— ¿Necesitas ropa?
Eso, y que además estaba desnudo.
— ¿Te robaron unos ladrones y te tiraron por la ventana?
Quedé petrificado, sin tener una sola idea de qué hacer. Sin dinero, en un lugar de la ciudad que desconocía, atrapado con esta cosa que hablaba, casi destruido por la ira de la señora del baño y ahora desnudo en medio del callejón. Ge—ni—al.
— ¡Jajajaja! — Se rio ella, confundiendo aún más al hombre. Para él una voz femenina provenía del joven, pero este no movía los labios ni nada.
— Eh… ¿Eres uno de esos jóvenes de modas alternativas con talentos raros? — Preguntó él, alejándose unos pasos—. No conocía ningún ventrílocuo desnudista por estos lares…
— ¿Qué QUÉ? — Mi cara se tornó roja de la vergüenza. Retrocedí hasta el contenedor de basura, lleno de la misma, tapándome todo lo que podía con dos míseras manos—. ¡No es lo que cree! ¡No es nada de eso!
— ¡Jajajaja! ¡Solo mira su cara! ¡No sabe ni dónde está parado! — Ella lo pasaba en grande.
— ¡Estás loca! ¿Co—Cómo puedes divertirte?! — Grité hacia el viento, sabiendo que me escucharía. ¡¿Qué hiciste con el traje?!
El señor de la basura se quedó quieto, contemplando como yo le gritaba a la nada y, al mismo tiempo, la voz de una chica respondía entre risas. Su mano se deslizo hacia su bolsillo con cuidado de no alertar a esa rara persona que tenía ante sí.
— ¿Policía? — Intentó susurrar cuando por fin le respondieron al otro lado de su celular, aunque él no era ningún maestro del engaño.
Sin que una cachetada me ayudara esta vez mi cabeza se giró al escuchar esa palabra tan peculiar. No necesitaba más problemas ¡Mucho menos con la ley!
— Oh uh—. Sentí un leve temblor alrededor de mi cuerpo que no provenía de mi—. Aron, creo tenemos que irnos.
— Oh, ¿Eso crees? — Di vuelta los ojos, el sarcasmo no mejoraba la situación, pero ya qué. No lo iba a empeorar, ¿verdad?
— Aron…
— ¡¿Qué?!
— ¡Esta bien, está bien!
La ropa apareció sola, formándose sobre mí en forma de pequeños hexágonos que se invertían adquiriendo otro color y textura. Mi piel se vio cubierta con ese exacto y extraño traje que no había logrado sacarme desde ayer, el día que la conocí, “Vis”, como se autodenominaba. Incrédulo, sin poder creer lo que acababa de ocurrir, intenté tocarla y la sorpresa se extendió mucho más. Al final, estaba completamente vestido con esos raros materiales oscuros, azules… y con líneas raras alrededor. Casi parecía salido de una de esas películas antiguas basadas en realidades virtuales. Para mí, que no me gustaba llamar la atención, era de lo peor.
Y si bien no dejaba de estar sorprendido por esa extraña demostración de cuasi-magia, alguien más se llevaba una sorpresa mucho mayor que yo. El señor de la basura dio un par de pasos hacia atrás, atemorizado.
— Pero qué demonios…— El celular golpeó el suelo, agrietándose su pantalla—. ¡Tú…! ¡Tú estabas desnudo!
Mis ojos se giraron, quedando en blanco.
— Señor, la patrulla está en camino—. Avisaba la voz de una policía desde el teléfono—. Intente retener al individuo hasta su llegada.
¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía ocurrir tanta desgracia junta y en un lapso tan corto de tiempo? Correr toda la noche, esconderme en lugares inmundos, enfrentarme a situaciones de peligro extremo y, lo peor, aguantar su maldita voz comentando, cuestionando, riéndose de todas las cosas que me estaban pasando. ¿Había tenido tiempo para analizar, pensar en todo lo que estaba ocurriendo? ¿Qué era realmente la voz que se hacía llamar Vis? Estaba adherida a mí y realizaba maniobras que eran humanamente imposibles. ¡Hasta me había hecho saltar metros cuando estaba inconsciente! Y lo peor era…
— ¡¿Aron, qué te pasa?!— Exclamó la vocecilla de Vis. Mis piernas estaban tiritando, pero no por miedo—. ¡Si te quedas quieto no puedo correr! ¡No puedo tomar el control todo el tiempo!
Lo peor era que mi cuerpo ya no me pertenecía.
Resoplé, rindiéndome. Al menos ahora estaba vestido con mi ropa, no con ese traje extraño con el que estaba antes de caer, o desnudo. Me di media vuelta, dándole la espalda al señor cuya expresión de asombro estaba congelada.
— ¡N—no te puedes ir! ¡Vi como caíste cinco metros sin un rasguño, y como tu ropa apareció con magia! — Me apuntó con su dedo índice, acusándome—. He… ¡He escuchado acerca de ustedes! ¡Lo vi en un documental! ¡Eres parte de los reptilianos, lo sé!
Rep… Reptilianos. Tiene que ser una broma.
— ¡No podrás escapar de la policía, ya viene en camino!
— JA—. El volumen de la voz del traje aumentó de tal forma que se sobrepuso a cualquier otro sonido de los alrededores—. ¿Reptilianos, dices? No vengas con bromas, mortal…
Oh. Esto estaba a punto de volverse peor.
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[BIZC-8 continuará la próxima semana]
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