en un cerro lejano de las ciudades, se encontraban Hana y Carlos quienes vivían ocultos entre las personas que invadían aquel lugar y lo consideraban su hogar. Alquilaron una casita de bambú pequeña, lo suficientemente grande para que ambos pudieran vivir y dormir. Si querían agua tenían que ir hasta el rio y recolectarla, lo mismo con la comida, y si querían ir al baño, tenían que cavar un hoyo.
En un principio, a ambos les costó tener aquella rutina, pero se acostumbraron rápido ya que siempre iban de un lugar a otro. Cuando alguien quería habar con ellos, les llamaban Juan y Eli, no querían ponerlos en peligro si supieran sus nombres, además del hecho que no sabían quién los podría traicionar.
Los días pasaron en aquel lugar y eran amables con todos, aunque a ellos los trataran mal, pero por su actitud la gente fue cambiando y los trató mejor; incluso les pedían ayuda o consejos cuando lo necesitaban. Ya eran parte de la comunidad, les enseñaron cómo vivir en aquel lugar, a cultivar un poco, a aprovechar el tipo de clima para bañarse, lavar, etc. Jugaban con los niños pequeños a diario, pero olvidaron que estaban siendo perseguidos, bajaron la guardia, eso provocó que pequeños rumores sobre una pareja agradable que desconocían estaba viviendo en su pequeña comunidad.
Aquel rumor llegó hasta los oídos de los perseguidores de Hana y Carlos, en un principio les costó creer tales rumores, así que, llaman a uno de sus superiores para hablar del tema y saber qué hacer. Luego de unos minutos de conversa, su superior les dice que vayan a investigar y confirmar su son ellos las personas que buscan.
En la comunidad, están ayudando a construir una pequeña tienda de suministros, de esa forma la gente no tendría que caminar tan lejos para conseguir algo necesario para el hogar; cosas como utensilios de cocina, de limpieza, ropa, y demás. El trabajo les tomó 3 días hacerlo, al finalizar celebraron todos juntos y bebieron hasta no poder más, sin embargo, Hana y Carlos solo bebieron jugo. Ayudaron a todos a volver a sus respectivos hogares y al acabar, ya eran las 3 de la madrugada.
A la mañana siguiente, llegan los perseguidores al pueblo, intentan no levantar sospecha, pero todos se conocían en aquel lugar y sabían desde el principio que ellos dos no eran de por ahí. Comenzaron a hacer preguntas sobre la pareja, aunque utilizaban sus nombres reales, eso hizo que la gente más se confundiera y aunque hubo algunos que sí entendieron, prefirieron cerrar sus bocas.
El dueño de la tienda fue interrogado y cuando terminaron con él, el dueño dejó su tienda y fue a buscar a la pareja que estaba durmiendo del cansancio de haber llevado a todos a sus hogares. Toda a toda prisa la puerta, pero no le contestan, si golpean y Carlos logra reaccionar y va a toda prisa a la puerta.
— ¿Por qué eres salvaje con la puerta? — dice malhumorado.
— ¡no hay tiempo! Unos sujetos extraños han llegado a la comunidad y están preguntando por ustedes. Dijeron unos nombres que no conocemos, pero por la descripción era obvio que son ustedes. No se veían como buenas personas, tienen que irse o esconder en otra parte si no quieren que los encuentren.
Carlos levanta a Hana y le comenta en general la situación que está pasando, ella se apresura a tomar sus cosas y salen de la cabaña prontamente. El dueño del local hace una seña a algunas personas quienes se encargan de distraer a los extraños mientras ellos van a ocultarse a alguna otra parte del cerro.
Los dos sujetos que están hablando con algunos de los habitantes, comienzan a observar a su alrededor mientras escuchan a las personas. Algo los inquietaba, sentían las miradas penetrándolos, una sensación de que algo ocultan y que saben más de lo que demuestran saber. Interrumpen al sujeto que tienen en frente y se retiran hasta llegar un poco lejos del cerro.
— ¿hola? ¿me escuchan? Aquí A1. Al parecer algo raro está pasando en este lugar, es posible que se estén ocultando o que ya hayan huido. — dicen por teléfono a su superior.
— Es poco probable que se hayan marchado de ahí, de ser así, no tendrías esos presentimientos. Los deben de estar ocultando, aunque no sabemos qué exactamente ocultan, puede ser cualquier cosa o a cualquier otro, pero confirmen si esos dos están escondidos allí.
— entendido señor. Indagaremos más, pero necesitaremos refuerzos, no podemos lidiar con toda esta gente.
— Les enviaré a un pequeño ejército, permanecerá oculto, y a algunos que también exploren el lugar hasta hasta encontrarlos.
— Gracias, señor.
Los dos sujetos vuelven a la comunidad y buscan un lugar donde quedarse. Nadie les quería dar posada y terminaron durmiendo en las calles y cuando tenían hambre, nadie les ayudaba. Sabían que las intenciones de quedarse ahí no eran buenas, hacen lo que pueden para repelerlos.
Ambos intentaron robar, no conseguían mucho, pero si suficiente para recuperar algo de energías.
En una cabaña pequeña, casi en la cima, se encontraban Hana y Carlos, escondidos, sin poder salir. La familia que los acogió le estaban agradecidos porque les ayudaron a construir la casa. Los días fueron pasando, y más sujetos iban llegando a la comunidad, todos se estaban poniendo nerviosos y preparaban sus armas para cualquier cambio en la rutina diaria.
