LA MALDAD Y LA BONDAD NO SE VEN CON UNA MIRADA.
PRIMERA PARTE.
No existe miedo que no puedas vencer,
ni susurros del viento que se escuchen por la eternidad,
la luna carmesí desea desaparecer,
y, si le pides un deseo tu suerte cambiará.
P. F. CANYUL
Llegué al colegio sin contratiempos, tenía suerte mi primera clase había sido cancelada y la segunda empezaba en 10 minutos, me acomodé en mi asiento y miré por la ventana, había muchas nubes en el cielo y llovía con frecuencia, en el noticiero habían anunciado fuertes lluvias e indicaciones para que los conductores tomaran precauciones, esa noticia sonaba tan irónica por todo lo que había pasado el día de ayer.
Algo cálido se sentía cerca de mis zapatos, miré por debajo de mi pupitre y ví a Alin acomodarse para dormir a mi lado aunque todavía, me causaba desconfianza me sentía bien al estar acompañada.
— Buenos días, ¿Te encuentras bien? — Eduardo empezó a acercarse, todos voltearon en nuestra dirección.
— Estoy bien, gracias — le contesté sin mirarlo, porque no entendía que su novia odiaba que me hablara, es más, todos en la clase me odiaban porque él seguía insistiendo en hablarme.
— Ten, no sé si tus heridas ya sanaron quería dártelo antes, pero huías cada vez que me acercaba. — puso una bolsa en la mesa.
Mire la bolsa, en ella había una tira de curitas, antisépticos y gasas.
— Esto no es necesario. — dije tratando de alejar la bolsa sin tocarla, al parecer él había entendido que odiaba que me tocaran ya que no intentó hacerlo.
— Bueno si no lo necesitas puedes tirarlo. —se dio la vuelta dejando la bolsa en mi mesa.
De pronto caí en cuenta, todos se habían quedado callados mirando la escena, tenía suerte de que Miranda no estuviera, pero seguro sus amigas le contarían cuando entrara al salón.
Escuché un pequeño bufido bajo mi mesa, nuevamente me asomé por debajo, Alin miraba a Eduardo fijamente.
Las clases continuaron sin contratiempos y había llegado la hora del almuerzo, Salí del salón para ir al edificio de arte, ahí nos tocabanlas dos últimas horas de clase y podría ir a casa, normalmente el edificio era muy pacífico, los espíritus no iban a esa zona, me agradaba comer mis almuerzos ahí, sin que nadie me molestara.
Entré al aula de arte con Alin siguiendo mis pasos, apenas entré sentí un horrible escalofrío y las náuseas me anunciaron que no estaba sola, miré a mi alrededor y en un rincón se encontraba una criatura mirándome, estaba a punto de salir corriendo al ver la masa de dientes oscura que me observaba, pero de pronto sus ojos se desorbitaron, me miró con horror, y empezó a desaparecer en la pared, ¿acaso estaba huyendo de mí? Esta era otra cosa que nunca me había sucedido, normalmente era yo la que huía de ellos.
Suspiré aliviada, no había notado que contenía la respiración.
El aura maligna desapareció en un instante.
— No sé lo que está pasando, pero comamos. — saqué mi sándwich y lo partí a la mitad, no sabía si lo iba a comer, aun así, se lo ofrecí yo perdí el apetito.
— Vaya que comes de todo. — le dije sonriendo al ver que lo devoraba, lamió la mayonesa de mis dedos, me hizo sentir un hormigueó extraño en mi estomago aparte mi mano lentamente.
Era tonto sentirme avergonzada, pero nunca había tenido un amigo así que, el contacto con otro ser era reconfortante.
Las clases de arte eran mis favoritas, me encantaba dibujar era uno de mis pasatiempos preferidos, nos asignaron un proyecto para las siguientes semanas y teníamos que entregar una pintura al óleo basada en la naturaleza. Sería la mitad de nuestra calificación bimestral. Estaba dispuesta a dar lo mejor de mí, pronto serían las evaluaciones y empezarían los exámenes a pesar de todos los problemas que tenía, era la mejor de mi colegio, perdía puntos por no participar en clase, pero en los exámenes siempre sacaba las notas más altas.
Recogí mis lápices, la clase había terminado, miré bajo mi pupitre para decirle a Alin que nos íbamos a casa, pero Alin no estaba ahí, miré por todos lados.
