Después de aquel suceso, Shingo parecía más distante con Arashi. Al menos eso era lo que notaba él. Desde saludarlo amistosamente y luego alejarse de manera graciosa, o tener pretextos ridiculos como “tengo fiebre aviar”, “mañana voy a estar muy cansado”. Tal vez ahora estaba más ocupado, bueno, eso no era de mucha importancia.
Arashi estaba tan entusiasmado con la idea de ese club, que comenzó todos los preparativos. Gracias a la idea de Shingo y que KOF era algo que estaba en tendencia, muchos estudiantes querían aprender algún arte marcial, pero todos los clubes escolares estaban llenos. Así que al abrir el suyo, Arashi recibió bastantes alumnos, al menos más de los que había visto.
Eran unas veinticinco personas, muchas para su sorpresa eran chicas, pero no había problema si ellas querían aprender. Extrañamente, todos parecían no haberlo visto nunca o no lo ubicaban de ninguna parte. Arashi era un chico muy reservado y discreto, pero no se había dado cuenta de que lo era tanto al punto de ser invisible.
Y aunque esas personas estaban ahí, Shingo no estaba.
El chico que había mencionado que sería su primer alumno, nunca llegó, ni puso una solicitud. Tal vez ni se había enterado de que Arashi había abierto el club.
Tal vez si estaba demasiado ocupado.
Eso llego a pensar hasta que lo vio cierta mañana. Su forma de usar el uniforme escolar era diferente, aunque desde que lo conoció había tenido algunos cambios, eso era totalmente nuevo para él.
Parecía…
…una imitación pobre de ese delincuente, Kusanagi.
-¡Ah! ¡Arashi-san! ¿Cómo estás?
-Estoy bien… -respondió torciendo la boca en forma de una sonrisa, por lo menos seguía portándose como siempre y no como un idiota igual que el chico de las flamas- ¿Ya no estas ocupado? –fue una pregunta muy pasivo-agresiva pero no pudo evitarlo
-¿Uh? –su sonrisa se tornó ligeramente nerviosa, llevándose una mano a la nuca- pues… más o menos, de hecho, debo estar antes de la hora del almuerzo en el… ah...
Lo descubrió, sabía que estaba mintiendo. Shingo era muy malo para mentir, no le costó mucho darse cuenta de ese detalle. Arashi se cruzó de brazos, alzando una ceja.
- ¿Con quién te has estado viendo? ¿Con una chica?
Ah, sonó como un reclamo. Pero no podía arreglarlo o adornarlo, era la pregunta exacta que quería hacerle
-¿QUE? ¡NO! ¡Claro que no! –agitó de manera cómica sus manos, excusándose. Un gran rubor invadió su rostro- La verdad es que he estado espiando a Kusanagi-san para ver si ha leído mi carta, pero parece que olvidó que la tenía.
Ahora si estaba enojado. Mucho. Pero parecía disimularlo muy bien, porque toda su ira estaba en el puño que estaba apretando.
-Entiendo. ¿Y dónde dices que va a estar?
-Siempre está bajo el árbol más grande del patio trasero, haciendo nada. Pero casi toda la mañana duerme.
-De acuerdo. Nos vemos entonces, otro día.
-¿Eh?... sí, claro. Nos vemos, Arashi-san...
A Shingo le pareció una reacción curiosa, pero supuso que quizá su amigo tenía algo importante que hacer, mientras tanto el iría a un par de clases antes de darse a la tarea de espiar a su ídolo a ver a qué hora recordaba que le había entregado la carta y la abría. No le molestaba o desanimaba que no lo hubiera hecho todavía, entendía que tal vez tenia tantas cosas que hacer que era un detalle que se le había pasado, no se hacía líos con ello.
(…)
El joven Kusanagi, mientras tanto, la pasaba como todos los días durmiendo bajo un árbol, solo. Aunque Yuki era su novia, no le gustaba que estuviera con él en ese sitio, era algo así como su espacio personal, por eso siempre estaba sin compañía.
Un pisotón tremendo, justo al lado de su rostro lo hizo despertar sobresaltado. Pensando que se trataba de cierto pelirrojo violento, se levantó como pudo y retrocedió unos pasos, poniéndose en guardia. Pero se relajó levemente al ver al chico desconocido para el
-Oi, ¿Qué quieres? ¿Qué no sabes que estoy tratando de dormir?
-Kusanagi… -murmura con furia, mirándole muy molesto.
