Ángeles y Demonios.
El deseo de tu corazón al infierno la ha condenado,
No debías mirarla ni preguntar su nombre,
Has guardado rencor por creer que ella no te ha amado.
Paula Canyul.
Al llegar a mi casa noté inmediatamente al cuervo que estaba sobre mi buzón.
Nos observaba y podía jurar que estaba enojado.
Kelpie se veía angustiado como acostumbraba verse cuando su amo lo veía fijamente, pero salió a su encuentro y desaparecieron al mismo tiempo.
Me despedí de Eduardo rápidamente y me negué a recibir su ayuda, se veía desconcertado.
Bajé mis bolsas como una maniaca, me sentía desprotegida.
No había notado lo aterrada que me ponía al perderlos de vista.
¿Desde cuándo esto había empezado a pasar? no tenía una maldita idea.
Mi padre estaba en el comedor cuando entré, se levantó de inmediato para ayudarme con las compras.
— Parece que quieres alimentar a un batallón. — Me dijo con una sonrisa observando todas las bolsas.
— He pensado que debo comer más. — Era una pequeña mentira, pero no podía decirle que iba a ocupar la comida para alimentar a un cachorro demoníaco.
— ¿Segura? por que estas bolsas de chops chops con extra-queso junto a estos 10 kilos de caramelos y bombonetes tutti tutti no se ven muy saludables. — Me dijo frunciendo el entrecejo.
— Tengo tres nuevos amigos y quiero compartirlos con ellos. — le dije sintiendo que el color se me subía a las mejillas, era la mentirosa más grande del mundo, pero tenía una buena razón y no mentía del todo. Eduardo, Kelpie y el cuervo no eran muy amigos, pero estaba segura de que eran algo cercano a eso.
— Es por lo que no quieres irte de esa escuela. — Me pregunto.
— Sí. — Contesté bajando la mirada.
— Está bien, pero esta vez no ocultes nada de lo que pase, necesito que lo prometas. — enfatizó mirándome a los ojos
— Lo prometo. — Le dije sonriendo.
Era una sonrisa falsa, o padre perdóname existen cosas que jamás entenderías aunque lo intentaras.
Sé que estás asustado, que también tienes miedo y no quiero que vivas como yo y mi madre aterrado de mirar una esquina y sentirte desfallecer de terror.
Tenía un nudo en la garganta.
Me despedí de él y subí varias de las bolsas a mi cuarto iba a esconderlas en el armario.
Al entrar noté que dos cachorros me miraban fijamente, los dos tenían el color de ojos azul, ese azul tan bello que me recordaba a una joya, una piedra de lapislázuli que vi de pequeña en un aparador.
Por un momento no supe cuál era Kelpie.
— ¿Por qué cambiaste el color de tus ojos? — Me dirigí al cachorro que estaba sentado.
— Es increíble que puedas saber cual de los dos es Kelpie. — Me dijo el otro cachorro con los ojos brillantes y asombrados, su voz era fuerte y tenía un acento que no podía identificar.
— Es porque Kelpie no tiene esa energía aterradora y. — dije mientras me sentaba en mi cama.
— Te dije que no podías salir. — me interrumpió.
— Y yo te dije que es absurdo que me prohibas salir, no puedo estar encerrada todos los días, tengo que ir al colegio y hacer las compras. —replique.
— Irás de compras cuando yo esté cerca y te permita salir. — Me interrumpió
Me levanté de un salto y me puse frente a él.
— No puedes venir y controlar mi vida. — Me estaba poniendo furiosa, ni mi padre trataba de controlar lo que hacía.
— Además, quien rayos eres y por qué Kelpie no deja de decir amo para todo. — exclamé. Era ridículo.
A veces me imaginaba que él se pavoneaba por todos lados con aquel honorífico de “amo'' acaso era un conde demoníaco o un heredero de alta alcurnia y Kelpie era su esclavo.
¿Entre demonios también existían las clases sociales?
— No necesitas saberlo puedes llamarme con ese apodo ridículo que inventaste. — Dijo con un tono de burla.
— ¿Ridículo? — Me sentí ofendida porque había pensado en ese nombre por 3 horas y él me lo aventaba a la cara sin más.
De repente, Kelpie levantó la voz.
— Amo, puedo dejar de ocupar mis poderes. —
— Sí, la prueba ya se completó. — Le contestó.
— ¿Qué prueba? — Dije mirándolo a los ojos.
— Quería ver el alcance de tu Don, Kelpie y yo escondimos nuestras auras y nos trasladamos al plano espiritual que solo los demonios y espíritus pueden ver, le pedí que cambiara el color de sus ojos para averiguar si podrías reconocerlo y saber cuál de los dos era él. — explico.
