Me desperté con el aun punzante dolor de cadera y la certeza de que nada había sido un sueño, había sido un cretino y soy demasiado orgulloso para disculparme.
El desayuno fue de lo más incómodo, Azai no me miraba, no me sonreía, era como si no existiese para él, por un lado, era lo que quería, pero ahora había una nueva parte de mí que quería atención por su parte.
Una vez terminado el desayuno aun me quedaba un día muy ajetreado, tenía reuniones con nobles y comerciantes importantes, más reuniones con arquitectos y constructores de la embajada y también le tengo que dar clases a Aica y todo esto mientras intento no pensar en Azai cosa que últimamente se está tornando en un imposible.
El día pasó y me dejé caer sobre la cama, había sido un día duro, aburrido y vacío, ya no tenía a Azai molestándome cada poco y aunque odiaba admitirlo lo echaba de menos. Cuando ya estaba a punto de dormirme alguien llamó a mi puerta
^Hola, espero no estar molestándote^
Era Azai quien después de ignorarme todo el día se había dignado a hablarme
-No me molestas, pasa-
Azai entró en la habitación y se sentó sobre mi cama, titubeó unos segundos y luego mirándome a los ojos me dijo algo que creí que no escucharía nunca
^Tenías razón, este es un país horrible para los omegas y es muy clasista, hoy he salido a ver como vivía la gente del pueblo por primera vez desde hace mucho tiempo y tenías toda la razón, prometo cambiar todo lo que esté en mi poder^
-Yo... no sé qué decir... Es una agradable sorpresa y me parece admirable lo que quieres hacer y yo solo quiero decirte que siento mucho todas esas cosas hirientes que te dije, no todas eran verdad, es cierto que el país necesita mejoras a nivel jurídico y social, pero tú no eres un mal alfa, aun no te conozco bien del todo, pero sé que no eres como la mayoría de las alfas de este país-
^Entonces nos conoceremos mejor, haré que preparen un desayuno privado para mañana, puedes vestirte como quieras, para mi estarás precioso con cualquier cosa que te pongas^
Sentí la sangre acumularse en mis mejillas, este alfa provoca reacciones increíbles en mi cuerpo solo con sus palabras.
Azai aprovechando mi guardia baja me acarició suavemente la mejilla hasta llegar a mi barbilla, la tomó suavemente alzando mi rostro para que quedase a la par con el suyo y junto nuestros labios, una descarga de emociones llenó todo mi cuerpo, sus grandes manos se posaron en mis mejillas y con sus pulgares continuó acariciándome mientras me besaba, era el beso más suave y emocionante que había sentido nunca.
Azai se separó lentamente de mí y me miró a los ojos
^Mañana te daré el mejor día de tu vida, quiero hacer las cosas bien contigo porque eres el único omega capaz de hacerme sentir así^
Tras decirme esto se fue con una sonrisa y en cuanto cerró la puerta mis piernas perdieron toda su fuerza y caí al suelo.
Los cálidos rayos del sol me despertaron a la mañana siguiente hoy pasaría el día con Azai estaba muy feliz y muy nervioso, estuve un buen rato eligiendo prendas. Al final decidí ponerme un burocaeni.
(Burocaeni: Ropa tradicional de Vaen usada para asistir a ceremonias religiosas o para eventos de suma importancia)
Hacía tiempo que no me ponía un burocaeni, no es fácil encontrar una ocasión para ponérselo, opté por el más bello de todos, uno blanco como la nieve con detalles hechos con hilo de oro, mi padre me lo dio hace tiempo dijo que era como un amanecer en una montaña nevada.
Me puse unos tacones a juego en blanco con el tacón de oro decorado con flores de plata y las sirvientas me hicieron un semirecogido decorado con brillantes y con el corazón en la boca fui al comedor.
Azai~
Llevaba ya un tiempo esperando cuando las puertas del salón se abrieron y entro el omega más hermoso que haya existido, vestido de blanco de oro y de plata, haría que el más bello de los dioses se muriese de envidia.
^Buenos días ^
Mi voz sonaba igual que siempre, pero por dentro mis nervios eran tantos que no se me ocurrió ningún alago.
-buenos días-
Shilé~
Cuando entré en el comedor durante un breve instante vi el asombro en la cara de Azai, seguido de un "buenos días" para mantener las apariencias, me reí por dentro mientras observaba el traje que llevaba Azai, negro como la noche con detalles en rojo, era como una hoguera en mitad de la noche.
El desayuno era increíble había todo tipo de pasteles, bollos y frutas colocados de la manera más exquisita. Nos sentamos a la mesa y tuvimos un agradable desayuno lleno de risas, miradas indiscretas e historias de nuestra infancia.
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