Don Fulko detective era, más el caso 209 impactado lo dejó.
—30 años de carrera ¡30 años! —gritaba espantado a la policía.
—¡Esa mujer muerta estaba! ¡De la morgue la saqué! ¡Ay, madre santa, que locuras uno ve!
La policía observaba con ojos poco crédulos.
—Don Fulko... —dijo amablemente—. Cansado está, ¿Por qué a dormir no se va? Alucinaciones dice, no hay mujer muerta en la morgue que camine.
—¡Ay, madre santa! —replicó él—. Aquí no me creen, a dormir vayan ustedes, que cansados se ven.
—Señor, va a tener que acompañarme, ¿Tiene familiar? ¿O alguien que los traslade?
Su mirada a Don Fulko no le agradó; lo tomaban por loco y él era hombre con muchas experiencias encima como para que pusieran en duda su cordura.
—¡Mentiroso no soy! Los muertos caminan... ¿Y el loco soy yo? ¡Aparten que me voy! ¡Cansado de tanta negligencia estoy!
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