Shingo había terminado perfectamente esa carta que tanto deseaba escribir. Kyo Kusanagi era un hombre que admiraba muchísimo y deseaba expresárselo de la forma más apropiada posible. Como pudo, se armó de valor y se acercó a él. Extrañamente estaba solo, durmiendo bajo un árbol, se le hacía raro que alguien tan popular no estuviera rodeado de personas.
-Ah… ¿Kusanagi-san?
-¿Mh? –el castaño abrió uno de sus ojos, sin mostrar mucho interés en la persona que estaba mirándole- ¿Qué quieres?
-Yo… ¡Me llamo Shingo Yabuki! Y de verdad me gustaría mucho entregarle esta carta
-Ah. –respondió de manera despreocupada y solo extendió una de sus manos- Dámela, la leeré mas tarde. Ahora quiero dormir
-Oh… -a pesar de la reacción del Kusanagi, el menor no había borrado esa sonrisa de entusiasmo. Su ídolo le había recibido la carta, y seguramente iba a leerla. Era perfecto –b-bueno, lo dejare dormir entonces ¡Nos vemos, Kusanagi-san!
Shingo se fue realmente emocionado, había logrado lo que quería hacer, escribir y darle una carta a su ídolo. Volvía a casa muy feliz, cuando en el camino, se topó con alguien familiar
- ¿Arashi-san? ¡Hola, que bueno verte! –dice agitando su mano, sonriendo tontamente
El moreno estaba haciendo algunas compras, no había ido a la escuela ese día. Miró al castaño saludarle de manera tan enérgica y sonrió un poco
-Oh, Yabuki-kun, hola –asintió con la cabeza, mirando sus expresiones- te veo muy animado ¿pasó algo interesante en la escuela?
-Ah, ¿en serio se me nota mucho? –un breve rubor coloreó sus mejillas, intentó ocultarlo con una sonrisilla tonta- he he, pues es que por fin pude escribir la carta para Kusanagi-san y se la di durante el descanso ¡Todo fue gracias a ti!
Ah, mierda. Ese cabrón otra vez. La expresión de Arashi cambio drásticamente, tenía una sonrisa de disgusto y un tic en su ojo derecho. Realmente le irritaba ese Kusanagi, pero veía a su amigo tan feliz que trataba de guardarse sus comentarios. Pero es que ¿Qué le veía a ese sujeto? Solo era alguien que había ganado torneos de KOF ¿y qué? No era algo tan interesante o importante. Bueno, parece ser que para Shingo si lo era, porque hasta una carta le había escrito
- ¿Y la leyó? –al moreno se le salió decir esa pregunta, no lo había hecho con mala intención-
-Oh, pues… -se llevó una mano a la nuca, frotándosela un poco, pero sin dejar de sonreír- ¡Aún no la lee, me dijo que lo haría más tarde! ¡Pero estoy muy seguro de que la leerá!
Una palmada en la frente imaginaria de Arashi. Ese hijo de perra ni siquiera se había molestado en apreciar la carta que tanto trabajo le había costado redactar a su aprendiz. Ahora si tenía ganas de golpearlo. Pero tenía que calmarse, esto no era su asunto y tampoco quería herir los sentimientos de su amigo, se veía demasiado contento por su logro
-Bueno, entonces me alegro por ti, seguro Kusanagi estará feliz de leer esa carta
- ¡Muchas gracias, Arashi-san! ¡Todo esto fue gracias a ti y tus consejos!
-No es nada, en serio. –suspiró, por alguna razón haber sido de ayuda en ese asunto no era para nada satisfactorio- Por cierto, estuve pensando en lo que me dijiste el otro día, sobre dar clases de boxeo
-Ah, ¿de verdad? ¿Y qué te parece la idea?
-Pues me gusta, solo necesito conseguir alumnos. Nunca he enseñado artes marciales, no sé qué tan distinto de enseñar redacción pueda ser.
-Uhm… -el castaño se llevó una mano a la barbilla- tu eres muy listo, Arashi-san, el método que utilices va a servir mucho. por favor ¡avísame cuando abras el club!
El castaño parecía realmente querer formar parte del proyecto de Arashi, eso de alguna manera también inspiraba al moreno para seguir adelante con él, después de todo eran amigos ¿verdad? Siempre era mejor hacer las cosas con el apoyo de tu amigo en ellas
-Te avisaré cuando todo esté estable entonces
Ambos se despidieron, Arashi volvió a casa con las compras. El moreno no se había sentido bien y por eso no había ido a la escuela. Cuando se sentía decaído, dormía mucho. Y ese día se había quedado durmiendo, olvidando todos los pendientes que tenía que hacer.
Desde hacía unos meses que Arashi vivía solo. Sus padres le habían heredado una casa cercana a la escuela para que empezara a vivir una vida más independiente y se acostumbrara al momento de ir a la universidad. Para el todo era muy lineal, solo salía cuando era necesario y para ir a la escuela. Aunque parecía algo cómodo de alguna manera, estar solo y encerrado mucho tiempo lo ponían de mal ánimo. Por eso se inclinaba por dirigir clubes y así por lo menos habría una persona que se acercara a hablar con él.
