El humo del cigarrillo inundaba aquel ambiente lleno con mesas en donde se realizaban juegos de azar que iban desde el póker a los dados, los caballeros llevaban sus elegantes Smokings y las damas sus vestidos más elegantes como también coquetos con el único fin de poder distraer a los jugadores de Póker rivales. Un vaso con Whisky se encontraba a su lado mientras el encargado de la mesa sacaba las cartas y las repartía a los jugadores, las fichas se encontraban apiladas formando pequeñas torres cuyo valor podía ir desde los cien dólares a los mil millones de dólares. Todos miraban sus cartas sin siquiera pestañear, la frialdad de sus rostros era lo único que se necesitaba para poder tener la carta ganadora. Hasta ese momento la condesa Mallory Crainch había ganado casi todas las apuestas de la noche, hasta que ese caballero, que vestía un fino traje blanco con pantalones negros y una flor roja en su solapa, se sentó con intenciones de jugar un poco. Era un muchacho muy apuesto que solo acentuaba su masculinidad al vestir de forma tan elegante, sacando un pequeño estuche que llevaban cigarrillos en su interior, se dispuso a jugar con toda la calma del mundo, como si tuviese una fortuna guardada en alguna parte del mundo y teniendo en cuenta su elegante traje posiblemente así fuese. El primero en perder la jugada fue el senador Firter quien tenía una escalera real que fue suprimida rápidamente por las cuatro reinas que ese caballero poseía, el teniente Timothy Kosner fue el siguiente quien presento sus cuatro ases siendo ganado por las escaleras reales del caballero quien empezaba a desplumar a los presentes con su increíble buena suerte.
- Ese hombre debe llevar un as bajo la manga- aseguraban los presentes al ver su impecable habilidad con el juego- nadie puede ser tan bueno o tener tanta suerte
El capitán de la armada Británica John Wesley fue el siguiente, tenía cuatro reinas que fueron opacadas por los cuatro reyes del misterioso individuo quien seguía ganando las apuestas sin siquiera sudar, el resto empezó a retirarse con excepción de la condesa Crainch quien no dejaría de jugar hasta ganarle o quedar sin una cuenta corriente. El juego ya no era por dinero sino por orgullo, de todos los presentes el único a quien ella no había conocido antes era a ese hombre misterioso que seguía ganando como si fuese lo más natural del mundo para él. Sosteniendo sus naipes vio que estos eran cuatro reyes, no había forma alguna que él pudiese superar aquello, con una sonrisa pidió una carta mas que le fue otorgada por uno de los trabajadores de aquel casino, recibiendo un rey de copas, Crainch, supo que la suerte esta vez le sonreía a ella.
Sin perder tiempo puso sus cartas sobre la mesa convencida de que ganaría, aquel hombre se mantuvo en silencio y solo pidió un whisky en las rocas, sacándose el cigarrillo de la boca exhalando un poco de humo, sonrió y puso sus cartas sobre la mesa. Crainch no podía dar crédito a lo que veía, la palabra escalera real se quedaba corta, cinco tipos de reyes distintos en una sola mano. Aquello bien podía ser declarado como un empate que necesitaba de un solo juego más para ganar; pero aquel hombre dijo:
- Me retiro
- ¿Se retira?- le preguntó el encargado de la mesa al ver como ese hombre estaba por llevarse más de un millón de dólares
- Sí, creo que la suerte se me ha acabado- le respondió aquel hombre esbozando una sonrisa que demostraba su exceso de confianza
- ¡Oiga, espere un momento!- le respondió la condesa Crainch- no puede retirarse así como así, aun tiene que ganar un juego contra mí
- ¿Y si pierde el juego, señorita…?
- Condesa Mallory Crainch- se presentó ella- y usted es…
El hombre calló por un minuto viéndola a los ojos de forma penetrante, sonriendo le respondió:
- Avery, el señor Samuel Avery; pero mis amigos me llaman Sam, espero que podamos serlo condesa
- Que hombre más arrogante- sonrió Crainch mostrando su agrado ante aquel hombre- sin embargo también es muy simpático señor Avery
- Pues supongo que mi suerte si se acabó- afirmó Sam tomando la copa con Whisky que el mesero le había llevado, se levantaba de la mesa cuando Crainch le dijo
- ¡Sam, espera!- Sam la vio de forma penetrante por unos minutos y con una cálida sonrisa, Crainch añadió con un tono agradable- ¿No desea jugar un poco mas conmigo? Posiblemente su suerte mejore y pueda ganarme
- ¿Y si pierdo?- le preguntó Sam sentándose nuevamente en su asiento
- Pues lo acompañare hasta el taxi y le ayudare a pagarlo
- ¿Y si usted pierde?- volvió a preguntar Sam
- Pues…- mirándolo de forma provocativa le respondió- le pediré que me lleve a casa
- Me parece algo justo- sonrió Sam retornando al juego
Las cartas fueron repartidas y ambos se vieron a los ojos mientras estudiaban sus propios naipes, debieron de estar en un silencio cómodo y agradable que duro unos minutos hasta que ambos tiraron las cartas a la vez. Sam había ganado una vez más, el encargado de la mesa habló en francés declarando a Sam victorioso al tener cuatro ases rojos por sobre una escalera. Mirándola con detenimiento, Sam, le dijo
- Espero que no le moleste llevarla a casa esta noche señorita Crainch
Crainch no le dijo nada, se encontraba estática con la mirada perdida, los demás también se encontraban inmóviles como estatuas y el encargado de las cartas mantenía su pose de sacar los naipes con aquella paleta, mirando como el humo de su cigarrillo se había detenido, Sam cerró sus ojos en señal de molestia al ver que el tiempo fue detenido por un hechizo de tiempo.
- ¿Todavía sigues usando tu magia para enriquecerte, Sam?- le preguntó Reteniel caminando en dirección a donde él se encontraba
- Entre otras cosas- le contestó Sam molesto mirando a su viejo amigo acercarse a él- ¿Qué es lo que quieres Reteniel? Por si no lo has notado me encontraba ocupado
- Eso puedo verlo- sonrió Reteniel- sin embargo tu fiesta deberá de esperar un poco, tenemos un trabajo que hacer para salvar al mundo de su destrucción
Tras estar unos minutos en silencio, Sam, le preguntó a Reteniel
- ¿En qué diablos nos has metido esta vez?- definitivamente su suerte realmente se había acabado esa noche
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