En una calle apartada, donde las ratas pasaban en busca de algo para comer, una manada de hombres atacaban a un pequeño roedor que se hacía el valiente, pero que por dentro temblaba como gallina. La luz de un pequeño foco y la luna eran lo único que alumbraba la calle, pero aún así el lugar lucía de lo más tétrico, y los cuerpos se perdían en la oscuridad.
-¡Te lo advertimos, cabrón!- dijo un hombre de barba mientras lanzaba golpes a la cara de un joven con traje. -Te dije que no te acercaras a mi vieja.
Mientras el hombre de barba golpeaba a el otro hombre, el resto de la manada grababa la escena con sus celulares y reían al mismo tiempo que bebían de sus latas de cerveza.
-¡Ya! déjalo "Mono", lo vas a matar... bueno, da igual si lo haces, pero ya tenemos suficientes problemas con la chota- dijo otro hombre que fumaba mientras veía la función- creo que ya le quedó claro al hombrecito.
El hombre de barba a quien apodaban "Mono", soltó a su victima y lo dejó caer en seco al suelo, el otro hombre que le dio la orden se acercó al joven de traje y se agachó, lo miró por un rato y dejó salir el humo del cigarro justo en la cara del joven. -La próxima te irá peor carita, cuídate. -dijo el hombre antes de alejarse con los demás y dejar al otro malherido.
De repente todo quedó en silencio, y lo único que se podía escuchar era la respiración agitada de un roedor. El joven se levantó del suelo con dificultad apoyándose de sus dos manos, y se limpió la sangre de su cara con un pañuelo que sacó de su traje.
Él caminó por las calles oscuras y cuando llegó a la avenida principal, las personas se le quedaron viendo de una manera muy desagradable, en algún momento, la existencia de Daniel se había vuelto miserable, aunque su carro último modelo, donde subió, dijera lo contrario, su vida era una miseria.
Habían pasado ocho años desde el incidente con Natsu, en todo ese tiempo Daniel se concentró en olvidar lo que había ocurrido, sin embargo, no había logrado su objetivo pues constantemente tenía que mandar a personas que averiguaran cómo se encontraba su antiguo compañero de escuela, pero los últimos tres años no había logrado localizarlo en ningún lado, y eso lo tenía constantemente agobiado.
Daniel manejó lentamente por la carretera debido a sus heridas y se ganó insultos de otros conductores. Se detuvo en un parque y bajó del coche con una bolsa en la mano; caminó lentamente mientras miraba hacia el suelo y se detuvo en un lago falso. Los pescados eran menos que hace dos años, pero siempre habían bastantes, Daniel dejó caer la comida que estaba en la bolsa, y los pescados comenzaron a pelear por ella.
El joven se sentó en una piedra y sacó su teléfono, miró su pantalla y vio 10 llamadas perdidas de Camila, eliminó las 10 notificaciones y buscó un nombre en sus contactos, lo leyó una y otra vez y estuvo apunto de marcar, pero no lo hizo como todos los días desde que adquirió esa maña.
Buscó el nombre de Alejandro y esta vez si marcó. El teléfono sonó y alguien contestó.
-Hello- dijo la voz que salió del móvil.
-¿Lo encontraste?
-¡Ay! darling, ni un ¿cómo estás?... estoy bien, gracias por preguntar ¿Y tú?
-Sólo dime si lo encontraste.
-Ok, ok. Bueno, no hay muchos rastros de él, pero te aseguro que pronto daremos con él, encontré información de interés en el extranjero y ya tengo gente moviéndose de ese lado, sólo es cuestión de ser pacientes.
-¡¿Qué tan paciente quieres que sea, maldita sea?! he esperado por mucho.
-Que genio el tuyo, ugh, voy a colgar, te aviso si encontramos algo, bye... ~~~
-Espera, no me cuel...- alcanzó a decir Daniel antes de que le colgaran. -¡Maldición! dijo mientras se sobaba la cabeza.
Daniel sabía que Natsu se había recuperado lentamente e inclusive que se perdió un año escolar por su recuperación, también que él estaba estudiando para ser periodista, pero que lo había dejado a medio camino y había empezado a trabajar en una tienda de helados, pero también sabía que algo había cambiado en él, porque su actitud dinámica y su sonrisa despreocupada, habían desaparecido y Daniel sabía que era su culpa, pero de repente le perdió la pista, y no pudo evitar sentirse agobiado.
-¿Dónde estás Natsu?-dijo mientras miraba las estrellas.
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