En cuanto llegó a casa, empezó a llover. La lluvia era bastante fuerte, había llegado de un momento a otro. Arashi se quedó de pie, observando por la ventana las gotas de lluvia golpear el suelo.
La lluvia lo aturdía un poco algunas veces, lo hacía pensar en sí mismo
“POC POC”
- ¡AH!
Alguien había golpeado el vidrio de la ventana con su mano. Arashi dió un sobresalto
- ¡YABUKI-KUN! –el moreno tomó un paraguas y salió hacia la ventana, ayudándolo a entrar a casa- ¿Cómo supiste donde vivía?
(…)
Unos minutos después, Arashi estaba preparando algo de té. La ropa empapada de Shingo colgaba de un pequeño tendedero improvisado. El castaño estaba envuelto en una sábana, con una expresión de cansancio en el rostro
-Perdona por haberte molestado, Arashi-san.
-No es ninguna molestia, en serio –dijo el moreno, entregándole una taza de té- pero ¿Cómo es que llegaste aquí?
-Pues… empezó a llover y corrí para llegar rápido a casa, pero te vi por la ventana y pensé que era mejor llegar a la tuya…
Arashi arqueó una ceja. Era un pretexto muy poco convincente, pues vivían en direcciones contrarias. Pero por esta vez, decidió creer en sus palabras. El castaño no sabía mentir y eso era muy obvio
-Vale, menos mal que me encontraste. Espero que no te enfermes. Debes llamar a tu casa para avisar en donde te encuentras ¿está bien?
-Sí, no hay problema con eso
-Voy a traerte ropa seca, si te enfermas va a ser mi responsabilidad porque eres menor que yo- rió un poco y se puso de pie, saliendo de la cocina
En cuanto Arashi salió, el castaño se puso de pie. Era muy malo mintiendo, demasiado. Cuando se despidió de Arashi notó que algo no estaba bien con el mayor, algo que lo hizo sentir extrañamente preocupado. Naturalmente, Shingo era alguien que siempre veía y se preocupaba por sus amigos, pero con Arashi sintió una necesidad de saber si se encontraba bien. No entendió por qué, pero el impulso lo hizo seguirlo y espiarlo hasta que comenzó a llover y no le quedó de otra que pedir ayuda.
Mientras estaba solo, Shingo empezó a observar la cocina, los objetos. Notó que Arashi solo tenía dos de cada cosa. Pero solo una se veía desgastada, como si nunca tuviera otra visita. Era curioso y misterioso. Eso llamaba su atención de alguna manera. ¿Cómo alguien tan calmado podía combatir con esa agresividad?
La luz empezó a parpadear, en cuanto lo notó, se fue completamente, quedando en completa oscuridad. Se quedó de pie en el mismo sitio, no quería tropezarse con algún mueble de la cocina
- ¿Arashi-san? ¿estás bien?
No recibió respuesta. Decidió arriesgarse y dar unos pasos para buscarlo. Caminó despacio hasta sentir el borde de la puerta. Luego sintió algo tibio. Era la mano del moreno.
-Ah… ¿estás bien? –preguntó de nuevo-
Arashi no podía mirarlo. Pero sentía su mano sobre la suya. Se quedó quieto y por un momento se hundió en sus pensamientos. Sentía que el castaño lo estaba mirando y en su ensoñación movió un poco su mano, apretándola contra la del menor.
- ¡Tranquilo! No te asustes, creo que la luz volverá en cuanto la tormenta se calme… -con su otra mano busca el hombro del mayor, tratando de darle apoyo, sentía su mano temblar y como no hablaba, pensó que estaba muy asustado de la oscuridad. No era algo extraño para él, su hermana mayor también tenía miedo de la oscuridad- buscaré velas ¿sí?
-S-si… -apenas y logró decir algo. No sabía por qué, pero tener al castaño tan cerca suyo lo puso muy nervioso. Sentía que tenía que controlar un impulso de algo que ni sabía que tenía. Su mano seguía sosteniendo la del castaño, parecía estar caminando con él en la oscuridad, tomados de la mano
-Arashi-san ¿en dónde tienes linternas o velas? Supongo que deben estar en alg---
“CRAASHHHHHHHH”
-¡¡¡ARRGHH!!!
La luz había regresado, ambos se miraron a los ojos. El fuerte trueno que había estallado asustó al castaño lo suficiente para que este gritara y se abrazara a lo más cercano que tenía en ese instante, que era, Arashi.
Arashi no sabía que decir o cómo reaccionar, Shingo le miraba con un rubor muy visible en el rostro y una expresión muy tierna para sus ojos. Lo único que atinó a decir, fue una broma para aligerar la tensión
-Para ser tan grande, no pesas mucho, Yabuki-kun
-Ahhh…. Hehehe… ¿De verdad?
-Sí, has estado por cinco minutos así y aun no me he cansado
-Ahh… p-perdona, es que me sorprendió el sonido…
A pesar de eso, Shingo no parecía tener ganas de moverse. Seguía mirándolo con la misma expresión.
-Mejor vamos a que te vistas, Yabuki-kun.
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