Me paré de la cama haciendo como si nada hubiera pasado. Soy un experto en fingir normalidad.
Me quité los calzoncillos y los lancé junto al cesto de ropa sucia en una esquina.
Mi habitación era pequeña, solo tenia mi cama individual, un closet y un escritorio sobre el que estaban mi laptop, libros y cuadernos
La verdad es que era bastante insípida y sin personalidad, así me gustaba.No había nada que pudiera indicar mi conexión con lo paranormal, mi yo del pasado odiaría este lugar.
Me puse una bata de baño antes de salir de mi habitación en el cuarto piso del dormitorio de la facultad, y fui hasta el baño común para alistarme.
Me mire en el espejo del baño, me veía demacrado. El cansancio de mi alma era evidente en mis ojeras.
Cuando estuve listo, regresé a mi cuarto a vestirme. Me puse otro par de calzoncillos blancos, jeans y zapatos azules, una camisa blanca con un cuello de tres botones y sobre ella mi sudadera favorita: roja con las mangas y capucha blanca.
La sudadera no tenía nada de especial excepto por un emblema muy importante para los magos en el área del pectoral derecho. Debíamos usarlo en todo momento en un lugar visible, incluso si no eras practicante, porque demostraba que estabas registrado ante la organización internacional para la magia.
El emblema consistía del símbolo budista del nudo sin fin encerrado en una vasija abierta con un rayo entrando por la parte superior; Simbolizaba la energía del universo siendo canalizada en el nudo infinito, dándole poder.
Eran apenas las 7 de la mañana y podía ir con calma a la facultad antes de que las clases empezaran.
Tenía tiempo para comer, pero no quería desayunar, aún sentía náuseas a causa de mi acto de magia involuntaria.
Así que bajé hasta el área común y salí del edificio.
A estas horas, las calles estaban casi vacías porque la mayoría de los negocios abrían a las 10.
Mi ciudad era pequeña, con sólo algunos edificios altos, pero densamente poblada. 5 millones de personas llamaban su hogar a un área menor a 200 kilómetros.
En los mapas parecía una luna en cuarto menguante, con una gran cordillera de montañas que nos acorralaba al norte, al sur y al este frente al mar caribe.
Todos los días, desde las 3 de la madrugada y hasta las 8 de la mañana, el cielo está completamente nublado y las calles se llenan de niebla. Por eso la ciudad se llama Bruma Menguante.
Hoy no era la excepción, la mañana estaba gris y la neblina opacaba la silueta de los muros que rodeaban el patio del dormitorio. Apenas podía ver por dónde iba.
Bruma estaba lejos de ser el peor lugar para vivir, pero era mi prisión.
Intenté mudarme de aquí varias veces, darle la espalda a todo lo que recordaba mi pasado, pero mi padre lo impidió cada vez.
Él decía que este es el único lugar del mundo donde era capaz de protegerme de las consecuencias por el incidente de hace siete años.
Para la comunidad del arcanum, las causas del incidente seguían siendo desconocidas y no había evidencia en mi contra. Como si yo nunca hubiera estado allí.
Era irónico que, aunque yo quisiera irme, miles de personas llegaban para quedarse todos los años.
Poco tiempo después del incidente, mi padre fue escogido como archimago de Bruma. Su primera acción fue abrir las puertas de la ciudad a miles de refugiados y garantizarles un terreno libre de la influencia de otros Arcanum, probablemente para buscar una excusa que impidiera cualquier investigación en su territorio.
A pesar del gran número de nuevos seres mágicos en Bruma, no había necesidad de que vivieran ocultos. La ciudades modernas están diseñadas para crear un velo que disfrazaba cualquier acto mágico en público como si fuera algo mundano.
Una persona cerrada a la magia no podría distinguir un grafiti de un símbolo mágico, o confundiría una tienda de pociones con una verdulería.
El Velo no bastaba para mantenerme al margen de todo eso, pero, por suerte, mis esfuerzos daban resultado. Cada año notaba menos la magia del mundo, y los días me parecían tan grises como la niebla que cubría las calles.
Tras veinte minutos caminando llegué al campus de la universidad. Saqué mi mente del pasado, de la magia y del mundo invisible a mi alrededor.
Debía olvidar ese mundo.
Debía ser normal.
...
Mi primera clase del día era opcional, no necesitaba los créditos extra, pero necesitaba más cosas con qué mantener mi mente ocupada.
Al entrar al salón solo una persona estaba allí.
Un chico estaba medio dormido, descansado en su escritorio. Su cabello era ámbar y su tez clara cubierta de pecas.
