— Te lo explicaré cuando lleguemos a tu casa, pero antes. — El traje se puso tieso. — Antes tenemos que hacer un trato que dure hasta que podamos separarnos.
Mi mano izquierda se movió y puso en paralelo con mi abdomen. Los dedos, estirados, lucían como si fueran a saludar a alguien con un apretón de manos. Una luz roja ubicada en la manga del brazo del mismo lado se iluminó: Vis estaba grabando.
— Yo, VISK—Eight, solemnemente me comprometo a intentar no interrumpir “tanto” en la vida del individuo de nombre Aron Tatleon…
— ¿Cómo es que sabes mi apellido? — Interrumpí, pero a ella no le importó.
— … actual anfitrión, siempre que algunas libertades sean respetadas por el mismo…
— ¿Qué tipo de libertades? — Estaba yendo muy rápido, tenía que saber si iba a aceptar un trato de cualquier tipo.
— ¿Acepta el anfitrión de VISK—Eight los términos establecidos?
— Vis, estás yendo muy rápido, considera que…
— ¡¿ACEPTAS O NO?!— Vociferó a la vez que un temblor me recorrió por completo. Vaya técnicas de persuasión.
— ¡Bien, bien, acepto!
“Por favor cierre el trato con un apretón de manos”. Nuevamente otra voz surgió del traje. ¿Cuántas cosas más tendría guardadas Vis?
Mi mano derecha, única que lograba mover, se aproximó hacia la otra.
— Eh… Vis, las manos son opuestas — Dije con cuidado, no quería desatar la furia de la bestia. —, no podemos hacer el apretón.
La mano izquierda se giró en ciento ochenta grados. Internamente agradecí que la IA no intentara girarla más.
— Supongo que eso está mejor. — Me encogí de hombros y procedí. Un golpe eléctrico, mucho menor que los anteriores, selló el trato.
Me limpié otro resto de lodo que quedaba en mi cara. Ya se iba secando.
— Ahora que tenemos claros cuáles son los términos de nuestra “convivencia”. — El traje dejó de estar tenso. — ¿Qué te parece si volvemos a correr?
— Vis, fue divertido, lo admito, pero. — Bostecé nuevamente. — Estoy más agotado que nunca. Apenas puedo caminar.
— Sí, jeje… — Una sensación de ansiedad se tomó a Vis. — No creo que a ellos les importe eso.
Era el perro que había visto más temprano, cuando Vis saltó mientras corríamos. Tenía algo familiar en su rostro, como antes logré notar. Me incliné hacia adelante. Ahí me di cuenta de la terrible verdad. Lo conocía, y bien de cerca; era el perro cuya cabeza surgió por el agujero de la puerta y halló un espacio entre mis piernas.
¡Barf! ¡Barf barf! Volvió a ladrar
— ¡Ahí está el joven anarquista! ¡Es el que me robó mi casco! — Los gritos del señor del letrero de “no pasar” estaban a metros de distancia.
El pitido del sensor de amenaza comenzó a sonar.
— ¿Sensor de amenaza?
— Cuatro — Aclaró segura. —, cuatro y no va a ascender.
— Increíble que la señora del baño, sola, alcanzara grado siete.
— Te digo, era un ente femenino de dudosa naturaleza humana.
Dos perros más llegaron a auxiliar a su compañero. Los pasos de los obreros se escuchaban por detrás. Rodeados por dos grupos. Teníamos que escapar. Ya lidiaría con el cansancio más tarde.
Y entonces, por primera vez, agradecí tener a VISK—Eight a mi lado. O encima. O como fuera.
— ¿A correr? — Pregunté, asumiendo que no podría moverme por una semana.
— ¡A correr! — Me confirmó, dispuesta a hacer lo que mejor sabía.
Y despegamos de vuelta a la carrera. Qué forma de vivir.
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[Desde ahora BIZC-8 queda en pausa, pero la próxima semana seguiremos subiendo la novela El Sueño del Oráculo y el manga de La Búsqueda del Hurón. Seguiremos trabajando en el fanzine 2 de BIZC-8. Recuerden que pueden comprar el primer fanzine en Chile, para cualquier consulta contactanos en nuestras redes sociales].
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