— No soy una rata de laboratorio. — estaba más que indignada un demonio me estaba haciendo pruebas sin preguntarme.
— Sé que no lo eres, una rata de laboratorio no es tan impresionante como tú. — expresó
Eso me dejó sin palabras, no esperaba un cumplido de su parte.
— Tú puedes ver a los demonios, a todos ellos no importa que traten de esconderse de ti, siempre los podrás ver y puedes distinguirlos solo te falta perfeccionarlo, aunque no lo creas es un arma que podrás ocupar para protegerte. — afirmó.
— Protección contra los demonios. — murmure estaba asombrada, nunca había pensado en eso.
— Alguna vez has visto a un ángel. — me miró fijamente como si buscara indicios de una mentira.
— No, pensé que los ángeles eran un mito. — titubee.
— Todos piensan que los demonios no existen sin embargo tú puedes vernos. — Contestó en tono burlón.
Mis mejillas se enrojecieron.
Por un momento me sentí estúpida, él tenía razón, si los demonios existían era lógico que los ángeles también.
El día de hoy podía creer todo, si me hablaban de hadas o duendes incluso sobre zombis lo creería.
Creería todo lo que él o Kelpie me dijeran.
— Nunca he visto uno. — Le conteste antes de que preguntara de nuevo.
No mentía la verdad jamás había visto un ángel si hubiera sido el caso, hace años le habría suplicado que alejara a todos los demonios que me atormentaban cada año.
— ¿Estás segura? — insistió
— Si lo estoy. — confirmé
— Los ángeles son sigilosos, pero si puedes vernos y no podemos escondernos de ti, los ángeles tendrán el mismo efecto que nosotros, no recuerdas alguna persona con un aura fuerte y alas blancas o doradas normalmente son hermosos tan hermosos que parecen irreales puede que te hayas cruzado con alguno, la diferencia es que ellos trasmiten un aura celestial. —
— No recuerdo una persona así. — busqué profundamente en mis recuerdos y no había nada de eso. —
— ¿Tu madre te habló de ellos, ella los veía? — preguntó.
— mi madre nunca me hablaba de demonios o ángeles, ella siempre me aconsejaba ignorarlos. — conteste desviando la mirada.
— Ella los ignoraba. — dijo más para sí mismo
— No paraba de repetirme que no debía verlos ni hablarles, si los ignoraba y fingía que no estaban ahí se irían pronto. — mi voz salió casi en un lamento.
— Tu madre quería protegerte, pero lo hacía de la manera incorrecta. — Respondió
— Tu que sabes eres un demonio yo he roto una promesa tras otra, no he podido cumplir las promesas que le hice a mi madre, hablo con ustedes cuando debería ignorarlos ni siquiera se que buscan de mí. — dije casi sin aliento
Me estaba conteniendo para no empezar a gritar y asustar a mi padre.
Lo acababa de decir, no sabia por que me hablaban y estaban aquí prácticamente yo le había dado la bienvenida a mi casa y lo peor era que me sentía feliz.
Solo habían pasado unos días y ya me sentía incapaz de estar lejos de ellos, su presencia me hacía sentir completa, era como si ellos le dieran tranquilidad a mi vida y alejaran cualquier indicio de maldad.
Una tonta ironía, ellos eran la reencarnación de todo lo malo.
No quería decirlo en voz alta, pero kelpie me hacía feliz y este otro demonio me asustaba un poco, pero lo quería cerca y no quería alejarlo.
Estaba furiosa conmigo misma.
Mis pensamientos eran confusos y mi estómago no dejaba de cosquillear con la explosión de emociones.
— Puedo protegerte si tu me dejas y puedo enseñarte a protegerte. — comentó mientras una nube negra lo envolvía.
Era como un humo que se extendía por la habitación, aquella nube también envolvió a Kelpie.
El ambiente se llenó de energía, podía sentir mi cabello levantarse un poco y los vellos de mis brazos erizarse.
— ¿Qué estás haciendo? — susurré temerosa.
— Después de pensarlo un poco he decidido mostrarte nuestra forma real si tu me ayudas a conseguir lo que quiero yo te ayudaré a protegerte. — dijo en un suspiro.
Sonaba cansado, como si todavía estuviera debatiéndose algo.
No podía ver nada, todo se veía borroso y me sentía desorientada con la electricidad del lugar.
De pronto el humo se dispersó de la habitación, mis ojos empezaron a adaptarse a la luz de nuevo y los vi, ahí estaban los dos.
Me quedé muda nada era como lo había imaginado.
Comments (0)
See all