Su pie no se movió del sitio hasta poco después, cuando giró todo su cuerpo, tratando de golpear al joven con el puño cerrado
Kyo se movió rápido, a pesar de que estaba muy confiado con sus habilidades, le sorprendió la rapidez con la que ese joven le estaba atacando. No recordaba haberlo visto antes como para que le atacara con tanta saña, no parecía un pandillero local, Yagami no era del tipo que enviara personas tras él. Entonces ¿Quién diablos era?
-¡Oye! ¿¡Qué demonios te pasa!?
El castaño respondió el ataque con una patada, que Arashi cubrió con su brazo derecho. Kyo notó que el joven usaba más los brazos, parecía del tipo boxeador. Sin embargo, aunque intentara acercarse parecía que el moreno se ponía más enojado. Kyo no usaba su fuego en la escuela, no valía la pena. Pero en ese momento no tuvo otra opción, así que, con un destello de sus flamas, Arashi logro retroceder, dándole suficiente tiempo para tomarlo de las solapas de su uniforme. Arashi hizo lo mismo, ambos se quedaron así un momento, mirándose a los ojos. Aunque la mirada de Kyo era más de confusión que de otra cosa
- ¿Quieres dejar de portarte como un idiota sin juicio y decirme porque me estas atacando?
- ¡La puta carta! ¡ni siquiera la recuerdas, eres un imbécil!
- ¿Qué? ¿de qué me hablas?
Kyo arqueó una ceja, no sabía de qué carta estaba hablando, o si había visto a ese chico alguna vez. Sin soltarle o dejar de mirarlo, el Kusanagi empezó a hacer memoria ¿Quién le había entregado una carta en específico? ¿Una chica? No. Esto no parecía ser por una chica.
Esperen…
Los recuerdos llegaron a su mente
-¿La carta que me dio ese mocoso? ¿Qué tienes tu que ver con ese chico? Es un verdadero fastidio
- ¡Cállate, deja de ser un imbécil y léela por lo menos!
Arashi empujó al castaño, soltando las solapas de su chaleco. Kyo retrocedió un par de pasos. Por supuesto que tenía ganas de continuar con esa pelea sin sentido, pero ese joven solo quería que leyera una ridícula carta que no recordaba.
Kyo caminó hacia su maleta y tomo la carta. No la había sacado de ahí desde que Shingo se la había dado, ni siquiera recordaba que se encontraba en ese lugar. Frente a Arashi, la abrió y empezó a leerla. Pensó por un momento que sería divertido molestarlo
“Kusanagi-san, te amo. Cásate conmigo porque estoy harto de ese enano idiota e iracundo”
Arashi ladeó el rostro, muy molesto. Sabía que el castaño lo estaba provocando, pero estaba tan enojado que no podía contenerse
-¿Quieres dejar de ser un estúpido inmaduro al menos? Nunca en mi vida había visto a alguien tan imbécil, grosero, irresponsable y arrogante ser tan querido y admirado por el chico que te dio en persona esa carta. Ten la puta consideración de prestar atención a lo que quiere decirte ¡Deja de jugar, maldita sea!
Kyo dejó escapar una sonrisa ladina, lo había hecho enfadar. Negó con la cabeza y empezó a leer la carta, en silencio. Arashi seguía ahí, deseaba asegurarse de que la había leído. Era importante para Shingo y no iba a dejar que ese idiota lo decepcionara. Minutos después, Kyo dobló la carta y la guardó en su bolsillo.
-No sé si eres el novio o el hermano de este chico. Pero me acaba de pedir formalmente que sea su maestro, por si te interesa saber. –Kyo se llevó ambas manos a los bolsillos, alzando una ceja- Le voy a decir que si, sólo porque parece que eso te molestaría más, ¡jajaja!
-Imbécil… -arashi rodó los ojos y se cruzó de brazos. Era obvio que eso lo molestaba, pero era lo que Shingo quería, así que no había problema con eso
-Tu eres Arashi ¿cierto? Lo sé porque en esta carta ese mocoso Shingo te menciona mucho. En otra ocasión terminamos lo que empezamos –Kyo tomo sus cosas y dándole la espalda se despidió. Las peleas escolares no le llamaban la más mínima atención desde que había conocido a Yagami, pero ese joven parecía tener algo de potencial, por lo menos para entretenerse un rato si servía-supongo que nos veremos por ahí.
-Si claro, no me voy a privar de romperte la cara la próxima vez. Donde sea y cuando sea.
Arashi se quedó de pie hasta que Kyo desapareció de su vista. Aún estaba enojado, pero un poco más tranquilo al saber que había leído la carta y que iba a aceptar a Shingo. Por lo menos trataría de guardar el secreto de ese encuentro.
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