El sol iba cayendo ya por las montañas cuando Solari y Silas caminaban de regreso a Matenas, o más bien, Solari iba montado en Silas.
―Viejo ¿Está bien que haya dejado a esos dos solos?
―No… La verdad es que me preocupan.
―Visto lo que ya paso, seguro Ico lo va a colgar. ―El viejo se rió nerviosamente.
―¡Jo jo jo jo! ―pues justo al pie de las escaleras de Matenas se encontraba la madre de Pi esperandolos.
―¿Y Pi? ―Su tono era tanto de enojada como preocupada. Sabía perfectamente la respuesta, pero aun así trató de negarse.
Solari le explicó la situación, recibiendo como respuesta un regaño equiparable a una madre y su hijo que acababa de romper un jarrón. Solari experimentó un vacío en el estómago y un escalofrío en la espalda, cuando volteo a ver a Silas este estaba soltando una lagrimita.
«Yo tambíen lo siento »Pensó y Solari pareció leer su mente.
―¡Silas! ―Ico le gritó al caballo que casi se hace pipi del susto.
―¡S…! ¡Si? ―Respondió irguiéndose como soldado.
―¡Necesito que me lleves lo más rápido posible! ―Silas cambió su semblante a uno más serio.
―¡Si señora!
Casa tras casa, la historia se repetía: había una habitación, una lista de objetos robados, pero todos se encontraban en el mismo cuarto. Cada uno de los residentes juraba que sus objetos habían sido robados y sólo especulaban acerca de aquellos objetos aparentemente similares a los originales.
Ya era tarde cuando terminaron, estaban sentados en una banca a un lado del enorme granero comiendo los granos de un par de canillas con especias en un palito.
―Ñam ñam, ¿Y ché ochinach?
―Que no hables con la boca llena ―Pi trago y repitió la pregunta.
―Perdón, que ¿Qué opinas? ―Li dejó su canilla.
―Mmm… hay que analizar los hechos… Veamos. Los agricultores dicen que sus casas fueron robadas.
―Ajá.
―Y cada una de las habitaciones implicadas estaban llenas de objetos. Pero lo extraño es que esos mismos objetos, o al menos unos iguales, están dentro de la lista de cosas robadas. No… Más bien ¡Toda la lista! Estaba ahí. ―Pi también dejó de comer.
―Pero no todos los objetos fueron robados.
―¡Exacto! Había varias cosas que todos identificaron, pero estas se encontraban en otro sitio, según ellos. Tomando en cuenta lo pacíficos que son y los pocos problemas que suelen tener, dudo mucho que les hayan robado antes. ―Pi comenzaba a impacientarse, y empezó a frotar sus rodillas con sus manos.
―Osea que… ¿No saben lo que es un robo?
―No no no no, ellos lo saben… ¡Pero!… Sólo les han robado animales.
―¿Cómo?
―Sí, suelen tener problemas con animales que les roban sus cosechas, pero no es lo mismo a que un ser lo haga… Creo que este ladrón ha estado haciendo “travesuras”. ―Li hizo una suerte de comillas con las pezuñas.
―¿Travesuras?
―Si, creo que ha entrado a las casas a cambiar de lugar las cosas. y cómo los agricultores están tan acostumbrados a una vida muy rutinaria, que les muevan de lugar sus cosas hace que sientan que algo está mal, al punto de pensar que fueron robados. ―Pi parecía interesada, pero trataba de conectar esas ideas de una manera más simple
―Entonces… ¿no es un ladrón?
―Es sólo una suposición, considerando la cantidad de objetos es posible que algo realmente pueda faltar, y con tanto caos no sea visible.
―¿Eh?
―Me refiero a que es posible que todo sea una distracción para robar algo verdaderamente valioso. ―Pi se levantó de golpe.
―¡Entonces debemos atraparlo y hacer que confiese!
―Si pero ―Trató de interrumpirla, sin embargo ésta ya había salido corriendo a quién sabe dónde.
Después de un rato de estar corriendo por todas partes sin lograr encontrarla, Li comenzó a preocuparse, pero de pronto una pila de heno le hablo.
―¡Hey! ven aquí.
―¿Eres tú, Pi?
―¡Shhhhhhhhhhhhhhhh! vas a ser que me descubran
―¡Sal de ahí por favor! ¿Ese era tu plan? ―Pi sólo se encogió de hombros un poco molesta.
―¿Entonces qué hacemos?
―Déjame pensar.
Li miró a su alrededor pero no tardó en darse cuenta de que desde la ventana del segundo piso del granero era posible ver todo el pueblo, ya que este se extendía frente al mismo.
Sin pedir permiso y por iniciativa de Pi, ambos se escondieron en el interior del edificio. Esperaron a que llegara la noche, y una vez que cerraron las puertas se movieron discretamente sin hacer ruido, básicamente Pi se montó en Li ya que este podía caminar sin realizar ningún sonido. Ya en la parte de arriba se recostaron sobre el suelo, se cubrieron con algo de heno y se quedaron a esperar.
Pasaron dos horas de intensa… O más bien tediosa vigilancia. Tan sólo los insectos hacían presencia de sus actividades ya que el resto de animales y habitantes se encontraban durmiendo. La brillante luz de la luna caía sobre los tejados de paja y el camino, iluminandolos de un pálido azul.
Li habló en voz baja.
―Sabes Pi, me sorprende que estés tan centrada conociéndote.
―¡Zzzzzzzzzzzz!
«Demonios, está dormida, no debería de sorprenderme »Li pensaba volviendo a vigilar las casas« Las únicas veces que Pi está tranquila es cuando duerme o está en la escuela, y sorprendentemente es lo mis… »Antes de que pudiese terminar sus pensamientos vio como una nube de humo se acercaba desde lejos entre las cosechas y por la izquierda del pueblo.― ¡Pi! ―Éste le dio un codazo para que despertarse y con una gruesa línea de baba pegada entre el suelo y su boca preguntó aturdida.
―¿Qué pasa?
―Mira allá.
La nube de polvo se había detenido a una distancia considerablemente lejos de las casas. Luego el polvo aumentó en anchura, y se detuvo nuevamente. Después de un tiempo lograron distinguir como algo avanzaba lentamente entre los cultivos.
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