Año, 2008. En un pequeño pueblo al norte de Siria, un grupo extremista terrorista azota el lugar asesinando a cada habitante; mujeres, hombres, niños, ancianos, mujeres embarazadas. Solo sí lo deseaban, mantenían cautivas a algunas mujeres para satisfacer sus deseos carnales, algunas de ellas se suicidaban antes de que las capturen porque sabían lo que les harían; sin embargo, a aquel grupo no le interesa si morían o no, aun así, profanaban sus cuerpos cortándolos, violándolos antes del rigor mortis, las despellejaban, entre otras cosas.
En medio de todo ese caos, se encontraba una pequeña niña de 5 años cuyo nombre es Hana, estaba en medio de un enorme charco de sangre con sus padres muertos a cada lado suyo. El terror y miedo que tenía en ese momento no la dejaban pensar con claridad ni aceptar el hecho que aquellos seres que tanto amaba, estaban muertos. Con una mirada perdida decide avanzar mientras oye disparos, gritos y mujeres siendo raptadas.
Uno de estos sujetos extremistas nota a la niña y la sujeta del brazo, pero ella reacciona y retrocede, el hombre la golpea en el rostro y la trepa al camión que se dirigiría hasta la base y usarla como juguete sexual. Varias mujeres lloraban por el terror que les aguardaba, pero en medio del camino, son emboscados. Un grupo de hombres armados, con chalecos, cascos y botas negras acaban con cada uno de los terroristas.
Un silencio invade el interior del camión y Hana, junto con las demás mujeres, no saben qué hacer. Pero escuchan pasos acercándose, una de las mujeres coloca a Hana detrás suyo para que no le hagan daño y un hombre enmascarado entra y les dice a todas que están a salvo, que debían irse del lugar a un lugar seguro, refugio o cruzar la frontera hacia el noreste.
Creían que todo estaba bien, aunque esos hombres comenzaron a apuntar a las mujeres con una pistola que escanea el estado del cuerpo. Cuando llegó el turno de la niña, ella mostraba unos signos muy altos y fuertes, entonces los hombres decidieron llevarla, algunas de las mujeres ahí intentaron evitarlo, pero dijeron como excusa que ella presentaba síntomas de una extraña enfermedad y debían tratarla en un lugar especial. No estaban del todo convencidas, pero tampoco podían hacer algo ante hombres armados.
La pequeña Hana mueve su brazo en señal de despedida y sube al auto de los hombres armados. El miedo volvió a invadirla, sentía en ellos la misma maldad que en los hombres que masacraron a su pueblo, no pudo hacer nada para librarse de ellos. Luego de manejar por varias horas, llegan hasta un pequeño aeropuerto y trepan a la niña, pero la duermen usando cloroformo. Para cuando despertó, se encontraba atada en una mesa quirúrgica con una luz blanca apuntándole directamente y dos personas preparadas para cirugía. Entró en pánico, intentó gritar, pero estaba amordazada. Le inyectan un líquido amarillo que hace que no sienta dolor alguno.
Uno de los cirujanos toma una cierra eléctrica y corta el abdomen de la chica quien, al no sentir dolor, ve cómo la cortan y grita desesperadamente por querer que no sigan, ni siquiera puede desmayarse ya que el líquido que le fue suministrado, se lo impide. Al terminar de cortar, agarran un frasco con un líquido espeso azul que se lo introducen en sus entrañas. Éste se esparce por todo el cuerpo, viajando más rápido por las venas hasta llegar a su cerebro.
Luego, atraviesan su esternón e insertan un cubo metálico que se adhiere a su corazón sin provocarle mal alguno. El cuerpo de la niña logra soportar todo el dolor que provoca el líquido azul y luego de unos exámenes, la hacen dormir.
Al despertar, se encuentra en una habitación blanca con una cama y una puerta con una rendija por la cual pueden meter alimento. Intenta levantarse de la cama, pero las heridas en su abdomen y pecho le impedían hacerlo, más el hecho que sentía una quemazón en todo el cuerpo a pesar de tener anestesia.
Las horas pasan y lo único que puede hacer la pequeña Hana es llorar y gritar por su mamá y su papá. Al día siguiente, la llevan en silla de ruedas de nuevo al quirófano, donde le abren los pies y modifican su tejido para que sea extremadamente resistente. Luego sus manos y por último sus ojos. Al terminar la cirugía, la meten de vuelta a su habitación, no podía moverme más. Su corazón no paraba de latir a toda prisa, los doctores tuvieron que inducirla al sueño para que descanse.
Después de varias horas, la vuelven a despertar y la llevan hasta un cuarto diferente donde había un playo y una silla con correas para sujetar a alguien. La sientan y la atan, luego de unos segundos se escucha el sonido metálico del playo golpeando la bandeja donde se encontraba. Sujetan con delicadeza la mano de Hana, ella creía que la iban a tratar bien, pero siente que algo presionaba su uña. Lo siguiente que ella sintió fue cómo le arrancaban sus uñas una por una con un dolor indescriptible que le provocaba unos gritos de haría que cualquiera deseara la muerte en una situación así.
