Poder describir un pueblo como El Valle De La Cobra no era difícil: situado en medio del desierto que limitaba entre las fronteras de México y Texas, dicho lugar tenía habitantes que eran una mitad latinos y otra mitad norteamericanos. Ubicada en medio de un gran oasis, aquel pueblo fue, en otros tiempos, una base militar del General Santa Ana. Con cuatro calles, una plaza principal y un pequeño bosque de álamos que cubría al pueblo como si fuese una muralla, el Valle De La Cobra combinaba los edificios tradicionales de las colonias españolas con la modernidad de aquel año de 1988: edificios con vitrinas donde se veían maniquís con ropa de la época, uno o dos restoranes de comida rápida en las cercanías, la iglesia del pueblo y la biblioteca. Mauricio condujo hasta la plaza principal, al llegar se cercioró de que no había nadie cerca, detuvo su automóvil rojo a un costado de la plaza y se bajó del mismo, colocando al Muñeco de peluche en el techo del vehículo. Sintiendo más curiosidad que terror, Mauricio, se sentó iniciando su conversación con él en privado:
- Muy bien muñequito, a esta hora no hay nadie en las cercanías y si alguien nos viera y me preguntase algo, le diría que estoy practicando ventriloquia. Por lo que puedes decirme, tranquilamente ,quien eres y de dónde vienes como también responderme a la pregunta más obvia de todas: ¿Cómo es que puedes hablar?- le contó Mauricio con calma
- ¿Y si me negase a decirla?- le preguntó el Perro de felpa, con un tono malicioso, mirándolo con esos ojos tan reales que no dejaba lugar a dudas de que no eran hechos en China
- Pues te quedaras aquí arriba del auto, sintiendo el cálido sol de verano junto a una temperatura de cuarenta grados bajo la sombra hasta que decidas cambiar de opinión- le contestó Mauricio sonriente y con un tono bastante sincero
- ¡Bah! Seguro que si te lo dijese no me creerías- aseguró aquel perro de peluche con un tono de desinterés absoluto
- Estoy conversando con un muñeco parlante ¿Qué parte me seria difícil de creer en todo esto?- señaló Mauricio con un tono irónico
- ¡Bien, si insistes!- exclamó molesto aquel Muñeco iniciando su explicación- quizás deba empezar por decirte que las apariencias engañan. Esto que vez no es mi verdadera forma, no soy un perro de peluche sino un ser humano… bueno solía serlo; pero lo que cuenta es que en el pasado fui un gran guerrero proveniente de la Europa del Este, el temible Bronischky, gran azote de los Turcos, protector de los reinos de Rumania, Transilvania y, la aun por entonces reluciente, Constantinopla
- ¡Espera un momento!- exclamó sorprendido Mauricio- ¿Me estás diciendo que provienes de la época de mayor resplandor de Constantinopla?
- En efecto, siglo quinto después de Cristo- aseguró aquel Muñeco de nombre Bronischky
- ¡Madre de Dios! ¡Eso quiere decir que eres el ser humano más antiguo que ha pisado el planeta!- casi gritó de emoción Mauricio; pero Bronischky, riendo, le contestó
- Yo no diría eso, hay otros por allí mas antiguos que yo y en mucho mejor estado que el mío- sin perder tiempo prosiguió con su relato- creo que fui uno de los héroes mejor conocido en mi época, mejor respetado y mejor alabado; pero como bien dice el dicho: “Todo lo que sube tiene que bajar”
- ¿De que hablas?- le preguntó Mauricio sorprendido
- Del porque me encuentro en este estado- le contestó Bronischky molestándose al recordarlo- sé que nunca has oído hablar de estos muchachos que te nombraré a continuación; pero ten en cuenta de que son reales: La Sociedad De Los Magos, unos cabrones que les gusta ser los titiriteros de todos los eventos que ocurren en el mundo
- ¿Algo así como una secta o una sociedad secreta?- preguntó Mauricio sorprendido e incrédulo ante tal revelación
- Nop- aclaró Bronischky con un tono de suficiencia- ellos no son un grupo patético de fanáticos religiosos ni tampoco un club secreto homosexual donde van a la casa del árbol para besuquearse entre ellos y jugar a verdad o reto. Estos sujetos son más serios y más peligrosos porque pueden actuar libremente sin importarles siquiera si son descubiertos o no. La razón por la que ellos no han sido reconocidos hoy en día es solo porque no les gusta llamar la atención, eso es todo, caso contrario ya todos sabrían quiénes son y lo que hacen
- ¿Acaso uno de esos Magos te convirtió en un juguete?- la pregunta estaba de mas, Mauricio lo sabía; pero queria estar seguro de que aquella fue la razón en lugar de suponerlo
- ¡Ding Ding Ding, Bingo Mauricio, así fue!- exclamó risueño aquel Muñeco continuando con su relato- todo ocurrió unos años antes de empezasen una de las tantas Cruzadas que ya venían realizándose desde hacía mucho tiempo atrás, una pequeña aldea árabe fue atacada por un desgraciado de esta Orden. Se trataba del mago más poderoso que podría existir: El- Kada. Este desgraciado tenía un sequito de soldados a su alrededor qué, obviamente, no eran nada para mí y mi destreza natural; pero una vez eliminados aquellos soldados, ese hijo de puta, por medio de un libro de hechizos mágicos, me convirtió en… bueno en esto que vez aquí. El malnacido me maldijo condenándome a una eternidad en este cuerpo que no envejecerá nunca; pero tampoco podrá morir, sin importar lo que me hagan. No puedo morir y menos matarme, créeme ya lo intente, el único musculo que puedo mover, en realidad los únicos músculos, son la boca y los ojos, por lo demás estoy a la merced del que me tenga en mano. Creo que entiendes que estoy maldito mi estimado Mauricio porque no puedo moverme a voluntad y viviré eternamente
Tras unos segundos de silencio, aquel Muñeco, resaltó su amarga situación largado un rugido que asustó a Mauricio:
- ¡No puedo mover ni un musculo y viviré para siempre!
Mauricio entendió el pesar de aquel muñeco, sin decir una palabra se levantó y se acercó a él, tomándolo con su mano lo retiró del techo del coche y se sentó en el suelo colocándolo a su lado. Ambos estaban callados, al parecer no había nada que agregar, al menos no respecto al pasado del primer amigo de Mauricio.
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