REINA DEL HIELO, REINA VUDÚ.
Más cruel y frío se volvió,
Su musa de ojos grises con un ángel yació.
Paula Canyul.
Ya habían pasado 2 semanas desde mi último encuentro con aquella criatura maligna, otro día más en el que no había podido dormir ni un poco, aquella presencia me asusto tanto que no podía dejar de estar alerta, mi brazo tenía una pequeña línea donde esa cosa me había lastimado, se había desvanecido tan rápido que era como si nada hubiera pasado pero el dolor permanecía.
Me levanté al ver la hora en mi celular, ya eran las 6:00 a.m. y tenía que prepararme para ir a la preparatoria. al mirar mi reflejo pude notar que las ojeras eran cada vez más grandes, este era un récord llevaba días sin poder pegar un ojo, no podía hacer nada más que cubrirlas con un poco de corrector.
Me acerqué a mi armario y rápidamente saqué unos pantalones y una sudadera, los lugares pequeños y oscuros me aterraban, siempre procuraba tener todas las luces prendidas.
Baje a la cocina para tratar de comer algo de pan y preparar unos rollitos de jamón con queso, mi almuerzo para después de mis clases.
Estaba a punto de irme, cuando mi padre bajó las escaleras.
—llegaré tarde, no me esperes para cenar. —fueron sus únicas palabras.
—Sí padre—le respondí,mientras lo veía agarrar sus papeles, desde la muerte de mi madre, él había cambiado drásticamente, podía sentir que tenía miedo, miedo de estar cerca de su hija.
No lo podía culpar habíamos pasado por muchas dificultades, la causa principal era yo, era como si una nube negra siempre estuviera posada en mi cabeza, no tenía suerte y las personas a mí alrededor sufrían las consecuencias.
Aunque su indiferencia me hace daño no me siento con el derecho de decirle, no quería ser abandonada por mi padre, no importa que me ignore, no importa que evite verme a los ojos, no importa si se mantiene trabajando o encerrado en su habitación mientras esté cerca puedo estar tranquila, solo me basta sentir que él está aquí, no importa si no me habla y evita estar conmigo, nada importa si puedo permanecer en la misma casa que mi padre.
Con aquellos pensamientos en mi cabeza salí de la casa y me dirigí al colegio, el cielo estaba nublado y se veía que llovería, me apresure quería llegar antes de que eso sucediera. Sin embargo, un pequeño aullido me puso en alerta, me relajé al notar que era un pequeño cachorro en una caja de cartón. Lo habían abandonado cerca de un buzón, evité mirarlo directamente ya que me asustaba pensar que en realidad no fuera un cachorro, pero al ver que estaba tan indefenso y flaco una punzada cruzó mi pecho.
—Solo puedo darte esto, perdóname no puedo llevarte a casa. — le dije. mientras dejaba mi topper de jamón a su lado, no lo toque ya que con mi suerte era probable que algo horrible le pasara.
Me di la vuelta y seguí mi camino al colegio mientras pensaba en que podía comer en la cafetería de la escuela, pero solo imaginarme junto a todas las personas que estarían alrededor me causaba malestar, no era cercana a nadie, no tenía amigos y trataba de alejar a todos eso había causado que, durante los últimos 10 años, la mayoría de mis compañeros me odiaran, ya que ellos creían que era una persona presumida, y que nadie merecía ser mi amigo porque me creía mejor que ellos.
Estaban muy alejados de la realidad, pero con los continuos accidentes que tenía, y mi cara tan demacrada por la falta de sueño me tenían algo de repudio, me apodaban "La Reina Vudú "
La mañana transcurrió normal y esperaba que siguiera de esa manera, pero como si hubiera pedido lo contrario al dirigirme a la cafetería sentí un escalofrío en todo el cuerpo,trate de mirar a mi alrededor cuidadosamente, no observé nada extraño así que continúe caminando y pedí mi comida, un poco de pasta con salsa de tomate, al tomar asiento en una de las mesas
desocupadas seguí sintiendo aquella sensación amenazante, algo estaba pasando pero no sabía si era mi nerviosismo al estar rodeada por tantas personas.
Lo peor era que todos me estaban mirando, ya que mis compañeros de clase no paraban de hacer burlas y señalarme.