Agarré mi mochila rápidamente para ir a buscarlo, esto era muy injusto ya me había decidido a conservarlo y ahora el me abandonaba.
Empezó a llover con fuerza, mi mala suerte empezaba, no encontraba mi paraguas y estaba segura de haberlo guardado en mi mochila.
Después de estar buscándolo durante 30 minutos decidí irme, tenía que ir al supermercado por comida.
Había llegado a los barrotes del colegio cuando note que mi paraguas estaba tirado afuera, ¿se me había caído y nadie lo había tomado o Alin me estaba jugando una broma?, eso tenía más sentido me acerque para recogerlo.
— Esto no es gracioso Alin, está lloviendo mucho y tengo que ir por jamón. —
— Con quien hablas bruja. — dijo Miranda, estaba tan distraída que no me di cuenta, ella estaba detrás de los barrotes.
No respondí.
— Te voy a enseñar a no meterte con mi novio. — dijo, mientras se acercaba amenazante.
— Yo no he hecho nada. — quería correr, pero alguien me agarró del cabello y tapó mi boca con un trapo, quise gritar para pedir ayuda, un montón de imágenes se arremolinaron en mi cabeza era como ver varias películas a la vez, un flash tras otro, mi cerebro iba a reventar, tres chicos me estaban sujetando y me arrastraban en dirección al almacén.
Pataleé con todas mis fuerzas, traté de gritar, pero no logré que me soltaran me metieron al almacén de mantenimiento donde se guardaba toda la utilería y productos del conserje.
Me tiraron al suelo Alfonso, Joshua y Tomás y, detrás de ellos estaban Miranda y Clarissa cerrando la puerta.
Traté de levantarme, pero Alfonso puso su pie en mi estómago.
— Déjenme ir juro que no diré nada. — estaba asustada pude ver que querían lastimarme, al parecer habían exagerado mi encuentro con Eduardo y Miranda, se lo había tomado muy mal.
— No nos interesa si dices algo, quien podría creerte de todos modos. — Miranda se acercó y agarró mi cabello en un puño.
— Esta vez te daremos una lección que no olvidarás, tecrees mejor que nosotros y andas detrás de nuestros novios. — dijo Clarissa quien estaba sacando una soga de su mochila.
— Miranda, sé que no te agrado, pero créeme no me he acercado a tu novio, ellos te están mintiendo, sé que odias las infidelidades por lo que tu madre le hizo a tu padre, pero no puedes lastimar a los demás yo…—¡¡¡plaf!!!
No pude terminar, Miranda me había dado una bofetada muy fuerte, hablé sin pensar,era obvio que la haría enojar, nadie sabía esto, pero ella me estaba tocando ypodía ver todos sus recuerdos el más fuerte era sobre las infidelidades de su madre.
— Cállate, maldito monstruo. — empezó a golpearme más,
Quise levantarme, pero Alfonso empezó a presionar con más fuerza mi estómago, Clarissa agarró mis brazos y empezó a atarme, luché como nunca lo había hecho.
— Chicos se les está pasando la mano, dijimos que solo la asustaríamos. — expresó Tomás que observaba asustado.
— Lárgate si tienes miedo. — replicó Joshua, quien ayudaba a Alfonso a atar mis piernas.
— ¡¡¡AYÚDENME POR FAVOR, AYUDAAA!!! AHHG — grité lo más fuerte que pude, estaba asustada podía ver lo que pasaba por sus mentes, mis labios y nariz estaban sangrando.
— Tápale la boca. — dijo Clarissa.
Traté de morderlos, pero fue inútil ya que me amordazaron.
— Les dije que era lo primero que teníamos que hacer. — Miranda no dejaba de jalonear mi cabello, sentía que iba a arrancarme todo.
— Deprisa las tijeras. — dijo Alfonso
— Vamos a ver si te atreves a robarle el novio a alguien después de que te cortemos todo el cabello y arruinemos tu carita de perra. — dijo Clarissa entregándole las tijeras a Miranda.
Mis mejillas estaban empapadas en lágrimas, si existía un Dios, ¿Porqué era tan cruel conmigo, que era lo que había hecho para merecer este trato?
Veía criaturas y fantasmas, tenía continuos accidentes y no dormía casi nada, ahora mis compañeros me lastimaban, ¿Acaso Dios me había abandonado?, ¿El siquiera existía?
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