LAS NUBES SE TIÑERON DE ROJO.
Debes volver a vivir cerca del firmamento,
La oscuridad de mi alma no te manchara,
Aun si, gritas para hacerte escuchar contra el viento,
No volveré a tomar tu mano y tu final se evitará.
Paula Canyul.
Abrí y cerré varias veces mi boca.
Un grito estuvo a punto de salir de mis labios, pero una mano grande con uñas afiladas me lo impidió.
— No grites, no te vamos a hacer daño. — murmuró.
Era la misma voz grave y autoritaria que poseía aquel cachorro.
pero por alguna razón la podía sentir más intensa.
— Voy a quitar mi mano si prometes no gritar. — el tono de voz no me dejo replicar.
Asentí con la cabeza, el contacto me iba a volver loca, sentía tanta energía alrededor que estaba temblando.
estaba segura de que si tocaba una bombilla podría encenderla, podría encender todos los aparatos electrónicos de mi casa o la cuadra, el ambiente chisporroteaba de poder.
Quito su mano lentamente.
Pareció dudar por unos segundos por que la presión regreso a mis labios y luego desapareció sutilmente,
Mire a su lado.
Él era impresionante, pero Kelpie también lo era.
No encontraba palabras para este momento.
Volví mi mirada a su dirección, él era alto y delgado con una cabellera oscura y abundante que caía en cascada, su piel era pálida, sus rasgos estaban bien cincelados y muy hermosos, su mirada era intensa y el bello color azulado de sus ojos lo hacía ver magnífico.
Pero lo más impresionante eran esas alas que estaban detrás de él.
Eran enormes y estaban encogidas ya que el tamaño de mi habitación no era suficiente para estirarlas.
Observé las delicadas plumas negras entrelazadas unas tras otras que brillaban como el ónix, me recordaban esa piedra ya que el color era intenso y brillante.
Era impresionante y hermoso, pero su presencia me intimidaba y esos cuernos sobre su cabeza con puntas afiladas.
¿Este era un verdadero demonio?
Miré a Kelpie que estaba a su lado.
Parecía un chico de mi edad con pequeños cuernos, su rizada cabellera de color cobrizo y alborotada. la diferencia es que no tenía alas y su piel era de un color dorado, sus ojos eran completamente negros con una delgada línea dorada, era unos centímetros más alto que yo y poseía una mueca de fastidio en su bello rostro.
me asombraba lo delgado que era ya que comía demasiado y parecía no llenarse nunca.
Era hermoso, pero no tan impresionante como el demonio que se encontraba a su lado, aparte la mirada con un nudo en la garganta.
Todas estas emociones eran demasiado, por que estaban dos criaturas tan bellas en mi habitación ¿que era lo que buscaban de mi? Y por que el miedo que había sentido durante años se había esfumado, tenía muchas sensaciones pero ni una se acercaba al miedo.
— ¿Todos los demonios son como ustedes?- pregunte ya que la apariencia y personalidad de ellos era muy distinta.
— No. — me respondió inmediatamente, COMO SI ACABARA DE LEER MIS PENSAMIENTOS.
— Existen demonios con apariencias y personalidades variadas algunos están tan corrompidos y hundidos en la locura que su forma es la que acostumbras ver.— me explico.
— ¿Qué quieres decir? — pregunté.
— Me refiero a que los demonios adoptan la forma de acuerdo a su pecado, muchos de ellos se sumergen en la locura y terminan convirtiéndose en seres repugnantes y malolientes, no importa cuanto intenten regresar a su primera forma o si eran humanos, cuando se corrompen empezarán a transformarse en seres sin forma humana ni animal.
— Entonces los demonios que veo y me siguen son demonios que ya no controlan su forma física.— Ni siquiera sabía que los demonios podían perder el control.
— Exacto, son seres que solo se guían por su odio y están destinados a obedecer y regar su maldad por donde pasen.— continuo.
— Ustedes también son demonios. — solo quería escucharlo y asegurarme ya que su apariencia era muy bella.
— Lo somos.—
No me dio explicación y por su mirada pude ver que no la daría.
— Todos se pueden transformar en animales como ustedes.
— No pueden.— contestó
— ¿Por qué? — pregunte.
— Es algo que no puedo decirte en este momento.—
— Y todos pueden comer comida humana.— seguí.
— Tampoco pueden.— respondió con desdén.
— ¿Por qué? — volví a preguntar.
— Tampoco puedo decirlo.— me estaba fastidiando su falta de interés.
— Quieres preguntar algo más.— me dijo con una mirada seria.
— Responderás las preguntas o solo me dirás que no puedes decirlo. —Contraataque
— Depende de la pregunta.— Me respondió
— ¿Todos los demonios tienen alas?.— tenía curiosidad nunca había visto uno con alas.
— No. — Vi un temblor en su mandíbula pero no dijo nada más.
— ¿Ustedes quieren algo de mí? — pregunté de nuevo.
— No puedo decirlo. —repitió.
Esto era muy frustrante, estaba claro que no me quería contar nada.
Otra pregunta se formó en mi cabeza.
— ¿Tienes nombre?— Realmente quería saber su nombre.