Al terminar, la llevan de vuelta a su habitación y le quitan los vendajes de los ojos, aquellos ojos ya no eran cafés, eran de un celeste claro que además le permitía ver en la oscuridad. Las lágrimas no paraban de caer y rodar por sus mejillas todas rojas. Permaneció despierta hasta la mañana siguiente que la fueron a buscar para más experimentos.
Dos meses después, su cuerpo comenzó a reaccionar de forma diferente: resistía golpes fuertes, sus heridas sanaban en menos de cinco minutos, le quitaron nuevamente las uñas y crecieron en menos de doce horas, pero lo más sorprendente fueron sus lágrimas; un día mientras la golpeaban ella soltó una lágrima de enojo y se cristalizó en el momento que tuvo contacto con el aire y al tocar el suelo, explotó. La habitación entera desapareció junto con las personas ahí presentes, pero sólo ella quedaba, intacta, sin ningún rasguño.
Con el pasar de los meses, fueron juntando lágrimas de enojo, las cuales utilizaban para ataques sorpresas, desaparecer enemigos, provocan intencionalmente un acto terrorista y culpar a otros. El cuerpo de Hana se empezaba a hacer más fuerte conforme pasaba el tiempo. Cinco años después, mientras golpeaban a Hana, descubrió que tenía una fuerza sobrehumana al golpear a uno de sus agresores, pero decidió mantener el asunto oculto; sin embargo, los doctores lo notaron, pero no estaban seguros, entonces siguieron comprobándolo y Hana intuyó que querían confirmar su fuerza, así que, se dejó golpear sin piedad hasta caer desmayada.
Algo que también le estaba preocupando a Hana, es el hecho que sus lágrimas incrementaron su poder destructivo conforme pasaron los años. Hacía todo lo posible para evitar llorar de enojo, pero a veces no lo conseguía, aunque lograba no abastecerlos tanto como lo hacía antes.
El tiempo fue pasando y los experimentos y torturas siguieron, 8 años más han pasado, ahora ella es toda una mujer, que no confía en nadie más que en sí misma. Hubo días en los que guardias y doctores querían abusar sexualmente de ella, pero cada vez que lo intentaban eran detenidos, arrestados y luego asesinados para que no le digan a nadie lo que hacían y dónde lo hacían.
Hana confiaba plenamente en sus capacidades, pero nunca las llevó al límite, pero sabía que tenía la fuerza y habilidad necesarias para poder huir de aquel lugar y encontrar ayuda y un lugar donde vivir en paz.
Eran las 2:00 A.M del 6 de marzo del 2021, ella podía oír cómo roncaban los guardias y utilizó su fuerza sobrehumana para poder romper los cinturones que la mantenían atada a la cama. Agarra con fuerza la manija de la puerta y la rompe de un tirón, avanza discretamente hasta llegar a un ascensor, pero nota que necesita una tarjeta para poder usarlo.
Va hasta la cabina del guardia y toma su tarjeta, pero éste despierta y toma del brazo a la chica, ella se defiende y le da un golpe en la cabeza que lo vuelve a dormir. Va hasta el ascensor y presiona la tecla con las letras PB, al abrirse las puertas, varias personas la ven y al instante la reconocen y se abalanzan sobre ella quien se defiende y los noquea a todos y sale huyendo del lugar. Corre hasta la calle y se trepa en la parte trasera de un camión de transporte.
Se baja en, aproximadamente 15 cuadras, pero no entiende dónde se encuentra, los letreros a su alrededor están en un idioma que no conoce, pero logra entender a las personas porque era el mismo idioma que hablaban las personas a su alrededor, aquel idioma era el español.
Intenta pedir ayuda, pero la consideran una loca, en eso, aparecen unos perseguidores que logra reconocer porque los veía cuando la torturaban. Huye tanto como puede, pero nadie la ayuda y al quedarle eso claro, mira a su alrededor formas de cómo deshacerse de ellos. Cruza por callejones cerrados y estrechos para ganar distancia y tiempo.
Pero esas personas tenían un físico impresionante, casi inhumano, a pesar que llevan corriendo una hora, no están cansado, pero ella nunca ha hecho esfuerzo físico por año, se siente muy cansada, piensa en utilizar su gran fuerza, pero en su condición actual no lograría derribarlo al instante y puede perder.
Sigue utilizando la misma táctica de ir con callejones estrechos y cerrados, más el cruzar la calle cuando el semáforo está en amarillo y ganar aún más distancia.
No puede continuar corriendo, las fuerzas se le están acabando por completo, y gira en una esquina donde se tropieza con un chico de su misma edad. Él se disculpa, pero ella retrocede arrastrándose con miedo hacia la esquina. Él le dice que no piensa en hacerle daño, quiere ayudarla, entonces él le extiende la mano.
Hana no sentía maldad o malas intenciones en aquel muchacho, por primera vez en toda su vida sintió que podía confiar en alguien, que podía confiar en aquel muchacho que le está extendiendo su mano para ayudarla. Entonces, ella lentamente le da su mano y él la ayuda a levantarse, pero Hana no le suelta la mano y lo mira directamente a los ojos.
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