Los días pasaron y llegó el momento de presentar la ley a los consejeros, al contrario que en Vaen los consejeros aquí no tienen poder de bloquear o derogar leyes, pero sí que es tradición preguntarles para que su sabiduría y sus años de experiencia guíen al rey.
Azai por primera vez me permitió asistir a dicha reunión, pues para el ya no solo era el embajador de Vaen si no su futuro esposo y el futuro rey consorte de Kanor.
/ ¡Esto es una locura! ¡¿Cómo vamos a darles igualdad a los omegas?!/ Dijo alarmado el consejero de comercio
/ ¡Es cierto, es un atentado contra la naturaleza y la tradición! / Exclamó el consejero de asuntos internos
/ ¡Los dioses se enfurecerán por este insulto a sus designios! / Replicó el consejero de religión
/A mí me parece bien, al fin y al cabo, pagan impuestos como los demás, lo justo es darles un trato igual/ Cuando el ministro de economía habló todos lo miraron como si hubiese dicho la cosa más ilógica del mundo.
^Shilé ¿Tu qué opinas? ^
/Con todo el respeto su majestad, él no tiene derecho a opinar sobre nada, es omega y extranjero/
^ ¡Aquí se hará lo que yo mande y hablará quien yo quiera, cierra la boca antes de que mande que te corten la lengua! ^ La fuerte voz de Azai retumbó en la sala haciendo vibrar las paredes y haciendo temblar al consejero.
-En mi opinión, los omegas son igual de válidos que cualquier otra persona, solo hace falta verme a mi o a cualquier otro omega de mi país, si les permites aprender como a los demás y actuar como a los demás las diferencias son muy pocas, además darles derechos a los omegas proporcionará una gran ganancia, piensen por un momento cuantos grandes inventores, médicos, arquitectos etc. Se están perdiendo por impedir a los omegas aprender y trabajar-
/Sigue siendo una estupidez, por mucho que le des a los omegas seguirá siendo una pérdida de tiempo/
-Está muy equivocado señor, solo por darle unos ejemplos, el arquitecto encargado de la construcción del palacio de Est Nagatch, que es la capital de Vaen, fue un omega, lo mismo para las murallas del golfo de Est Nagatch, y eso solo en arquitectura, el primer médico en hacer una extracción de un apéndice enfermo, el médico que descubrió que si no te lavas las manos antes de tocar heridas se infectan, el que hizo la primera cesárea, todos omegas.
Y también el mayor compositor de la historia de mi país es un omega, imagínense las posibilidades, el avance, las riquezas. Dar derechos a los omegas es dar un futuro a esta tierra-
La cara de los consejeros pareció mostrar duda ante mis palabras, pero aun así la reunión terminó sin una respuesta clara por parte de los consejeros.
^Esto no me gusta, aunque los consejeros no tienen el poder para parar una ley impuesta por mi tienen muchos contactos y no sería la primera vez que se levantan contra un rey. La última vez hace 200 años el consejero de guerra hizo que gran parte del ejército se levantase contra el rey y logró independizar a una gran parte del noroeste del país, todo porque el rey paró el exterminio de omegas^ Las palabras de Azai mostraban cierto temor, y tenía razones, una guerra civil podría debilitar mucho al país y otros países podrían aprovechar eso para conquistarlo y si eso pasa mucha gente sufrirá y nuestros esfuerzos para establecer alianzas y garantizar un mejor futuro se desvanecerán.
-Es normal que tengas miedo a que se revelen, encargaré a Nuro que los vigile de cerca, así sabremos si traman algo- Le dije abrazándolo, pude notar como su cuerpo tenso se relejaba con mi abrazo. Sus fuertes brazos me rodearon devolviéndome el abrazo, con mi nariz contra su pecho podía notar su delicioso olor.
Después de un largo abrazo salí a buscar a Nuro, si hay alguien capaz de descubrir algo es él.
-Nuro, quiero pedirte una cosa, necesito que vigiles a los consejeros y me notifiques si planean algún tipo de golpe de estado o insurrección-
/Como ordenes/ Nuro se dio la vuelta y se fue por el largo pasillo.
Agotado entré a mi habitación y me tiré en la cama.
< Enseñarles historia de Vaen a unos viejos cabezotas es difícil> Pensé mientras abrazaba la almohada.
< Ahora que la ruleta del destino ha empezado a girar solo me queda rezar a los dioses para que no termine mal>
Tras descansar un rato me levanté y fui al gran templo que hay en la embajada, con el tiempo me he acostumbrado a la caminata hasta la embajada y ni siquiera me percaté.
-Om Seletimeo Val e Taphe pio ati...- Empecé a rezar contemplando el gran fuego danzante que había en el gran cuenco de ofrendas.
-Curi sor terre mas Yuyistê jake mei- Tras terminar mi plegaria lancé al fuego dos flores, una amarilla para el dios Val y otra añil para el dios Taphe.
Tras eso me levanté y fui a uno de los pequeños templos que había cerca, esta vez la del dios Aica, ya pedí ayuda del Sol y la Luna, para que nos protejan, ahora solo falta pedirle al dios de la verdad, la justicia y el conocimiento que nos ilumine el camino.
-Om seletime Aica...- Hice mi plegaria al dios y lancé una flor blanca al fuego, el blanco es su color, puro como la verdad, luminoso como el conocimiento.
Volví al palacio porque ya empezaba a anochecer, cuando estaba llegando a mi habitación noté un escalofrío.
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