Caminamos por lo menos un kilómetro, zigzagueando entre los pasillos infinitos del laberinto. Cada cierto tiempo encontrábamos una habitación idéntica a las otras pero que en su centro tenía un mueble barroco o pieza de arte moderno.
No tenía sentido que estuvieran allí. Pero tampoco lo tenía nuestra situación.
Era difícil saber dónde habíamos estado y hacia dónde íbamos. Los caminos se bifurcaban y unían como si los viera a través de un caleidoscopio.
Juraría que más de una vez pude vernos a nosotros mismos caminando en la distancia, como un espejismo.
En algunas ocasiones nos deteníamos en completo silencio a esperar que los Tulpas pasarán de largo.
—¿No crees que los Tulpas parecen Slimes como los videojuegos? —dijo Taylor repentinamente.
—¿Cómo dices? —pregunté confundido—. Son solo Tulpas en su forma más básica y vil, ya te lo expliqué. No tienen un sobrenombre porque no necesitan un sobrenombre.
—Entiendo... pero son todo viscosos y gelatinosos como Slimes. ¿Acaso es esa la única forma que pueden tener?
—Pueden tomar la forma que quien los crea desee, pero a estos nadie los creó, son energía sin forma o propósito, producto de la influencia de todas las mentes que conecta este espacio.
—Entonces, ¡es perfecto decirles Slime! En muchos rpg son producto de desperdicios mágicos o experimentos abandonados.
—Llámalo como quieras —suspiré.
Seguimos caminando un rato más hasta que llegamos a un espacio abierto, distinto al resto del laberinto, era circular, las paredes azabache estaban incrustadas de gemas conectadas con líneas de luz plateada, formando constelaciones.
En su centro se encontraba una plataforma cristalina de un metro de altura, sobre ella una puerta blanca irradiaba luz, calidez y éxtasis.
Parecía que la fuente del mercurio era la puerta.
—¡Esa debe de ser la salida! —dijo Taylor apenas la vió.
—Espera... No es por allí.
Esa no era la salida, podía reconocer la puerta de mis sueños donde fuera.
—¡Es la única puerta que hemos visto en horas! Tiene que ser la salida —replicó Taylor, exasperado y cansado de tanto buscar.
—Conozco esa Puerta. Lo que sea que esté detrás de ella no puede ser bueno. ¡Créeme!
—No puede ser… Lume… ¿Entonces, por donde es la salida?
No respondí nada, Estaba muy preocupado, intentando comprender porque la puerta a mi mente se encontraba allí, haciéndose pasar por la salida a esta situación… ingresar a mi mente solo empeoraría todo…
—¡Lume! —Gritó Taylor, en pánico.
La puerta me distrajo demasiado. No había notado los Slimes que se acumulaban por la salidas de la plaza de la puerta, incluyendo la ruta por la que entramos.
—Tendremos que pelear —No estaba muy seguro de lo que decía, pero lo dije con convicción para no poner más nervioso a Taylor.
—¿Siquiera podemos hacerles daño? —respondió—. Dejame algo claro primero, ¿Estos son Nuestros cuerpos reales o es como en un sueño que si te matan despiertas?
—Si te atrapan te van a tragar entero y te disolverás en su interior en una muerte lenta y agonizante.
Taylor tragó grueso sin saber muy bien que se suponía que debía hacer.
—¿Esas cosas tiene un punto débil? —dijo, claramente asustado.
—No sé si sirva de algo que te defiendas... yo... yo me encargo.
En ese instante, tomé una decisión que iba en contra de todo lo que hice por 7 años, en contra del ser sin rumbo e infeliz que abandonó todo cuanto amaba porque no lo merecía.
Pero este infeliz no iba a permitir que alguien saliera herido por su culpa… nunca más.
Si quería que saliéramos vivos de esto, tendría que volver a hacer magia.
Arremangué las mangas de mi suéter, parándome firme como uno de esos héroes de cómics que están por encarar el mal.
Cerré mis ojos, relajé mi cuerpo y respiré profundamente.
