Una parte de mi estaba muerta y no sabia que hacer, quería gritar, arrancar el espejo del baño y partirlo contra el suelo.
Sentía náuseas, y mi cabeza daba vueltas, me faltaban las fuerzas para estar de pie. Los otros chicos en el baño se acercaron para ver si me encontraba bien. No les di tiempo de ayudarme.
Salí del baño tambaleándome hasta mi habitación, sosteniéndome a la pared para no caerme del mareo.
Lentamente, la silueta de los objetos en mi cuarto se difumino, como ver una película en 3d sin lentes. Me restregué los ojos varias veces, pero el enfoque no regresaba.
Pronto dejé de sentir que tenía brazos con los que tocar mi rostro o piernas con los que sostenerme, por lo que caí al suelo detrás de mí puerta, pero ya no había suelo ni puerta. Solo el hueco sin fondo de mi mente.
—Lume ¿Estás allí?
Escuché una voz masculina y dulce llamándome desde lo etéreo, no sabia quien era, pero me transmitió cierta familiaridad.
—¡Lume! ¡Por favor ayúdame!
Aun sin cuerpo o sentidos, busqué acercarme a él. Vagué en medio de la oscuridad hasta ver una luz, que me llenaba de calidez y éxtasis.
De nuevo me veía frente a la puerta de mis sueños.
—Tu...
—¿Quieres recordar? —dijo la voz tras la puerta, que no era la misma que escuche antes—. Tus recuerdos están aquí.
—No fastidies —conteste molesto—, solo por no darte gusto prefiero seguir sin saber nada. Pero...
—¿Hum?
—Debo agradecerte por atraer mi atención. De lo contrario, no sé qué habría pasado si seguía abstrayéndome asi.
La voz río mientras la puerta y la oscuridad desaparecían, dejándome distinguir la silueta de los objetos en la habitación.
Ya podía pensar y ver claramente así que busqué mi celular.
—Necesito ayuda.
¿Pero a quién podía llamar? Esto no es algo por lo que pueda ir al médico.
Es más, no quería ver a ninguna de las personas que podían ayudarme y mucho menos a mi padre.
Si él es responsable de mi olvido, solo estaría revelando que sé lo que hizo y me arriesgaría a una lobotomía más profunda.
Entré en desesperación. Sólo había una persona con la que podía hablar para salir de mi cabeza, así que lo llamé.
—Karter… Necesito verte.
—¿Lume?
El chico que me contestó tenía una voz cálida, con cierto crepitar en sus palabras como una fogata.
—Si, soy yo —respondí.
—N-no esperaba... más bien no creí que fueras a hablarme tan pronto ¿Pasó algo?
—Puedes venir a buscarme, tengo, hum, tengo un problema.
En ese momento, él y yo no estábamos en buenos términos por lo que pensé que me colgaría, Así que hablé antes de que pudiera contestarme.
—¡Se que la cagué anoche! Soy lo peor que te pudo haber pasado, pero por favor, te lo ruego, necesito salir de aquí, ¡Me estoy volviendo loco!
—¿Anoche?, Lume… Hablamos por última vez anteayer.
Casi dejo caer el teléfono de la impresión, pero por lo menos ya sabía cuanto tiempo de mi vida me robaron.
—Dime dónde estás. Llegaré en unos minutos.
Se lo dije y me vestí tan rápido como pude, poniéndome lo primero que encontré. que eran unos jeans azules, una camisa blanca y mi suéter favorito.
A los pocos minutos, bajé hasta la calle, Karter me esperaba fuera de su carro descapotable rojo.
Sus ojos eran de un azul grisáceo, en los 7 años que teniamos de conocernos habian perdido algo de color, Su cabello seguía siendo Rojo vermillon, al igual que la chaqueta de cuero arremangada que escogio usar ese dia, en ella tenía el emblema del nudo infinito claramente visible en la manga izquierda, a la altura del hombro. Su pantalón y camisa manga larga eran negras, al igual que los guantes sin dedos en sus manos. A pesar de todo eso, lo que más llamaba la atención de su vestimenta era la bufanda iridiscente que siempre usaba, porque yo se la regalé.
—Nada... yo… —No pude evitar preguntarme si Karter podía notar el brillo añil de mis ojos—. Ya estoy mejor… tu sabes, ansiedad por los exámenes. Sólo necesito cambiar de ambiente.
Obviamente estaba mintiendo, y sé que Karter también lo sabía. Nos conocíamos desde hace tanto tiempo que no había necesidad de intercambiar palabras.
—Aún es temprano, pero tengo las llaves del bar por si quieres que te lleve a un lugar tranquilo para hablar.
—No quiero sentarme a beber en un lugar oscuro y deprimente.
—¡Hey! Mi bar no es tan cutre… ¿o si?
Suspire.
—Quiero moverme, necesito aire y espacio.
—¿Y eso sería en...?
—En ningún lugar, y lo más parecido a eso es mantenerme en movimiento.
—Definitivamente no es alcohol lo que tomaste, ¿que te fumaste ahora?.
—Al contrario, creo que estoy más consciente que nunca.
—Bien, sube al auto. Te llevaré a ningún lado —Karter me sonrió al decir eso, como si no hubiera ningún resentimiento por nuestra discusión, No podía dejar de pensar en si a él le dolía el volvernos a ver tanto como a mi.
—Gracias… Por favor ve por el camino más largo. —Dije al entrar en su auto, él encendió el motor y comenzó a manejar sin dirección alguna.
Karter era la única persona de mi pasado a la que no quería dejar de ver.
Cada vez que tengo un problema, acudo a él, y las soluciones suelen presentarse solas.
¿Era magia? Tal vez, no recuerdo haberlo visto usar algún hechizo o practicar ningún ritual.
Sólo sé que conocí a Karter el peor día de mi vida y desde entonces no ha dejado de rescatarme.
Lume was an extraordinary mage apprentice, ready to join the most important organization of magic users in the world. But his destiny was crueler than his dreams, a horrible accident made him leave that path.
Now, he finds himself lost in a mundane and meaningless life, trying to suffocate his sorrows in sex and alcohol.
Until the day his way of living hurt a friend in such a way that, in order to correct his mistake and to save him, he has to return to magic.
This is a story about forgiveness of oneself, overcoming trauma and restoring the connection with magical thinking.
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