La limusina se detuvo frente al edificio principal de Fuego del mañana. Bajándose del auto, Roy, vio aquella enorme edificación frente a él. Tenía un aspecto muy antiguo. Era un edificio bajo, cuadrado antes que rectangular, con varias ventanas pequeñas y una puerta de metal color café con un marco en tirabuzón que rodeaba dicha puerta. El color marrón claro le daba un aspecto más antiguo de lo que podría ser en realidad. Aquel sitio parecía una jodida mazmorra antes que un edificio de la novena avenida. Dando una fuerte aspiración, Roy, se adentró al edificio diciendo.
- Espérame aquí, no pienso tardar
- Si señor- le contestó el chofer viendo a Gunderg adentrándose a aquella enorme mazmorra
Caminó hasta la sala de recepción y vio a la secretaria, una hermosa mujer de cabello negro y ojos castaños, que se encontraba arreglándose las uñas. Roy dio un pequeño gruñido para que ella lo viese. Al ver que no tenia resultado, tosió un poco; pero seguía sin tener resultado. Viendo que ella no hablaría con él, decidió presentarse:
- Disculpe señorita, quisiera hablar con el Señor Anderson, por favor
- Se encuentra en una reunión importante en este momento- le contestó la secretaria, mirándose el esmalte de sus uñas con una sonrisa satisfactoria
- ¡Me recibirá de todos modos!- exclamó Roy, molesto, dirigiéndose a donde estaba la oficina de Anderson
- ¡Borracho!- murmuró la secretaria indignada mientras continuaba pintándose las uñas de su otra mano.
Subió por las escaleras hasta el último piso. No porque el ascensor no funcionara sino porque nunca deseaba usarlo, al menos no en ese edificio, llegó a donde estaba la puerta de la oficina de Anderson y, sin siquiera tocar a ella, la abrió adentrándose a su oficina.
- Oh, hola Roy- lo saludó Anderson ni bien él entró a la oficina, se encontraba sentado en su escritorio junto a un muchacho de piel trigueña que estaba mostrándole una pizarra con varias anotaciones sobre las células animales y ¿humanas?- me alegra que llegaras. Unos minutos mas y creí que no vendrías nunca
- ¿Me estabas esperando?- preguntó Roy sorprendido
- Al oír de tu juicio, supuse que vendrías aquí a pedirme algún favor, siempre lo haces. Ya me he acostumbrado de algún modo- le explicó Anderson con un tono alegre que daba a entender que ese desgraciado sonreía detrás de su máscara- de todos modos iba a llamarte para concretar una cita ni bien el buen Doctor Grimm me terminara de explicar su formula
- ¿Puedo continuar señor Anderson?- le preguntó Grimm sintiéndose indignado ante tal intromisión. Anderson, riendo, exclamó
- ¡Por supuesto! En realidad no sé en donde están mis modales. Roy, este agradable señor es el Doctor Grimm, Doctor él es el Senador Roy Gunberg. Por favor proceda Doctor, estoy muy interesado en tu investigación- rió Anderson, señalando una silla, añadió- Roy por favor, siéntate que esto te puede ser muy interesante
- Si insistes- gruñó Roy, sentándose delante de aquel doctor loco, dispuesto a oír su teoría científica junto a su más reciente descubrimiento: el espía perfecto.
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