Pequeños giros daba la dama;
uno, dos ...
sus brazos al aire iban y desplegaba;
uno, dos ...
De puntas se colocaba.
Yo observaba desde mi asiento con carácter fehaciente, no quería perderme nada.
Uno, dos ...
Otro giro magnífico ¡Pero si es así el amor! árido, trémulo.
Desde lejos observaba los movimientos de mi ansiada dama.
Uno, dos...
¡Aplausos estallan! Me uno al barullo en un esfuerzo por ser indiferente, más me cuesta distinguir mis sentimientos.
¿Envidia? ¿Amor? ¡Pero si es una dama igual que yo!
Uno, dos...
Otro giro, pero esta vez me he aclarado, la del giro he sido yo.
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