El secreto de la magia, consiste en hacer realidad nuestros deseos, de visualizar lo que queremos con tanto detalle y convicción que se sienta real, y con ello, hacer que el universo también lo crea real.
Instantáneamente, mi aura añil comenzó a relucir, su brillo se desprendía de mi cuerpo y flotaba a mi alrededor como nebulosas.
En Entelequia hacer magia es mucho más sencillo que en el mundo material. De la misma forma que en un sueño lúcido tenemos el poder de dioses, en este mundo que es equivalente a un sueño, me sentía capaz de hacer todo lo que me propusiera incluso con mi falta de entrenamiento.
Junte mis puños frente a mi pecho a la altura del corazón. Mi puño izquierdo entreabierto sostenía la funda de una espada imaginaria, mi puño derecho sostenía una empuñadura invisible.
Cuando se unieron, bajo mis pies surgió un círculo mágico, inscrito con glifos y sellos mágicos. El círculo enfocaba la energía de mi aura dentro de mis puños, de la misma manera que el hidrógeno en las nebulosas se condensa en un solo punto hasta que da nacimiento a una estrella.
—Aciarius, Xiphos, Nike!!!! —recité, invocando palabras antiguas para acero, espada, y victoria.
Imaginé mi arma favorita en cada detalle. Su doble filo bendecido por la diosa de la Victoria, su empuñadura dorada, decorada con zafiros y lo perfectamente balanceado que era su peso. Para mi esa espada inexistente era más real que mis recuerdos, que mi cuerpo, que mi propia alma.
—¡¡¡¡Liberate!!!! —grité con todas mis fuerzas en el momento que desenvainaba mi arma imaginaria de su funda invisible.
Incluso con mis ojos cerrados pude sentir el resplandor de la energía siendo liberada, de la realidad siendo alterada, del universo respondiendo a mis deseos.
Abrí los ojos, en mis manos sostenía una espada translúcida, como hecha de cristal, dentro de ella un pequeño universo explotaba formando miles de nebulosas, estrellas y galaxias.
Con su luz hizo retroceder a los Tulpas que nos rodeaban.
—¡¡¡¡No puede ser!!!! —Taylor estaba sorprendido, pero su asombro le duró poco gracias al peligro que nos acechaba. —¡Se están acercando!
Pudo ser un solo Slime, como pudieron ser cientos los que nos rodeaban. Como la zebras en manada, no podíamos distinguir donde iniciaba el cuerpo de una y terminaba el de otra. Solo veíamos que la amenaza de cuerpo amorfo y cambiante no tenía fin.
—Mantente alerta, Taylor —dije jadeando—. No dejes que te toquen.
Estaba exhausto y sin aliento. Este era el Astra más simple de invocar y estaba tan cansado como si hubiera corrido una maratón.
Además, mi pecho se sentía pesado y extraño. Como si mi corazón hubiera sido remplazado por una piedra y se negara a bombear sangre.
Con mi mano izquierda presionaba mi pecho tratando de contener ese dolor.
No me importaba si mi corazón explotaba o si los Slimes me devoraban. Solo tenía una idea en mente y eso me daba todo el poder del mundo: Salvar a Taylor.
Sin pensarlo más, Empuñe mi arma de luz con ambas manos, Inhale profundamente y relajé mi cuerpo.
Me puse en guardia. La luz añil de mi aura se intensificó y el círculo mágico bajo mis pies reapareció, canalizando aún más energía en la hoja de mi Astra.
—¡Corre cuando veas una apertura! ¡Y no mires atrás!
—¿¡Qué estás haciendo, Lume!?
—¡Y por nada del mundo entres en esa puerta! —Grité.
No sabía cuánto tiempo podría luchar con esta sensación en el corazón, o si podria mantener mi Astra invocado por mucho más, mi único plan era abrir una brecha para que Taylor escapara.
Preparado para asumir las consecuencias, corrí hacia ellos. Y con un único tajo al aire, liberé toda la energía que pude canalizar a través de mi arma.
La plaza de la puerta se llenó con un brillo cegador, destruyendo todo lo que tocaba, incluyendo la oscuridad de mi alma.
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