ medita, no había realmente algo por lo que pudiera lamentarse, excepto por una cosa ‘’te extrañaré mucho mi amigo Joon, espero que puedas salir pronto de esa horrible y asquerosa mansión’’ dice en su mente como una esperanza para la única persona que ha sido su amiga.
Suspiró profundamente, sin hacer gesto alguno, para ser lanzado acto seguido, a un enorme charco de agua podrida producida por los cestos de basura, cayendo sobre su costado, pues sus manos siguen atadas.
—Agradécele a tu padre por esto— sonrió el sujeto desconocido.
’’Deberías ver a un dentista, asqueroso pedazo de mierda’’ insultó a sus adentros por la indignidad que sentía, por tener hasta una muerte sumamente mediocre y que al igual que su vida, ésta también la causaría su padre.
El enorme sujeto se sentó sobre él, dificultándole respirar por su peso, para luego golpearlo con fuerza con sus puños.
El rostro del menor dolía, ardía. Golpe tras golpe era peor, y continuó de ésta forma hasta quedar casi inconsciente.
Dae-Hyun, decidió seguir a los enormes tipos que se metieron en el oscuro y húmedo callejón; Presenció cómo esos malditos, tironeaban y golpeaban al delgado adolescente indefenso bajo ellos, haciendo que apretara con fuerza sus dientes en furia. Desde su perspectiva, éstas ratas cobardes, abusan de quienes no pueden defenderse.
Dejó su bolsa con comestibles acomodada cuidadosamente sobre una caja ubicada contra la pared, para que nada se cayera o ensucia.
— Si vas a entrar, entra con estilo, o mejor no entres— Susurró para sí mismo.
Tomó impulso, y corriendo con todas sus fuerzas, apareció saltando por los aires noqueando con una patada voladora al mastodonte que yacía golpeando al joven.
—¿No creen que está un poco dispareja la repartija de fuerzas? Malditas ratas cobardes, ¡Les enseñaré qué es la dignidad!— Gritó con euforia, aventándose sobre los otros dos tipos que estaban parados mirando sin comprender lo que acababa de suceder, con el rostro lleno de desconcierto.
Como era de esperarse de un graduado con honores de la academia policial, sus habilidades de defensa y ofensiva eran dignas de su tan merecido título.
Puños y patadas fueron repartidos de ambas partes, y aunque algunas veces recibía unos cuantos golpes, no sentía un gran dolor ya que su cuerpo estaba bien entrenado. Cuando uno sacó una navaja, inmediatamente lo tomó de la muñeca desarmándolo, para luego golpearle la cien y desmayarlo.
Con los matones tumbados e inconscientes en el piso, Dae-Hyun equilibró su cuerpo parándose recto mientras tiraba de una larga soga que obtuvo de uno de los tantos cajones al lado de los basureros, y se dispuso a amarrarlos precavidamente luego de la intensa pelea.
Secó su sudor y observó al muchacho inconsciente sobre un charco compuesto por una mezcla de agua podrida, basura y sangre. El rostro del chico estaba golpeado hasta el punto de sangrar desmesuradamente. Incluso parecía que le habían quebrado la nariz.
Se acercó a él y lo sostuvo sobre su brazo izquierdo, levantándolo un poco. La cabeza le colgaba, estaba prácticamente inconsciente. Y el hedor que emanaba era repulsivo.
—Oye, oye, despierta— Sacudió un poco su rostro dándole pequeñas bofetadas en la mejilla.— Necesito que reacciones—Le habló.
El menor abrió entonces lentamente sus hinchados y amoratados ojos, mirando hacia todos lados perdido.
—¿Qué huele tan mal?— Fueron sus primeras palabras.
Dae-Hyun sonrió, por que para estar en un estado tan deplorable, lo primero que le preocupó fue el aroma.
— Eres tú— Respondió medio riéndose —¿Cómo te llamas?— Limpió con su remera blanca la sangre de los labios del muchacho, a lo que este hizo una mueca de dolor.
— Young Soo... —Hablo con dificultad y la voz débil— Jeong Young Soo — repitió.
— Young Soo — Le nombró apreciando el nombre — soy Dae-Hyun, puedes decirme ''mi apuesto salvador'' si quieres— Bromeó con una hermosa sonrisa intentando calmar un poco el ambiente.
— Mejor llama a una ambulancia— cortó todo designio de comicidad en el aire, haciendo que el peli gris de ojos celestes que le sostenía soltara una carcajada.
— Ya lo hice— Informo — parece que mi doncella en apuros no tolera los chistes — Comento sin quitar la mirada del muchacho, siendo ignorado completamente.
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