Me acerqué con cuidado y me senté a su lado.
—¡¡¡Hey, Taylor!!! ¡¡Despierta!!
Taylor despertó lentamente. Le tomó unos segundos ubicarse y salir del abrazo del sueño.
—Eres tú, Di Strago.
Los ojos de Taylor eran un poco más claros que su cabello. Eran grandes y expresivos, me recordaban a un ciervo o a un conejo.
—Te he dicho que no me llames por mi apellido… Me hace sentir muy formal.
—Lo siento… —No pude mirarlo fijamente, su expresión era como la de un cachorro arrepentido—. En el internado donde estudiaba nos castigaban si no tratábamos correctamente a los demás.
—No me enoja ni nada. Solo que me hace sentir que no tenemos confianza. Dime, ¿por qué estás tan cansado?
—Anoche tuve practica nocturna y mi nuevo entrenador es un tirano. ¡¡Me costó mucho, pero pude lograr dar mi primera vuelta a la piscina!!
—¿Por qué te torturas así? ¿no le tienes miedo al agua?
—¡No es un miedo al agua! —Taylor se sonrojó, abiertamente avergonzado de sí mismo—, ¡¡Es a las profundidades!! y se supone que esto me ayudará. Velo como una forma de terapia.
Por más entusiasmo con que él dijera esas palabras, se notaba su falta de confianza.
—Lo sé, lo sé, solo juego contigo —Sonreí levemente, y comencé a preparar mis cosas a medida que el resto de la clase llegaba.
Taylor era la única persona conocida en el salón, él estudiaba Geología, por lo que también vivía en la residencia de la facultad. Así que frecuentemente nos veíamos en las áreas comunes.
—Di Strag… digo, Lume, ¿Vas a ir al festival?
—¡¡¡Ajá!!! ¡Casi lo dices otra vez!
—¡Perdón! —Se sonrojó.
—¿Te refieres al festival de la Luna Azul? —Pregunté entre risas.
—¡¡Sí!! ¡¡Ése!! Mira, aquí tengo un póster —Taylor me mostró una hoja de papel azul, lleno de letras y detalles dorados —¡¡Escuché que habrá un desfile, una feria y un circo!! ¡Es la primera vez que iré, así que estoy emocionado!
—Cierto, que apenas llevas 8 meses aquí…
Taylor era extranjero, de algún país de nombre impronunciable en Europa.
—¿Entonces quieres ir conmigo?
—¿Como una cita? —Dije en guiñándole el ojo.
—¿¡eeeeehhhh!? —Su cara se volvió tan roja como su cabello—, ¡No! ¡No! ¡Para nada! no me malinterpretes yo… yo...
—Oh... ¿Entonces no soy lo suficientemente bueno para ti?
—¡¡¡No quise decir eso, Lume. Eres muy atractivo y amable pero yo….!!!
—Solo bromeaba.
—Ufff… no jueges conmigo de esa manera, por favor.
—Lo lamento —Sonreí—. Es que es muy fácil hacerte sonrojar.
Taylor gruñó, pero no podía tomarme en serio que se hubiera molestado.
—De todos modos, me alegro de que estés emocionado por el festival —Comenté—, pero creo que debes bajar un poco tus expectativas. Después de todo, es básicamente una feria de pueblo.
—Justo esperaba algo así, con un poco de sabor local. ¿Cómo fue la del año pasado?
—No lo sé, tengo muchos años sin ir.
—¿Tan malo es?
—No es por eso —Comencé a sentirme mal por él, así que traté de rescatar un poco de su entusiasmo—. De niño solía ir con mi padre y mis compañeros de clase todos los años, sólo que crecí y dejó de gustarme, es todo...
Esa no era la verdad, la comunidad mágica organizaba y celebraba el festival. Así como no quería practicar magia, tampoco quería reunirme con nadie que formara parte de mi pasado… Especialmente Sid.
—Es una lástima, quería un tour privado hecho por un local.
—¿Así que era todo? —Sollocé—, ¿Pretendías usarme y abandonarme sin considerar mis sentimientos?
—Lume… Detente...
—¡Okey! —Sonreí—. Pero si quieres ir, ve, no creo que la pases mal; el problema lo tengo yo y mis recuerdos en ese lugar…
Taylor se mantuvo en silencio, pensativo.
El profesor llegó y la clase inició inmediatamente. Sólo otra aburrida lección sobre fórmulas que poca utilidad tienen para la gente en su día a día, pero que al memorizarlas apartaba mi mente del delirio.
Aunque esta vez apenas le presté atención. Era demasiado temprano para que algo me importara.
...
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