— No necesitas saberlo , pero puedes llamarme Alin, el nombre que escogiste.—
— Pense que era un nombre ridículo.— le conteste a la defensiva, seguía ofendida por su comentario anterior.
— Para un cachorro o gato real puede que no lo sea, pero para un poderoso demonio es un nombre muy estupido.— dijo con seriedad.
— ¿Estúpido? — repetí con el enojo burbujeando y deseando salir de mi cuerpo.
—Tienes razón, es un nombre adecuado para ti Alin. —
Kelpie no me dejo terminar salto frente a mi y sacudió sus manos cerca de mi rostro en señal de advertencia.
— No debes ser tan irrespetuosa con mi amo— Me dijo con una mueca de desagrado en su rostro.
Lo mire de arriba a abajo.
Su voz era la misma y seguía teniendo ese tono juguetón, pero se veía todo menos juguetón en ese momento.
— Lo siento señor demonio. — le dirigí una mirada de disculpa, kelpie era muy sensible y no quería molestarlo.
Además me daba miedo cuando trataba de defender a su amo.
—llamame como gustes. — me dijo con un movimiento de desdén.
No le importaba como lo llamara, él quería enseñarme a protegerme, pero estaba claro que no me daría información.
Volví a perderme en sus figuras tan imponentes.
Estaba segura si no me detenía iba a empezar a babear, era muy injusto parecían caballeros oscuros de un cuento de hadas y su vestimenta.
¿Dónde la habían robado?
Estaba segura de que no compraban en la tienda local.
Kelpie tenia una chaqueta de cuero negro muy gruesa con una camiseta desgastada de color rojo, unos vaqueros ajustados de mezclilla oscuros y unas zapatillas de deporte negras.
Parecía un adolescente, que estaba en alguna pandilla.
Por otro lado estaba él, con una camisa blanca y pulcra que se ajustaba a un pecho grande y musculoso, pantalón negro y unas botas largas.
Las manos de ambos tenían uñas largas que parecían cuchillas afiladas, y los cuernos, sus cuernos parecían tallados en piedra, demasiado lisos pero con puntas afiladas.
Cómo es que sus alas no desgarraban su camisa, acaso tenía alguna apertura en ella.
— ¿Tus alas son reales? — le pregunté acercándome, tenía curiosidad por lo acolchadas que se veían.
¿Serían como un cojín de plumas? estiré mi mano tratando de tocarlas.
pero él se alejó de mi contacto.
— Detente, no puedes tocarlas. —me dijo
— ¿Pueden matarme?— pregunté.
Podía sentir mis dedos cosquilleando con la urgencia de tocarlas.
— No, pero no puedes tocar mis alas, pondremos algunas reglas.
— Es una broma.— conteste incrédula.
Ahora él me pondría reglas a mí.
— No crees que las reglas debería ponerlas yo, entran a mi cuarto sin permiso y toman mis cosas, Kelpie duerme en mi cama y no pregunta, ustedes comen mi comida y duermen en mi casa es ridículo que trates de poner reglas.—
— Las reglas son importantes y te mantendrán con vida.— me contestó con una mueca de desagrado.
— Nosotros te cuidamos y tú nos das comida, yo creo que es un trato muy justo. — interrumpió Kelpie.
—De qué estás hablando he estado encerrada estos días y solo fui de compras el día de hoy.—
— Rompiste las reglas, no podías salir.— refunfuño kelpie
—Fuiste conmigo y te di helado, eso debería ser suficiente ya que ayer te comiste todas las bolsas de frituras.— volví a replicar.
— Eres una humana malagradecida si no fuera por nosotros estarías muerta.— Gruñó Kelpie.
Su voz y su personalidad no iban para nada con su apariencia de adolecente, me recordaba a un niño haciendo una rabieta.
— ¿Yo soy la malagradecida? nunca los busqué para pedir ayuda.— Le dije molesta.
— Pues estás de suerte humana te encontramos y te cuidamos a cambio de comida y un lugar donde quedarnos.—
— Puedo no aceptar.— dije mirándolo a los ojos.
— ¿Por qué? es un gran trato y gracias a mi amo puedes dormir.—
— ¿Cómo sabes que no puedo dormir? — Pregunte.
— ¿Eres tonta? Todos a tu alrededor pueden ver que no duermes, eres como un mapache moribundo y es gracias a nosotros que ahora duermes debes tratarnos mejor. — Se burló Kelpie.
Mis mejillas enrojecieron a niveles astrales.
— Ya terminaste de insultarme o falta alguna sugerencia para proporcionar a su majestad comodidad en mi casa. — dije con sarcasmo.
— Tienes razón tengo otra sugerencia: No quiero que me trates como un perro y no compres esa porquería de comida en forma de huesos.—
— Revisaste mis bolsas— lo acusé, creía haber agarrado esos premios sin que él lo viera, estaba claro que había hurgado en las bolsas cuando estaban en la cajuela.
Mi rostro nunca se había sentido tan caliente.
— No revise nada, estaban ahí y solo eche un vistazo. — Me dijo con indiferencia.
— Eso es revisar. — le reproche.
Un carraspeo nos interrumpió.
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