Casi 6 días han pasado desde la llegada de más personas sospechosas, la preocupación para Hana y Carlos y el resto de la comunidad era más grande cada día pasado. Mientras estaban escondidos, el señor que los acogió salió a comprar algunas cosas, pero a sus dos hijitos les permitió poder jugar afuera de la casa ya que no habían salido hace algunos dias.
Ambos niños salieron a jugar con la arena que estaba junto a la casa, tomaron un palo y construyeron un pequeño muro de tierra, luego con unas piedras, hicieron una puerta en el muro. Pero comenzaron a discutir sobre donde tendría que ir la puerta, la discusión iba calentándose más y más hasta que el hermano menor lastima a su hermano con una piedra. Los llantos fueron enormes, Carlos se preocupa de lo fuerte que llora y sale asustado a ver que le sucedió al niño. Lo ve tirado y sangrando; hace presión en la herida y lo carga hasta dentro de la casa, pero no se percató que mientras atendía al muchacho, uno de los perseguidores lo reconoció y fue a avisar de inmediato lo ocurrido.
Entonces se mueven a toda prisa los que se encontraban buscando en la comunidad mientras que el pequeño ejército estaba atento a cualquier cambio. Los sujetos salen corriendo a toda prisa a la dirección donde se encontraban los dos y el señor que los acogía se percató mientras compraba algo de comer. Da un fuerte silbido que alerta a todos en la comunidad y todos silban hasta que el sonido llega hasta la casa donde se ocultan.
Hana y Carlos se apresuran a huir, pero no pueden dejar al niño herido, no podían abandonarlo, cada segundo estaba siendo rodeados y a la vez, la vida del pequeño peligraba por la herida y también por el peligro que representan sus perseguidores.
Su consciencia no le permitía poder abandonarlo y huir como si nada hubiera pasado. Hana se llena de miedo en aquel momento, miedo por lo que le pueda suceder a los pequeños, mientras pensaba en las malas situaciones en las que se encontraban, lanza unas dos lágrimas, las cuales logra recoger con sus manos, pero tenían cierto aspecto diferente, a pesar de estar cristalizada, dentro se veían pequeños rayos eléctricos.
Los silbidos eran más fuertes, anunciaban la llegada del enemigo, no tenían opción, tenían que pelear ahí mismo hasta encontrar la forma de salir y llevar al chico a que lo atiendan. Hana sale del lugar y gira en una esquina, corre a toda prisa y hace que el enemigo la observe, todos comienzan a perseguirla y cuando notó que todos estaban reunidos en un solo lugar, lanza una lagrima eléctrica. Al destruirse en el suelo, se creaba una nube eléctrica que electrocutaba todo a su alrededor a un radio de 15 metros. Los perseguidores no soportaron la carga y cayeron al suelo.
Hana regresa con Carlos informándole que el peligro a terminado, pero algo más estaba pasando. Uno de los perseguidores logró salvarse y avisa por radio que los sujetos que buscabas sí se encontraban ahí, pero que han dejado inmóvil a muchos. Entonces, el ejército pequeño recibe la orden de avanzar y arrasar con el cerro junto con sus habitantes hasta lograr atrapar a esos dos. Cada soldado, mercenario, auto, moto y pequeños vehículos de asalto que pertenecían al pequeño ejército se movilizó hacia adelante. Listos para atacar con todo lo que tienen al cerro.
Podían sentir cómo la tierra temblaba y la fuerza con lo que lo hacía iba incrementando. La prioridad de ambos en ese momento era salvar al niño, no les importaba que el enemigo esté cerca, no podían abandonar al pequeño; Carlos lo lleva en su espalda y van lo más rápido que pueden hasta el doctor más cercano. Se topan con el padre en el camino y le cuentan lo sucedido. El tiempo era vital, no podían detenerse, avanzan hasta que llegan donde el doctor. Atiende al pequeño lo más rápido que puede, pero necesitaba tiempo para suturar la herida.
El tiempo no estaba de su parte, el cerro estaba siendo rodeado por el enemigo, si querían ganar tiempo, no tendían más opción que pelear junto con el pueblo, pero no saben a qué costo.
— Podemos ganar tiempo. — dice el padre del niño
— ¿a qué te refieres? — preguntaba con interés, carlos.
— Somos personas que casi no tenemos nada por el lugar en el que vivimos, y eso nos ha hecho descubrir formas de defendernos en caso de que intenten desalojarnos o atacarnos.
— Esperemos que lo que tienes en mente pueda funcionar. — se sentía en su voz la preocupación.
— ¡todo el mundo! Reúnanse. — gritó el padre del chico.
Las personas comenzaron a acercarse, no eran pocos, eran decenas de ellos.
— Nuestros nuevos amigos, nuestro hogar, nuestras familias están en grave peligro en este momento. Solo hay una salida. ¡pelear! No es la primera vez que enfrentamos una gran adversidad, no es la primera vez que desean nuestra muerte, lucharemos juntos. A pesar que nos superan en número y armamento, tenemos la ventaja del terreno que lo conocemos a la perfección y sabemos usarlo a nuestro favor. Demostrémosle a esos invasores lo que les sucede a quienes intentan destruir nuestro hogar.
Todos lanzan un fuerte grito que es escuchado por todo el lugar. Las tropas enemigas seguían avanzando, pero el pueblo del cerro estaba movilizándose de un lado a otro sin detenerse, llevaban botellas con alcohol, fuego, machetes, cajas con clavos y un detonador; cavaban trampas en el suelo para retener al enemigo unos segundos más. Del lado derecho del cerro estaban mojando todo el lugar, creaban una trampa eléctrica. Solo bastaba un cable eléctrico y todo aquel que estuviera pisando el agua sería electrocutado sin piedad.
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