Tártaro reduce la velocidad, logra avistar Matamata. Mientras se acerca relaja su cuerpo para poder socializar tranquilamente con las personas que habitan allí. Al detenerse, baja del auto y recorrer el lugar como un turista más, echa un vistazo a las casas, los caminos, las aves que vuelan de un lugar a otro, el ganado. Compra uno que otro objeto para no llamar tanto la atención.
Tiene una pequeña charla con algunas personas y como él sabe cómo manipular a otros, finge ser amable para que todos se acerquen a él sin miedo y le puedan dar información útil. Les cuenta una bella mentira sobre cómo su madre lo llevó de vacaciones cuando era niño a nueva Zelanda y lo hermoso que era, había escuchado del lugar matamata, pero no pudieron visitarlo en aquel entonces ya que su vuelo estaba casi listo.
Con mayor razón comienzan a tratarlo como igual, ya que al escuchar su historia de la infancia y que décadas después pueda cumplir aquel sueño, los conmovió. Cuando los tenia donde quería, saca una foto de Hana y de Carlos, les pregunta donde puede encontrarlos ya que son amigos desde hace mucho tiempo y recordó que ellos dos lo invitaron hace mucho tiempo y quería aprovechar la oportunidad de verlos por sorpresa.
La gente guarda silencio por un momento. Tártaro observa con cuidado la conducta de ellos. Uno de los habitantes se acerca y le dice que ellos dos no se encuentran en ese momento en el pueblo, habían decidido ir de viaje hacia el sur de la isla, en específico, hacia el estrecho de Cook, ya que querían conocerlo y explorar la naturaleza de nueva Zelanda durante su trayecto.
Aquel viaje lo habían planeado hace algunas semanas y los habitantes les recomendaron lugares que podían visitar durante el trayecto. Un imprevisto sucedió en los planes de tártaro, internamente la ira lo consumía ya que esperaba encontrárselos en ese momento y deseaba asesinar a la gente del lugar para relajarse, pero no podía cometer errores, sus subordinados están causando caos en las ciudades principales, no podía arriesgarse a que la atención también se desviara hacia el lugar donde se encontraba.
Decidió comportarse como un verdadero turista y recorrió un poco más el lugar, entendió porque sus presas decidieron vivir ahí, era pacífico y buen lugar para tener una familia y no ser molestado por los problemas de la civilización moderna.
Los dos sujetos especiales que lo acompañaban – vistiendo también como turistas – estaban asqueados de ver tanta gente feliz. Tártaro los reprende ya que le agradó el lugar y no quiso atacarlo.
Después de su paseo regresan hacia el auto y van camino hacia el estrecho de cook.
Hana y Carlos están poco más de la mitad del camino recorrido, observando la flora y fauna. Se detenían de vez en cuando para caminar sobre llanuras, trepar algunos árboles, apreciar algunas aves y demás animales que vivían en los alrededores.
Tártaro vuelve a perder la cordura y aumenta a toda velocidad, sus subordinados ni se inmutan por la velocidad a la que iban ni por los baches.
El tiempo pasa, Carlos y Hana llegan al estrecho de cook, exploran un poco el lugar y se topan con unos extranjeros que están preocupados y se acercan a ellos para ver qué sucede. Los turistas le muestran el teléfono, las noticias sobre las ciudades principales siendo atacadas y en un total caos los impacta. El comentarista describe las escenas como “la repetición de la masacre de hace un año”.
Los comentarios no dejaban de hablar sobre lo sucedido hace un año, se volvía a repetir la historia, pero de una forma mucho peor.
Hana y Carlos lo comprendieron al instante, el enemigo a quien querían evitar los ha encontrado. Toda la frustración y desesperación que vivieron volvió a apoderarse sus cuerpos en un instante. Reaccionan ante cualquier sonido o cosa sospechosa que se moviera en los alrededores. Era el fin de su vida pacífica, no sabían si lograrían escapar una segunda vez.
Mientras intentaban calmarse y buscar la forma de poder escapar nuevamente o luchar en caso de tener que hacerlo. Un auto se detiene a lo lejos, quienes se bajan son tártaro y los dos sujetos especiales que lo habían acompañada.
Ni tártaro ni Carlos junto a Hana habían notado la presencia del otro. Ambos intentan regresar a su auto para regresar a matamata, pero en el camino se encuentran con tártaro, quien sonríe por al fin encontrarlos. Carlos y Hana no sabían cómo huir, no han luchado ni entrenado durante un año. Las posibilidades de poder salir con vida eran casi nulas.
Tártaro los saluda, no dice nada más. El ambiente es pesado, apenas podían respirar. Carlos le regresa el saludo con cierto nerviosismo. Tártaro les explica lo difícil que fue encontrarlos por mucho tiempo, su negocio fue decayendo y les echaba la culpa, nada de eso le hubiera pasado si ella estuviera aun en el laboratorio siendo obediente sin cuestionar.
Carlos le explica que, en lugar de perseguirlos por tanto tiempo, debió de olvidarlos y seguir con su negocio, realizar nuevos experimentos, pero su obsesión lo llevó a donde está ahora. Ellos no tienen la culpa.
Tártaro no creyó ni una sola palabra, aprieta sus puños y aquellos puños se vuelven tan duros como una piedra, incluso el color era gris. Les dice que no puede dejar ir a su presa, que debe de atraparla y darle fin. Así funciona su negocio, así es como ha logrado sus experimentos; haciendo a los cautivos muy obedientes y cuando su utilidad se acaba o fallan las pruebas, son eliminados. No son tratados como humanos. Son presas con un propósito.
La conversación estaba fuera de control, no se podía razonar con él, Carlos y Hana se preparan para luchar y tártaro junto a sus dos sujetos especiales también. La batalla final comienza.
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