Al notar que estaban 3 mesas adelante no quise darle importancia era obvio que querían molestarme, sin embargo, no se los iba a permitir, iba a ignorarlos y comer rápidamente para regresar al aula.
No había dado ni 2 mordiscos a mi pasta,cuando un chillido desgarrador me hizo congelar en mi asiento, algo estaba cerca, empecé a sentir aquel hedor nauseabundo y las náuseas, lentamente levanté mi cabeza y ahí estaba un ser oscuro, era una sombra con forma humana estaba cerca del espíritu de una chica, pude notar que ella era solo un alma,que estaba arrinconada en una pared.
—NN-No me comas, yo-yo quería ver a mi hermano. — suplicaba aquel espíritu, pero aquella criatura solo reía a carcajadas, eran tan fuertes que quería tapar mis oídos, solo yo podía escucharlo, quería apartar la mirada, pero era imposible, tenía dientes por todo el cuerpo, no podía dejar de ver la escena.
De pronto el ser oscuro se comió de un bocado a aquel espíritu, era como si esa cosa se convirtiera en una masa de dientes, fue un sonido y una imagen tan grotesca,que me levante con fuerza emitiendo un chirrido de la silla y tirándola al suelo, tal estruendo hizo que todos voltearon a verme, no quise correr el riesgo así que me apresure a recoger mi comida y levantar la silla solo debía dirigirme al salón, no quería que me vieran llorar y estaba a punto de tener un ataque de pánico.
Pero al parecer mis compañeros tenían otros planes para mí, ya que al caminar hacia la salida tropecé con algo y caí. Un gran ruido resonó por todo el lugar.
—Que estúpida eres, deberías quedarte en casa pareces una pordiosera. — dijo Alfonso, uno de los chicos que más me molestaba.
Otras carcajadas se unieron a la suya.
La comida quedó embarrada en el suelo y en mi ropa, tenía puré de tomate hasta en la barbilla, mis compañeros explotaron en más y más carcajadas, las burlas no paraban mientras yo hacía lo posible por levantarme, el golpe me había dejado sin aliento, así que fue difícil y solo conseguí arrodillarme, de pronto recordé porque tenía que salir de ahí, descuidadamente mire hacia el ser oscuro y lo vi mirándome, evite su mirada, pero era obvio que se había dado cuenta que yo podía verlo, ya que empezó a arrastrarse hacia mí.
Entre en pánico tenía que alejarme de este lugar, de pronto sentí unos brazos tratando de levantarme, los golpee con fuerza para que dejaran de tocarme, pero solo basto un segundo para que yo pudiera ver una escena desgarradora, (Una niña de 8 años arrojándose desde un tercer piso). Este era otro motivo por el cual me alejaba de las personas, si tenían algún contacto conmigo podía ver los recuerdos de su vida, desde las más felices hasta las más dolorosas, sus emociones y pensamientos.
Me levanté como pude, sentía un dolor insoportable en las rodillas y las manos, salí corriendo del lugar. Me detuve hasta que llegue al salón de literatura, normalmente lo encontraba solo, pero hoy me aliviaba ver 3 personas en los asientos, camine hasta el fondo mientras sentía las miradas de los tres chicos. Debí ir al baño a lavarme, pero tenía miedo de ir a los baños, eran tan pequeños que me sofocaban, no era la primera vez que me aventaban cosas o me tiraban algún objeto, por eso mantenía toallitas limpiadoras en mi mochila.
Me limpie la salsa de la ropa, la cara y el cabello, mientras aguantaba las lágrimas: ¿Estaba lo suficientemente lejos?
Rezaba porque así fuera, inmediatamente me puse mi gorro y metí todo mi cabello en él, no quería que aquel ser oscuro me viera y me reconociera.
Fueron las 3 horas más largas de mi vida, pero estaba tan agradecida de irme a casa que no note a Eduardo el chico que intento levantarme y acercarse a mí.
—Yulianne, yo lamento lo que hicieron mis amigos, deberías hablar con los profesores, tú eres una chica y debe ser difícil para ti. — él me dijo, mientras intentaba poner su mano en mi hombro.
—NO ME TOQUES—grité.
No quería hacerlo, pero fue tan repentino que le grité sin pensarlo, de pronto todas las miradas se posaron en mí, las chicas empezaron a susurrar mientras me veían con odio.
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