Hina y Cesar viven en matamata ubicada al norte de la isla norte. Ellos han decidido tener una vida tranquila en el campo. Criando caballos y su casa de madera está situada dentro de un pequeño monte.
la batalla en la ciudad los dejó cabizbajo a ambos, al principio no confiaban en nadie y los consideraban enemigos disfrazados que en cualquier momento revelarían quienes son y atacarían con la intención de matar. Los lugareños comprendían que al ser nuevos no se adaptarían tan rápido y notaban en sus miradas y gran dolor, lo que hizo que fueran considerados con ambos hasta que ellos mismos decidan convivir con el pueblo.
El tiempo fue pasando, días, semanas, meses; el miedo fue disminuyendo, Hina conversaba con unos niños que jugaban cerca, ellos hablaban sobre sus aventuras por el bosque, ella daba una pequeña opinión positiva respecto a ello. Cesar pasaba el tiempo con un señor mayor que todos los días iba a su casa a saludar hasta que entabló conversación con él, luego más personas se fueron sumando y el miedo junto con el dolor que sentían, fueron disipándose mientras más convivían con las personas del lugar.
Cesar ayudaba a arar las tierras cada vez que puede mientras cría caballos. Hina de vez en cuando iba a los pueblos cercanos para poder comprar algún libro, luego Cesar también la acompañaba para conseguir sus propios libros; además, deseaba poder pasar cada segundo con ella, los sentimientos que sentía fueron creciendo hacia ella. Él no podía dejar de pensar en cuanto la amaba, y no eran sentimientos fugaces, pasaron por muchas situaciones complicadas, buenos momentos, situaciones donde demostraban ser débiles y fuertes, su amor tenía una fuerte base, sin embargo, Hina, ella pasó cautiva gran parte de su vida, y su primer contacto con lo que se consideraría cariño, fue con Cesar. Así que ella aún no sabe lo que es el amor, no sabe si tiene sentimientos por él, pero tiene gran respeto y confianza hacia él. Solo sabía que quería seguir a su lado.
Un año pasa desde la gran batalla y el que ellos se hayan mudado a su nuevo hogar. El clima siempre ha si templado, lo que les agradaba, en especial a ella. Después de pasar gran parte de su vida cautiva y en batallas, Hina al fin conoce lo que es tener una vida, aunque aún le falta mucho por aprender.
Ella creía que todos los seres humanos eran peligrosos, descubrió que no todos son así. Sus días los pasa en casa leyendo en las mañanas y en las tardes les daba clase a los niños y durante los fines de semana le leía cuentos al aire libre.
Cesar continuaba con su trabajo de crianza, casi no había cambiado nada para él desde que llegó, pero disfrutaba la simpleza en la que vivía.
Por un instante, Cesar, sintió el ambiente pesado. Algo estaba cambiando, aunque pensó que era su imaginación lo dejó pasar. En un cuarto con máquinas de rastreo satelital, tátara observaba como la computadora da un aproximado de donde podrían estar ellos. La marca señalada en la pantalla, indicaba algún lugar al norte de nueva Zelanda. Los había encontrado.
Por un año entero los rastreó y por hacer eso sus negocios y clientes comenzaron a decaer, lo le importaba con tal de asesinar a las personas que le complicaron la vida, se sentía ofendido por no lograr asesinarlos, ahora iría él en persona para poder asesinarlos.
Muchos de los vecinos de Hina y Cesar eran de la tribu maorí, eran amistosos y Hina descubre que a las tribus las llaman “iwi” y en lugar de decir “hola” decía “iwi” en forma amistosa, lo consideraba tierno e ingenioso, los nativos – independientemente de la tribu que pertenecieran – se sentían agradecidos al ser saludados así.
Las relaciones con todos en el pueblo crecieron mucho. De vez en cuando, cuando querían estar solos, iban hasta la costa y lograban visibilizar a la armada real de nueva Zelanda recorriendo el océano, tal vez realizando algún entrenamiento. La brisa marina, el sonido de las olas golpeando la costa y olas deshaciéndose delicadamente al llegar a la orilla; todo eso les daba tranquilidad como si reiniciara la vida, se veían completamente felices. Sin embargo, tártaro estaba por llegar a la isla.
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